Ricardo Cappelli, el interventor en la seguridad pública del Distrito Federal brasileño, dijo este viernes que el campamento instalado frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia fue central en el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado, el 8 de enero. “Todos los actos de vandalismo tuvieron organización, planeamiento o punto de apoyo” en el campamento, dijo, según citó O Estado de Sao Paulo.
El interventor, que además es secretario ejecutivo del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, dijo que lo ocurrido ese día fue posible gracias a graves fallos de seguridad. “En la mejor de las hipótesis, faltó dirección y responsabilidad. Pero el conjunto de coincidencias puede configurar algo mucho más grave”, dijo en conferencia de prensa.
El informe, que fue entregado al Supremo Tribunal Federal, analiza el papel de los órganos de seguridad y apunta a la responsabilidad del exsecretario de Seguridad de Brasilia, el bolsonarista Anderson Torres, que está detenido desde que volvió al país, el 14 de enero.
Según reportó Cappelli, Torres “generó inestabilidad” en los órganos de seguridad del Distrito Federal apenas asumió el cargo, el 1 de enero, porque cesó a varios comandantes, permitió que otros salieran de licencia, y después se fue de licencia él mismo. Además, Torres recibió un informe de inteligencia sobre “una amenaza concreta” contra los tres poderes, pero no dio una respuesta acorde. Desplegó un número de funcionarios insuficientes para vigilar el lugar, sin un plan detallado e instaló una fila de vallas simples, aunque el protocolo de seguridad aconseja que sean dobles. A esto se agrega que hay indicios de que algunos de los policías apostados allí actuaron con omisión.
Por su parte, según el informe de Cappelli, los bolsonaristas radicales que llevaron adelante el asalto coordinaron sus acciones, contaron con radiocomunicadores y planearon los ataques en el campamento, donde un día antes se habían reunido cerca de 4.000 personas. “Es impresionante cómo en un momento todos se levantan y empujan las barreras. Hay un movimiento coordinado”, dijo Cappelli.