Bomberos, voluntarios y brigadas extranjeras que están llegando desde varios países de la región están trabajando en las tareas de rescate y asistencia de la población, tras el terremoto que el sábado sacudió el sur de Ecuador y que causó al menos 15 muertes.
El sismo de magnitud 6,5 en la escala de Richter que sacudió al mediodía del sábado el sur de Ecuador tuvo su epicentro en el municipio de Balao, en la provincia de Guayas, aproximadamente a 140 kilómetros de Guayaquil, y a una profundidad de 44 kilómetros, informaron autoridades, informó AFP.
Pero donde los efectos del sismo fueron más mortíferos y destructivos fue en las provincias de El Oro y Azuay, y en sus respectivas capitales, las ciudades de Machala, en la costa y Cuenca, en la zona andina.
En el correr del sábado y también el domingo las autoridades locales y nacionales estuvieron dando reportes sobre el número de víctimas y, si bien no se especificó la cantidad exacta, hay centenares de personas con heridas de diversa entidad que están siendo atendidas en hospitales de las provincias más afectadas y también en otras.
Poco después de conocida la noticia, el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, viajó a Machala, donde visitó a heridos en un hospital, y posteriormente fue hacia la ciudad de Cuenca. “Acabo de terminar la visita a la ciudad de Machala [...] he ratificado el apoyo del gobierno, la disposición de recursos”, dijo el mandatario, que está atravesando un período muy complejo desde el punto de vista político, en un video publicado en Twitter.
Además de las muertes y los heridos, el temblor generó una gran destrucción de casas, edificios y otras infraestructuras de importancia.
De inmediato comenzaron a llegar a Ecuador los mensajes de solidaridad de los países vecinos, como Brasil y Colombia, que de inmediato anunciaron el envío de expertos en rescates y también ayudas materiales para las personas damnificadas. También este domingo desde el Vaticano el papa Francisco mencionó la tragedia. “Estoy cerca del pueblo ecuatoriano y aseguro mi oración por los fallecidos y por todos los que sufren”, expresó Jorge Bergoglio desde la ventana del Palacio Apostólico tras el rezo del Ángelus dominical, según consignaron agencias internacionales.
El terremoto del sábado y sus réplicas se sintieron en buena parte del país, en ciudades como la capital, Quito, Manabí y Manta. Algunas vías cercanas a Cuenca quedaron bloqueadas por deslizamientos de tierra luego del terremoto.
De acuerdo al Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), el episodio tuvo una magnitud de 6,8.
Con mucho menos intensidad, el temblor también sacudió la costa norte y central de Perú. En la ciudad de Tumbes, situada en la costa peruana, en el extremo norte del país, el sismo dejó 46 personas afectadas y 12 viviendas con daños, según reportes brindados por autoridades locales.
En Ecuador los sismos son fenómenos frecuentes, pero la violencia del actual sólo fue superada en los últimos tiempos por el terremoto de abril de 2016, que tuvo una magnitud de 7,8 grados y provocó la muerte de 673 personas en las provincias norteñas costeras de Esmeraldas y Manabí, situadas sobre las costas del océano Pacífico. Esa catástrofe, que se sintió también en Perú y Colombia, causó enormes daños materiales que en su momento fueron valuados en 3.300 millones de dólares.
Mario Ruiz, director del Instituto Geofísico ecuatoriano, explicó en una entrevista con la radio FM Mundo que el terremoto del sábado fue de “una magnitud relativamente alta para lo que se tiene en el país. En la zona del golfo de Guayaquil hemos estado teniendo más o menos desde 2017 en adelante alrededor de dos sismos con magnitud mayor a 5,0 por año”.
Entrevistado por el diario quiteño El Comercio, otro funcionario del mismo organismo, Pablo Palacios, dio una explicación técnica sobre el episodio y dijo que el terremoto fue causado por el proceso de subducción de la placa de Nazca, que está bajo la placa sudamericana. “Hay reacciones no sólo en la interfaz de las dos placas, sino también puede haber sismos dentro de la placa”. Los esfuerzos en toda la zona tienden a fracturar las cercanías de las placas y es posible, dice Palacios, que “se haya presentado una ruptura en alguna” de ellas.