Recep Tayyip Erdogan reafirmó su liderazgo político al imponerse este domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Turquía.

El actual mandatario obtuvo 52,15% de los sufragios contra el 47,85% que consiguió Kemal Kiricdaroglu, quien estaba al frente de una amplia coalición de partidos que se unieron para intentar desbancar al presidente reelecto.

Cuando se había contabilizado más de 90% de las mesas, Erdogan sumaba 27.699.404 votos contra 25.416.221 de su adversario, concretando así la supremacía que ya había tenido en la primera vuelta del 14 de mayo, en la que había rozado el triunfo tras obtener 49,5% de los sufragios. El resultado era totalmente previsible, más aún después de que el tercero en la primera vuelta, el ultraderechista Sinan Ogul –que tuvo 5,2% de los votos– declarara su apoyo a Erdogan.

Ya entrada la noche turca y con la plena confirmación de su triunfo, Erdogan dio un mensaje ante miles de seguidores que acudieron a aclamarlo en Estambul, según informó el portal France 24. “Cada miembro de la nación una vez más nos confió la responsabilidad de gobernar Turquía durante los próximos cinco años. Hemos completado la segunda ronda de las elecciones presidenciales con el favor de nuestro pueblo”, expresó el mandatario. También agradeció a sus conciudadanos por el “festival de democracia” que el país vivió en estas elecciones.

Con su nuevo triunfo en las urnas, Erdogan reafirmó su liderazgo que ya lleva 20 años, si se suman los períodos en los que fue primer ministro (2003-2014) y en los que, luego de una reforma constitucional, pasó a ser presidente del país desde 2014 en adelante, con poderes mucho más amplios que los que tenía en su función anterior. Cuando finalice el período de gobierno para el que fue electo, en 2028, Erdogan completará 25 años en el poder, siendo sin discusión la segunda figura política más importante de la historia republicana del país, únicamente superada por el fundador de la Turquía moderna, Mustafá Kemal Atatürk.

El líder de 69 años, al frente de su sector político, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco), logró romper con la tradición laica impuesta por Atatürk con un discurso fuertemente nacionalista pero que a la vez promovió la islamización del país, dejando atrás décadas de gobiernos seculares, y consiguió captar el apoyo incondicional de muchos sectores populares religiosos que constituyen la base de su electorado, que lo ha hecho ganar todos los comicios en los que se presentó.

Durante los gobiernos de Erdogan, además, Turquía logró hacer valer como nunca su ubicación estratégica, clave en el tráfico marítimo entre los puertos del mar Negro y el mar Mediterráneo. Esta importancia se refleja en el dato de que Turquía tiene la segunda mayor armada entre los países que forman parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la alianza militar que lidera Estados Unidos.

Paralelamente, si bien hoy la situación económica de Turquía está lejos de ser la mejor, el país, en el que viven alrededor de 86 millones de habitantes, es una de las 20 economías más grandes del mundo y aspira desde hace casi dos décadas a ingresar a la Unión Europea.