Varias zonas de los suburbios de Beirut, la capital de Líbano, y también buena parte del sur del país árabe están siendo los blancos principales de la ofensiva del ejército israelí, que sigue avanzando sobre el territorio del país vecino en su combate contra las milicias de Hezbolá, las milicias chiíes proiraníes que son uno de los principales partidos políticos de la nación libanesa.

Sin oposición relevancia en la interna, el primer ministro Benjamin Netanyahu y los mandos militares israelíes siguen adelante con la campaña que nada indica que vaya a culminar a corto plazo. Por el contrario, al no estar planteadas metas intermedias que se pueda decir que en cierto momento fueron alcanzadas, sino “terminar con Hezbolá”, el escenario de guerra está completamente abierto.

En esa línea, este domingo el jefe del Ejército de Israel, Herzi Halevi, dijo en una declaración que sus tropas “asestaron un duro golpe a Hezbolá, que perdió a todos sus altos dirigentes”. “No vamos a parar. Esta es una guerra larga, medida no sólo por las capacidades, sino también por la fuerza de voluntad y la perseverancia en el tiempo”, agrego Halevi.

Por su parte, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, Filippo Grandi, dijo durante una visita a Beirut que el Líbano está experimentando una “gran crisis de desplazamientos” como resultado de la escalada de ataques aéreos de Israel.

Grandi se reunió con el primer ministro interino del país, Najib Mikati, y en su comparecencia ante los medios dijo que hubo “muchos casos de violaciones del derecho internacional humanitario en la forma en que se llevaron a cabo los ataques aéreos que destruyeron o dañaron la infraestructura civil”. Los funcionarios del gobierno libanés estiman que desde que empezó la invasión israelí 1,2 millones de personas tuvieron que dejar sus hogares.

Paralelamente, y cuando este lunes se cumplirá exactamente un año de los ataques de Hamas sobre territorio israelí que desencadenaron el actual conflicto bélico, la situación en Gaza sigue siendo extrema, porque en los últimos días Israel renovó la ofensiva sobre varios puntos del enclave palestino.

La intención de los israelíes parece ser empujar a la población palestina que queda en el norte de Gaza, entre 200.000 y 300.000 personas, hacia el sur y dejar el norte como una zona sin posibilidades de ser repoblada en un futuro inmediato.

En los túneles de Gaza se estima que siguen con vida algo más de 100 de los israelíes que fueron secuestrados por Hamas.

De acuerdo a las autoridades sanitarias de Gaza, que dependen de Hamas, desde el 7 de octubre del año pasado, cuando comenzaron los ataques sobre Gaza, las fuerzas israelíes asesinaron al menos a 41.870 personas, entre ellas alrededor de 17.000 niños y 11.487 mujeres. Además, se estima que casi 26.000 niños quedaron huérfanos o uno de sus padres fue asesinado por las fuerzas israelíes.

Por otra parte, este domingo una persona murió y una decena resultó herida en la ciudad israelí de Beersheva, en el sur del país, como consecuencia de un ataque a tiros en una estación de ómnibus. Autoridades israelíes informaron que el atacante fue abatido y el tiroteo está siendo tratado como un “presunto ataque terrorista”.

Otra cuestión que también es central en el conflicto es la respuesta de Israel al ataque que recibió desde Irán la semana pasada.

Este domingo, según informó el diario británico The Guardian, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Galant, dijo que su país está coordinando estrechamente con Estados Unidos el ataque, pero que Tel Aviv tomará sus propias decisiones sobre cómo actuar.

A pesar de que Estados Unidos dejó claro que se opone a un ataque a las instalaciones nucleares iraníes, Galant dijo a CNN el domingo que “todas las opciones están sobre la mesa”. “Israel tiene capacidad para alcanzar objetivos cercanos y lejanos; lo hemos demostrado. Responderemos apropiadamente al ataque iraní. No nos quedaremos impasibles y la comunidad internacional tampoco debería hacerlo”, expresó Galant.