Como Estado parte de la Convención de prevención y sanción del delito de genocidio, Chile se sumó el viernes a la demanda que Sudáfrica presentó contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por la presunta comisión de ese crimen en la Franja de Gaza. “La comunidad internacional debe hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para detener la masacre en Gaza. No podemos ser indiferentes”, manifestó en su cuenta de X el presidente chileno, Gabriel Boric.

Además de Chile, otros países ya se habían sumado a la denuncia presentada por Sudáfrica en diciembre, entre ellos Colombia, España, México, Nicaragua y Turquía.

Aunque la CIJ todavía no falló sobre el fondo de la demanda, sí emitió dos pronunciamientos a partir de la solicitud de medidas cautelares que presentó Sudáfrica. En enero el tribunal ordenó a Israel que adoptara todos los recaudos que estuvieran a su alcance “para evitar y castigar la incitación directa y pública a cometer genocidio” contra la población de la Franja de Gaza y para garantizar a esas personas el acceso a los servicios básicos y la ayuda humanitaria. Meses después, en mayo, la CIJ ordenó a Israel que detuviera “inmediatamente la ofensiva militar” sobre la zona de Rafah y que permitiera el ingreso de ayuda humanitaria.

En el escrito presentado por Chile, “se sostiene que la CIJ debería dar especial importancia al contenido de las declaraciones de algunos funcionarios públicos israelíes de alto nivel, que han hecho llamamientos a matar a todas las personas que viven en Gaza o a ignorar su estatus civil”, manifestó el jueves el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, al anunciar la decisión de recurrir a esta corte con sede en La Haya.

También el papa Francisco se refirió el viernes a este conflicto. Según informaron las agencias Reuters y Efe, durante su regreso en el avión oficial desde Singapur, donde estuvo de visita, a Roma, el líder religioso dijo a periodistas que “todos los días” habla con integrantes de una parroquia católica en Gaza y le “cuentan cosas horribles, cosas difíciles”.

“Por favor, cuando ven los cuerpos de los niños asesinados, cuando ven que, bajo la presunción de que algunos guerrilleros están allí, se bombardea una escuela, esto es horrible”, dijo el papa. “Se dice que es una guerra defensiva, pero a veces, creo que esta guerra es demasiado”, manifestó. “Pido perdón por decir esto, pero creo que no se están dando los pasos para conseguir la paz”, señaló.

En este punto coincidió con el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, quien el viernes dijo que existen “pocas esperanzas” de que se alcance un alto el fuego en Gaza “a corto plazo”, y abogó por sumar a países como Chile y Canadá a una mesa de diálogo internacional sobre este conflicto.

“Lo que está ocurriendo en Gaza es un horror, no está justificado”, dijo, y advirtió que si la situación se agrava, puede conducir a un “derrumbamiento regional”.

Así lo manifestó después de participar como observador en una reunión que mantuvieron en Madrid representantes de algunos países europeos y árabes para tratar esta situación y para impulsar una solución de dos estados, Israel y Palestina. En ese encuentro participaron representantes de España, Noruega, Eslovenia, Palestina, Arabia Saudita, Turquía, Egipto, Qatar, Baréin, la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica.

Del encuentro en Madrid surgió una declaración que llama a la comunidad internacional a reunirse el jueves 26 en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para tratar esta crisis.

La ofensiva lanzada por el gobierno de Benjamin Netanyahu en la Franja de Gaza en octubre, después de que milicianos de Hamas mataran a 1.200 personas y secuestraran a 250 en Israel, causó la muerte de más 41.000 palestinos y dejó más de 95.000 heridos.

Además, implicó una enorme destrucción de la infraestructura y la economía. La Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo advirtió el jueves que la guerra en la Franja de Gaza generó una caída del empleo y la economía nunca antes registrada en ese territorio, que ha sido atacado en ocasiones anteriores. Señaló que 82% de las empresas privadas fueron dañadas o destruidas, el PIB cayó 81%, y para principios de este año ya se había destruido entre 80% y 90 % de los activos agrícolas, desde maquinaria e instalaciones de almacenamiento hasta huertas y granjas.