Mientras que los representantes del presidente estadounidense, Donald Trump, hablan del inminente paso a la fase dos del acuerdo de cese al fuego en la Franja de Gaza, todos los detalles que se filtran al respecto indican una gran distancia entre esa intención y las indisposiciones de los distintos y contrapuestos aliados del imperio.

El gobierno del primer ministro, Benjamin Netanyahu, no demuestra el menor interés por pasar a esa incierta fase dos. En múltiples iniciativas de bombardeos en Gaza hace todo lo posible por obtener una respuesta de fuego de Hamas, que le permita desentenderse de algunas de las obligaciones que le impone la fase uno del cese al fuego.

Los voceros israelíes dan a conocer su oposición a la participación del ejército turco en la fuerza multinacional que se supone que desarmaría a Hamas y controlaría Gaza en esa fase dos y ponen objeciones (aunque no lo vetan) también a la eventual participación de Qatar.

Los gobernantes de Turquía y Qatar son ideológicamente próximos al movimiento de los Hermanos Musulmanes, del cual surgió en su momento Hamas. Sin embargo, se trata de dos aliados estratégicos importantísimos para la reconfiguración que Trump pretende consolidar en la región.

Ambos, Turquía y Qatar, tienen pretensiones de ser actores de importancia internacional y son socios indispensables para Estados Unidos. Desde el punto de vista de lo acordado en la fase uno del cese al fuego, falta completar la detección y devolución de los restos de un policía israelí que murió el 7 de octubre de 2023 y cuyo cadáver fue secuestrado a Gaza.

Es interesante señalar que voceros militares israelíes concuerdan que Hamas y otras entidades vienen realizando en el terreno genuinos esfuerzos por encontrar su cadáver. De acuerdo con Hamas, todos los milicianos involucrados en la retención de este policía israelí murieron, por lo que no se tiene información precisa sobre la ubicación del cuerpo. Su falta se constituye en el principal escollo formal que interpone el gobierno de Israel para no pasar a la fase dos.

Sin embargo, Israel ha violado numerosas veces el acuerdo de la fase uno, especialmente en lo que respecta a su esencia: el cese al fuego, que en realidad no ha cesado por parte de las fuerzas militares de Israel. En los recientes dos meses del supuesto cese al fuego se reportaron alrededor de 400 palestinos muertos en el marco de ataques militares israelíes en distintas partes de Gaza.

En las primeras semanas, la mayoría de los casos se trataba de disparos efectuados a gazatíes que cruzaban o se aproximaban a la virtual “línea amarilla” que divide Gaza en dos partes, una dominada por el ejército de Israel y la otra en la que mantienen presencia las milicias de Hamas.

Luego, se registraron un par de decenas de muertes de milicianos palestinos que quedaron atrapados en túneles en la zona este de Rafah, en el extremo sur de Gaza, y que confrontaron a las fuerzas israelíes al salir de los túneles en proceso de destrucción o en busca de alimentos.

En las semanas recientes, la mayoría de los ataques israelíes son bombardeos en la profundidad del territorio gazatí, en algunos casos con objetivos específicos de jefes intermedios de Hamas detectados sobre la superficie y en otros bombardeos esporádicos y no explicados sobre población civil. La intensidad de estos ataques es mucho menor que antes del “cese al fuego” celebrado por Trump, pero hablar de que existe un “cese al fuego” es una burla al término.

La situación humanitaria en Gaza es muy difícil. Por un lado, el ingreso diario de camiones con alimentos y medicamentos alivió la situación de hambruna y el riesgo de hambruna que sufrió la población gazatí durante largos meses en 2024. Por el otro, todo lo que ingresa apenas permite asegurar un mínimo vital que deja a la mayoría de la población al borde del riesgo. La destrucción de la mayoría de las viviendas y de buena parte de la infraestructura crea grandes dificultades que casi no pueden ser abordadas en las actuales circunstancias. Las torrenciales lluvias de la semana pasada lo demuestran claramente.

Al menos 13 muertes se registraron por la tormenta, entre casos de hipotermia por falta de resguardo adecuado y personas que fallecieron al derrumbarse sobre ellos las construcciones afectadas bajo las cuales trataban de protegerse de las lluvias. Cientos de miles de personas residiendo en tiendas improvisadas las vieron totalmente inundadas por el agua, muchas pertenencias y los pocos alimentos que se lograron acumular fueron afectados, se ha deteriorado la situación de salud de decenas de miles hacinados en edificios que sobrevivieron bombardeos y casi todos los caminos se volvieron intransitables por 48 horas.

La destrucción sistemática del asfalto en partes de la ciudad de Gaza y la acumulación de escombros propiciaron inundaciones. Los esfuerzos de las organizaciones civiles gazatíes de parte de la población y de las agencias de ayuda internacional por evacuar escombros son limitados por la insuficiente maquinaria disponible.

De los alrededor de 10.000 gazatíes desaparecidos, cuya inmensa mayoría se supone que se encuentran enterrados bajo escombros de edificios bombardeados, se han podido recuperar 634 cadáveres durante los últimos dos meses, los cuales van pasando procesos de identificación.

En el territorio de Gaza ocupado físicamente por las fuerzas israelíes prosigue la destrucción sistemática de edificios e infraestructuras. En parte, especialmente en Rafah, esos esfuerzos han sido dirigidos a detectar y destruir túneles.

En enfrentamientos con milicianos de Hamas que salieron de estos murieron una decena de soldados israelíes y alrededor de 100 palestinos, mientras que un número impreciso de milicianos fueron tomados prisioneros.

Sin embargo, la destrucción es sistemática en otras partes y su objetivo es no permitir en el futuro el regreso de los que fueron desplazados de esos lugares.

Por otra parte, el intento de Israel de fomentar el desarrollo de milicias palestinas afines sufrió un duro golpe cuando Yasser Abu Shabab, el cabecilla de la principal banda, fue asesinado por miembros de su propio grupo.

Originalmente formada como brazo armado de una parte de su tribu beduina que enfrentaba a Hamas, la banda de Abu Shabab tuvo en el pasado vinculaciones con grupos relacionados con Estado Islámico, además de diversas actividades delictivas.

El asesinato del miliciano colaborador de Israel en manos de miembros de su clan dejó en evidencia que no representaba ninguna base social más allá que una banda armada.

El terrorismo colono en Cisjordania

En los últimos dos meses en Cisjordania ha recrudecido la violencia lanzada por colonos israelíes contra civiles palestinos, principalmente campesinos, además de las frecuentes incursiones de fuerzas militares especiales en ciudades y poblados bajo jurisdicción de la Autoridad Palestina.

Varios casos de asesinato de palestinos indefensos por parte de militares israelíes han llegado a la prensa masiva gracias a que quedaron registrados por cámaras que había en los lugares.

Sin embargo, aun los casos más evidentes no tuvieron tratamiento judicial. Lo muy poco que había de intención en la fiscalía militar de Israel para actuar ante aberrantes y evidentes crímenes de guerra fue descartado tras la destitución de la comandante de la fiscalía militar general, Yifat Tomer Yerushalmi, su procesamiento penal por filtrar el video de la tortura y violación de un detenido palestino y sus intentos de suicidio.

El terrorismo de los colonos tuvo como principal objetivo la cosecha de los olivos por parte de las familias palestinas. Esta requiere la salida a las plantaciones de familias enteras que trabajan intensamente para realizarla a debido tiempo.

Buena parte de sus ingresos vitales depende de esa cosecha. Desde decenas de nuevas colonias ilegales instaladas con la protección del gobierno de ultraderecha que lidera Netanyahu, jóvenes israelíes armados, algunos con uniformes militares y otros de civil, agredieron casi diariamente a los campesinos en numerosos lugares a lo largo y a lo ancho de Cisjordania.

Noticias de las colinas, un boletín interno difundido por estas organizaciones de colonos, resumía con orgullo, el 20 de noviembre, los resultados de decenas de agresiones contra campesinos palestinos hasta ese día: “48 vehículos quemados, 19 viviendas incendiadas, 21 árabes heridos, 2 mezquitas incendiadas, cientos de árboles de olivos destruidos, decenas de autos pinchados, cientos de ventanillas rotas, decenas de campos incendiados”.

En casi todos los eventos, la policía y el ejército de Israel acudían al lugar tarde, no realizaban detenciones a los agresores y dispersaban a los campesinos a sus viviendas. Además, en varios casos, voluntarios israelíes que acompañaban a los campesinos palestinos fueron violentamente golpeados.

Clima preelectoral en Israel

2026 será un año electoral en Israel. Las elecciones se celebrarán en noviembre a más tardar, o antes, si el gobierno no logra sortear las votaciones del presupuesto en el Parlamento o si Netanyahu llega a considerar en algún momento que la coyuntura lo beneficia. Las movilizaciones por los rehenes, que eran el principal evento que congregaba oposiciones al gobierno, terminaron.

El debate público se centra en varias contradicciones que se arrastran desde hace tiempo: las excepciones al reclutamiento militar a los ultraortodoxos que se dedican al estudio de la Torá, el enfrentamiento entre el poder ejecutivo y el poder judicial y el juicio a Netanyahu que ha llegado a movilizar a Trump para que presione públicamente a favor de interrumpir el juicio e indultarlo, sin haber sido condenado ni que él mismo reconozca su culpabilidad.

Sin embargo, hay un nuevo centro de discordias que tiene el potencial más dañino para Netanyahu: la exigencia de instalar una comisión investigadora estatal para investigar las fallas de seguridad del 7 de octubre de 2023 y todo lo que le precedió.

Netanyahu logró durante todo este año descabezar a casi todos los organismos de seguridad. Estos mismos publicaron sus propios documentos con sendas autocríticas y señalamientos de responsabilidades por lo que pasó el 7 de octubre.

Los familiares de la mayoría de las personas asesinadas ese día, los rehenes liberados y sus familiares y numerosas familias de soldados muertos en los combates posteriores encabezan la campaña por instalar una comisión de investigación estatal.

Contra la opinión pública mayoritaria (entre 60% y 70% en todas las encuestas), Netanyahu se niega a crear una comisión de este tipo. Este es un mecanismo ya utilizado en Israel en el pasado, en el que la comisión encabezada por un juez retirado tiene plenas facultades para convocar a dar testimonios a toda persona, para incautar documentos y acceder a toda información relevante. Alegando su falta de confianza en el Poder Judicial, Netanyahu quiere instalar una comisión investigadora nominada por el mismo gobierno, con facultades limitadas. Evidentemente, trata por sobre todas las cosas de su salvación personal.

Paralelamente, el panorama electoral no ha terminado de configurarse. Hay varias candidaturas que surgen en los medios de comunicación, partidos nuevos que se registran, pero varios de estos terminaran fusionándose o esfumándose en los próximos meses. Todavía es demasiado temprano para prever cómo los temas reales de fondo impactarán en la escena preelectoral.