La violación de la tregua por parte de la fuerza aérea israelí la semana pasada casi no ha sido respondida por las milicias palestinas de Hamas y de otras organizaciones en la Franja de Gaza.
Tres misiles a la zona central de Israel y algunos tiroteos aislados han sido por ahora (domingo por la tarde en Israel) la única respuesta armada ante la reanudación de fuego por parte de Israel. Aparentemente, tras el primer bombardeo sorpresa, Hamas prioriza preservar sus fuerzas utilizando la red de túneles de la que dispone para reiniciar acciones de hostigamiento cuando tropas israelíes más significativas se desplieguen en Gaza.
Mientras tanto, declara mantener su voluntad de acordar un cese del fuego permanente con garantías a cambio de la liberación de rehenes y prisioneros. Las tropas de Israel ya tomaron al menos tres carreteras clave en Gaza que le permiten controlar e impedir el desplazamiento entre diversas zonas. Por ahora el ingreso de tropas no es masivo, salvo en una zona al noreste del territorio gazatí.
¿Qué busca el gobierno de Israel con la reanudación de la guerra? Desde el punto de vista estratégico, parecería estar dando pasos para implementar el plan de Donald Trump o al menos partes de este. El gobierno de Israel ya aprobó y presupuestó la creación de una agencia destinada a promover la emigración de palestinos de Gaza hacia otros países. Para que eso sea posible se tienen que cumplir dos condiciones: que al menos un país esté dispuesto a recibir a los palestinos (al que se les ofrecerá dinero israelí o estadounidense) y el control israelí de las zonas de Gaza desde las cuales saldrían los “emigrantes voluntarios”.
Esta última condición se trata de obtener mediante la conquista física de partes de Gaza la destrucción de lo que queda de infraestructura y el desplazamiento –una vez más en este último año medio– de la población que durante el cese del fuego creyó estar empezando a recuperarse.
La retórica que acompaña la ofensiva actual es mucho más violenta que en el pasado. El ministro de Defensa, Israel Katz, amenaza con “la devastación total” si los habitantes de Gaza no devuelven a los rehenes y no derrocan a Hamas, como si tuvieran la capacidad de hacerlo.
Volantes en árabe dispersados a través de drones militares advierten a los habitantes de Gaza que a nadie le importa su destino y que si desaparecen nada faltará en el mundo.
Los más de 700 muertos en estos días de reanudación de la guerra, además de algunos cuerpos desenterrados bajo ruinas de bombardeos anteriores, ya sumaron la cifra oficial de muertos palestinos en esta guerra a más de 50.000, cifra que contabiliza únicamente los cadáveres que fueron encontrados e identificados. Niños, mujeres y ancianos son más de la mitad de los asesinados.
El ataque sorpresivo e injustificable en la madrugada entre el 17 y el 18 de marzo, que además hizo tambalear las negociaciones y pone en riesgo la vida de los rehenes que siguen cautivos en Gaza, rompió el amplio consenso israelí en torno a la guerra. La inmensa mayoría de los familiares de los rehenes y la totalidad de los rehenes que ya fueron liberados expresaron su oposición a la reanudación del conflicto bélico.
Algunos de ellos, como Yarden Bibas, rehén liberado en febrero, esposo de Shiri y padre de los dos bebés secuestrados y muertos cuyos cadáveres fueron devueltos hace apenas dos semanas, salieron junto con miles de personas a protestar en las calles contra la reanudación de la guerra, y la conmoción es profunda.
Ya surgieron dos casos conocidos de reservistas, un copiloto de la fuerza aérea y un oficial de inteligencia, que anunciaron públicamente que no se presentarán al servicio de reserva para matar o morir en una guerra injusta y que sirve a los intereses de Benjamin Netanyahu, y por ello fueron dados de baja.
De acuerdo con los rumores, difíciles de confirmar, se habla de un serio desgaste en la capacidad de reclutar reservistas. Muchos no declaran nada, pero encuentran pretextos para no ser reclutados, y pareciera que hay dificultades en el proceso de acumulación de fuerzas para las siguientes fases de la ofensiva.
La creciente oposición a la continuidad de la guerra está también relacionada con la pérdida de confianza en los intereses políticos y personales tras el afán de Netanyahu por reavivarla.
Ya son muchos los altos oficiales en estado de retiro y expolíticos de derecha (como el exministro de Defensa general Moshe Yaalon) que se pronunciaron tajantemente contra la continuidad de la guerra y denunciaron los intereses de Netanyahu que llevan a que no se complete el proceso de intercambio de rehenes y prisioneros y que no se llegue a un acuerdo con los países árabes y con la Autoridad Palestina para la futura reconstrucción y administración de Gaza.
Al borde del choque de poderes y una crisis institucional
Paralelamente, el gobierno de Israel inició en las últimas horas el proceso de destitución de la procuradora general del Estado, Gali Baharav Miara, acusada de entorpecer y trabar decisiones gubernamentales.
Los roces entre el gobierno actual y Baharav Miara se iniciaron con los primeros intentos del gobierno a comienzos de 2023 de hacer una reforma judicial con la intención de permitirle al Poder Ejecutivo asaltar al Poder Judicial modificando los mecanismos de nombramiento de jueces. Ante un gobierno plagado de iniciativas extremistas, el apego de Baharav Miara a la legalidad se convirtió en un serio escollo.
La oposición liberal la convirtió en un símbolo democrático, a pesar de que en todas las políticas relacionadas al enfrentamiento con los palestinos (la ampliación de las colonizaciones israelíes en Cisjordania ocupada, la guerra en Gaza, la retención de cadáveres palestinos para futuros intercambios, las detenciones administrativas) Baharav Miara colaboró y otorgó asesoramiento legal y legitimidad a las acciones del gobierno.
Sin embargo, su insistencia en marcar la contradicción de intereses de Netanyahu al estar bajo proceso penal y pretender modificar la comisión designadora de jueces la convirtió en enemiga del bloque de derechas gobernante.
A eso se suma su oposición a la destitución del jefe del Shin Bet (servicio de inteligencia interior), Ronen Bar, decidida por el gobierno el jueves.
A pesar de la voluntad de Netanyahu de liberarse de inmediato de ambos funcionarios, no podrá hacerlo. La Suprema Corte de Justicia emitió un fallo de amparo que suspende el despido de Bar hasta que el 8 de abril se lleve a cabo una audiencia ante tres jueces supremos en torno a la legalidad del cese.
Ante el argumento de Netanyahu de que perdió confianza en la lealtad del jefe del Shin Bet, este último retrucó que su cargo no es un cargo de confianza personal, su lealtad es “ante el Estado y no ante el gobierno”.
¿Por qué tanta urgencia de Netanyahu por sacarse de encima al jefe del Shin Bet? Aparentemente, hay dos razones apremiantes. La primera tiene que ver con la elaboración del informe del Shin Bet sobre el fiasco del 7 de octubre de 2023, en el cual, además de serias autocríticas a la organización y a su jefe, se señala la grave responsabilidad de la estrategia de Netanyahu de fortalecer al gobierno de Hamas en Gaza llevada a cabo desde 2018 por medio de la inyección de dinero qatarí.
Hace meses que Netanyahu intenta instalar el relato de que fueron los servicios de inteligencia los que fracasaron el 7 de octubre, sin aceptar responsabilidades políticas y rechazando las iniciativas de crear una comisión investigadora independiente.
La segunda motivación de Netanyahu para desplazar a Bar tiene que ver con una investigación en curso del Shin Bet, avalada por la procuradora del Estado, respecto a integrantes de la oficina del primer ministro que recibieron pagos de Qatar, un país que apadrina a Hamas, incluso durante los meses posteriores al estallido de la actual guerra.
Así como Netanyahu pretende nombrar a los jueces supremos que atenderán su futura apelación en caso de ser condenado por corrupción, también estaría intentando nombrar a un jefe del Shin Bet que le sea personalmente leal para así desviar o desvirtuar la investigación a sus allegados, investigación que puede terminar incluyéndolo.
En los últimos días, Netanyahu declaró que no permitirá que una decisión judicial le impida destituir al jefe del Shin Bet. Para él y sus seguidores, es el “deep state”, el Estado profundo constituido por funcionarios pertenecientes a las viejas élites, el que intenta trancar su capacidad de gobernar de acuerdo con la “voluntad del pueblo” demostrada en las últimas elecciones.
Frente a él, se recompusieron las protestas masivas que caracterizaron el enfrentamiento israelí antes del ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023. Este sábado, 100.000 personas en Tel Aviv y decenas de miles en otras ciudades del país se manifestaron en defensa de los funcionarios amenazados con destitución.
Ante la eventualidad de que Netanyahu desobedezca fallos judiciales y siga adelante con las destituciones, varias poderosas organizaciones anunciaron que se declararán en paro general y en estado de rebelión: el “foro de negocios”, que incluye a las 200 empresas más grandes del país, la Histadrut (la principal central de trabajadores), decenas de municipalidades, las cinco universidades y varios colegios de estudios terciarios, una coordinación de empresas de alta tecnología y algunos sindicatos independientes, y a cada hora se anuncian más incorporaciones a lo que sería un paro mixto entre lock-out y huelga general.
La retórica opositora es muy contundente. El gobierno de Netanyahu es calificado de tener intenciones dictatoriales. Las movilizaciones son cotidianas y ya hubo varios enfrentamientos callejeros con la Policía. Encabezando la protesta sobresalen altos militares retirados y exjefes de la Policía y de las distintas fuerzas de seguridad que acusan a Netanyahu de atentar contra la democracia y la seguridad del Estado.
Por su lado, la profesora Talia Einhorn, una integrante del supuesto comité que junto con el primer ministro tendría que designar al próximo jefe del Shin Bet, declaró ante el canal 14, el principal medio de comunicación masiva que es vocero de Netanyahu, que no teme el peligro de una guerra civil, ya que tras las recientes designaciones de nuevos jefes “la Policía está en nuestras manos, el Ejército está en nuestras manos y ahora ya nos apoderaremos del Shin Bet”. Para que lo turbio de la situación quede claro, la profesora Einhorn es la madre de Israel Einhorn, uno de los asesores de Netanyahu que están siendo investigados por recibir dinero qatarí.
La ofensiva en Cisjordania
Mientras tanto, en Cisjordania prosiguen graves acciones contra la población civil, bajo el pretexto de acciones antiterroristas y, a veces, sin ningún pretexto.
Decenas de familias del pequeño barrio El-Ein, originalmente campamento de desplazados de 1948, muy cerca de la ciudad palestina de Nablus, fueron obligados a evacuar sus viviendas este fin de semana por el ejército de Israel sin razones aparentes.
En otros lugares como Tulkarem o Jenín, la existencia de pequeños grupos de milicianos sirvió en semanas anteriores como pretexto para la evacuación y el desplazamiento de varios miles de personas, destrozo de infraestructuras, daños a viviendas y otros desmanes.
La Autoridad Palestina y varias fuerzas políticas palestinas consideran que se está intentando provocar a la población para que reaccione violentamente y llaman a la prudencia.
Entre las resoluciones tomadas este domingo por el gabinete ministerial israelí, se decidió dar estatus formal a decenas de asentamientos de colonos creados recientemente en Cisjordania, lo que significa presupuestos para nuevas infraestructuras, autorizar la planificación y la construcción de miles de viviendas para futuros colonos israelíes, la prohibición a campesinos palestinos a acceder a terrenos aledaños y un paso más hacia la colonización y anexión de Cisjordania.