El partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) fue calificado por los servicios de inteligencia del Ministerio del Interior alemán, la Oficina para la Protección de la Constitución (BfV), como un “caso seguro de extremismo de derecha”. Esa clasificación ya había sido dispuesta por tres estados federados (Sajonia-Anhalt, Sajonia y Turingia) y para el resto del país la AfD era hasta el viernes sospechosa de entrar en esa categoría.

“La concepción predominante de pueblo por parte del partido, basada en la etnia y la ascendencia, es incompatible con el orden fundamental, libre y democrático. En concreto, por ejemplo, la AfD no considera a los ciudadanos alemanes con antecedentes migratorios procedentes de países predominantemente musulmanes como miembros iguales del pueblo alemán, definido étnicamente por ese partido”, señala la BfV. Agrega que esto contraviene el orden constitucional de Alemania.

También señala que esa visión política conduce hacia una “agitación contra determinadas personas o grupos de personas”, y destaca el “carácter extremista de todo el partido, que desprecia la dignidad humana”.

Según informó la Deutsche Welle, en la decisión de la BfV se tomaron en cuenta las declaraciones de los miembros de la AfD así como sus vínculos con otros grupos extremistas.

Aludiendo al éxito de este partido en las últimas elecciones, en las que quedó en segundo lugar, con 20% de los votos, su vicepresidente, Stephan Brandner, acusó a las autoridades de tomar una decisión que “no tiene nada que ver con el orden público y es puramente política”. Los dos copresidentes de la AfD, Alice Weidel y Tino Chrupalla, manifestaron que presentarán un recurso contra la decisión y que el partido “seguirá defendiéndose legalmente contra estas difamaciones que ponen en peligro la democracia”.

“No hubo ninguna influencia política en el nuevo informe”, dijo la ministra del Interior en funciones, Nancy Faeser, que dejará el cargo este mes, cuando asuma el nuevo gobierno. Afirmó que la “actitud nacionalista” de la AfD “se refleja en declaraciones racistas, especialmente contra los inmigrantes y los musulmanes”.

La declaración llega en un momento en que la AfD está en crecimiento, pero también aumentan las voces que alertan en su contra. Tiempo atrás, más de 120 parlamentarios firmaron una moción para pedir al Tribunal Constitucional la prohibición del partido, una posibilidad que está en debate en la política alemana. Sin embargo, esa propuesta no llegó a votarse en el Parlamento.

Fuera de Alemania también generó reacciones la decisión sobre la AfD, en particular en Estados Unidos. El jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, dijo que “Alemania acaba de dar a su agencia de espionaje nuevos poderes para vigilar a la oposición”, llamó a revertir esta decisión y afirmó que “eso no es democracia: es tiranía disfrazada”.

También el dueño de X y actual integrante del gobierno estadounidense, Elon Musk, que había apoyado públicamente a esa organización de la extrema derecha alemana, manifestó que “prohibir a la centrista AfD, el partido más popular de Alemania, sería un ataque extremo contra la democracia”.