Hay reglas de acción no tan escritas como dichas que son usuales en el ámbito de la selección uruguaya de los tiempos de Oscar Washington Tabárez, pero que la sociedad debe tomar como válidas o aplicables a otros asuntos capaz –y sin capaz– algo o mucho más serios que el fútbol.

Las tres e. Una no tan conocida habla de las “tres e”, es decir, de tres palabras que empiezan con la letra e, que tienen que ver con el proceso de aprendizaje de los futbolistas o, mejor, de los equipos que forma el entrenador nacional uruguayo.

El esquema puede parecer elemental y se podría encontrar en variados textos relativos a la pedagogía.

Las “tres e” de Tabárez, Celso Otero y toda la banda hablan de “enseñanza, entrenamiento y evaluación”.

Son, dentro de los “procesos de selección”, esquemas que se vuelven vida tanto en los largos meses de preparación de las selecciones juveniles como en los cortos y ricos encuentros con los jugadores celestes de elite.

Siempre hay enseñanzas adaptadas a cada situación, tanto para el joven e inexperto futbolista cercano a los 14 a 19 años como para el experimentado y ya consagrado.

Si siempre se aprende, siempre hay que enseñar.

Luego viene el entrenamiento, es decir, la puesta en práctica experimental. Ese entrenamiento puede ser individualizado pero fatalmente terminará en una puesta en cancha en colectivo ¡y con oposición!, porque donde uno quiere hacer hay otro que desea impedir. El rival siempre estará. Se trata de superar a otro en lo individual y en lo colectivo. O superar obstáculos naturales o artificiales si de la vida hablamos.

Finalmente, la última letra e encabeza la palabra evaluación.

Tras la obra concluida (entrenamiento, partido, torneo, etc.), habrá análisis realizados de múltiples maneras; a ojímetro sí, pero cada vez con más fuerza utilizando apoyos técnicos o científicos cada vez más a la mano. Habrá que analizar qué se hizo de positivo y qué de negativo. Se llegará a conclusiones, primarias o definitivas, de los porqué se produjeron determinados fracasos y dónde, cómo y por quiénes se ubicaron los aciertos buscados.

¿Cuántas veces un entrenador ve jugar a su equipo y –ante errores evidentes y garrafales– piensa que falló? En tal situación puede no haber enseñado, o enseñó pero de mala manera con insuficiencia o no fue todo lo exigente en el entrenamiento –exigencia podría ser la cuarta palabra con e al comienzo que podría entrar en el combo– y seguirá cavilando y, de repente, puede concluir que no conquistó la mente y el corazón de su jugador –su alumno– de manera convincente y suficiente.

Ciertamente, la regla de las tres e aplicada en la selección uruguaya tiene aptitud de ser replicada a su modo, a su manera, en el resto de las actividades de la sociedad.

Tres palabras encierran todo.

Antes de cada partido, amistoso u oficial, Tabárez mencionará directa o indirectamente las tres palabras guía para explicar la forma en que se encarará ese encuentro.

A sus jugadores-alumnos les pedirá comportamiento, rendimiento y resultado. Y les dirá de qué cuestiones concretas habla, a qué se refiere. Y seguirá explicando.

Trate el lector de aplicar esas tres obligaciones prepartido a su propio accionar en el día a día. Verá que hay relación.

Todo es posible con criterios muy pensados y profundos guías docentes.