En el período pasado creamos una nueva universidad pública (Universidad Tecnológica, Utec), expandimos el alcance de la Udelar y fracasamos en la instalación de una universidad concebida para la formación docente. Paradójicamente, la mayoría de la oposición (parte del Partido Colorado, todo el Partido Nacional y el Partido Independiente) se negó a votar la instalación de una institución pública autónoma y cogobernada (como lo había hecho con la Utec).

Hoy el tema está otra vez sobre la mesa. Se plantea la posibilidad de crear una institución de carácter universitario que forme a todos los docentes del país para todas las ramas educativas. Esta discusión no se trata sobre cambiar un título terciario por uno universitario. El objetivo esencial de la Universidad de la Educación (Uned) es constituir profesionales de la educación en base a una formación integral que incluya no sólo lo enseñanza, sino también la investigación y la extensión como pilares de la vida universitaria.

La formación docente tiene suficiente masa crítica como para constituirse en una universidad, con 32 centros (31 de formación terciaria no universitaria y uno de formación en servicio) distribuidos por todo el país, con más de 20.000 estudiantes.

Uruguay tiene una deuda histórica con la formación docente, que en muchos países de América Latina es de carácter universitario (1). Lo mismo sucede en Europa, donde desde mediados de la década de 1970 se inició un gradual pasaje hacia el carácter universitario de la carrera docente. Hace más de diez años los profesores de formación docente, reunidos en una ATD, lanzaron la idea.

Plantear una transformación a nuevas realidades no implica desconocer la larga trayectoria en la formación de educadores en Uruguay, tanto a nivel magisterial (desde aquel lejano 1882 con el Instituto Normal de Señoritas) como de educación media (la creación del Instituto de Profesores Artigas data de 1949). La extensa red de centros conformada por los Institutos Normales, los Institutos de Formación Docente y los Centros Regionales de Profesores merece una adaptación, sin perder la fortaleza derivada de la pluralidad de enfoques que transmiten y su función social para la comunidad.

La titulación en educación media sigue siendo un desafío. En 2015, 67% de los profesores de secundaria había culminado la carrera (8% más que en 2007 y 36% más que en 1995). Más alarmante es la situación en educación técnica: sólo 41% de los profesores cuenta con el título. La Uned debe fijar como uno de sus principales objetivos elevar estos números.

Otro elemento central a la hora de pensar la Uned es su capacidad de generar espacios de formación permanente. La actualización es una herramienta esencial para la profesionalización docente. Por tanto, se deberá brindar una extensa oferta de titulaciones de grado, especializaciones, posgrado y doctorado en todo lo relacionado con las ciencias de la educación, generando una alianza estratégica con la Udelar y la Utec. Desde la Udelar se ha tratado en forma dispar la oferta de posgrados, con los esfuerzos realizados por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y su reciente oferta de maestrías y posgrados en Educación. En el mismo sentido, la Facultad de Ciencias y la Facultad de Ciencias Sociales han generado ofertas educativas para egresados de Formación Docente, decisión que debe ser destacada y valorada. El Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores (IPES) constituyó un mojón en este camino, que aún resulta insuficiente.

Al mismo tiempo, lograr la formación universitaria facilitará la movilidad académica de los estudiantes, docentes e investigadores en otras instituciones terciarias y universitarias, públicas y privadas; como también revalidar y reconocer estudios, títulos, créditos o trayectos educativos de otros centros nacionales e internacionales.

La Uned también debe generar una amplia red en el área de la investigación. En este sentido, se debe reconocer que el actual Consejo de Formación en Educación ha desarrollado políticas para establecer espacios de investigación permanente, con un incipiente proceso de departamentalización.

Se debe convertir la extensión universitaria en el vehículo de democratización del conocimiento. La producción académica debe estar al servicio de la ciudadanía, tendiendo puentes con los centros educativos, pero también en una versión más amplia, generando ámbitos de divulgación con toda la comunidad.

La tercera universidad del país debe ser cogobernada y autónoma, como prevé la Constitución de la República. Tiene que ser cogobernada porque la democracia interna en las instituciones universitarias públicas no es un principio estético, es un principio ético, hace al consenso necesario en la toma de decisiones y también a la formación de profesionales de la educación. El cogobierno es una formidable escuela de ciudadanía, su ejercicio es clave para docentes comprometidos con la vida cotidiana que sean capaces de comprender y propiciar la participación social y política en estudiantes y centros. También debe ser autónoma como forma de garantizar el ejercicio de la libertad de cátedra, pero asegurando la coordinación estratégica en el plano nacional.

La educación se ha transformado en los últimos años en una de las “banderas” de la oposición para argumentar en contra de las políticas del gobierno. La propuesta de la Uned apunta directamente a mejorar uno de los puntos básicos de cualquier sistema educativo: la calidad de sus docentes.

Esperamos que la honda preocupación que muestra la oposición frente a este tema no sea solamente un discurso con fines electorales. Tenemos que jerarquizar la tarea docente, no sólo con la mejora del salario y las condiciones de trabajo, sino con una formación que integre educación, extensión e investigación.

(1) A modo de ejemplo: la Universidad Pedagógica Nacional de México; la Universidad de Ciencias Pedagógicas para la Educación Técnica y Profesional de Cuba; la Universidad Pedagógica Libertador de Venezuela; la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia; la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán de Honduras; la Universidad Pedagógica de El Salvador; la Universidad Pedagógica de Buenos Aires.

Sebastián Sabini