Lo que parecía imposible ha sucedido: apenas ocho semanas después de que Theresa May convocase unas elecciones con la intención declarada de reforzar su mayoría absoluta en el Parlamento británico, los conservadores no han ganado los escaños suficientes para gobernar solos.

Según los últimos datos, los conservadores habrían conseguido 318 escaños, 12 menos de los que tenían. Los laboristas ganarían 261, 29 más que en las elecciones de 2015. De esta forma, la primera ministra quedaría por debajo de la mayoría absoluta (326 diputados) a tan sólo diez días del comienzo de las negociaciones del Brexit.

Los conservadores necesitan ahora el apoyo de un segundo partido, bien sea para formar una coalición o bien para constituir un gobierno tory en minoría. A pesar del incremento sustancial de los laboristas, no parece que Jeremy Corbyn pueda gobernar solamente con el apoyo de los Liberal Demócratas y el Partido Nacionalista Escocés.

Técnicamente, los conservadores han ganado las elecciones, pero el resultado es, indudablemente, un fracaso para Theresa May. La primera ministra basó la campaña en su capacidad para llevar a cabo el mejor Brexit posible para los británicos, pero ahora no sólo está en peligro su futuro, sino también su visión sobre el proceso de ruptura con la Unión Europea.

La nefasta campaña de May

En democracia no se puede dar nada por sentado, y mucho menos la intención de los votantes. Así lo afirma Tony Travers, director del Instituto de Asuntos Públicos de la London School of Economics, a la hora de analizar el auge y caída de Theresa May. La primera ministra convocó las elecciones anticipadas el 18 de abril con la intención de afianzar su mayoría en el Parlamento británico de cara a las negociaciones del Brexit. En ese momento, la mayoría de las encuestas le daba una ventaja de casi 20 puntos sobre los laboristas.

Sin embargo, la líder conservadora ha llevado a cabo una campaña desorganizada y repleta de contradicciones, y sus propuestas no han calado en el electorado. También se ha negado a participar en los debates con los otros candidatos y no ha querido dar detalles sobre su estrategia para el Brexit.

Cordelia Hay, investigadora del Instituto Britain Thinks, explica que los focus groups llevados a cabo por el Instituto demuestran que, durante el período electoral, los votantes normalmente recuerdan entre dos o tres propuestas de cada partido. En esta campaña, los electores han valorado de forma especial el aumento de la financiación del Servicio Nacional de Salud y la abolición de las tasas universitarias, propuestas por los laboristas.

Por otro lado, las medidas conservadoras más resaltadas por los votantes han sido la polémica “dementia tax” (una controvertida medida que especifica que cualquier persona con activos con valor superior a 100.000 libras —incluyendo el de sus hogares— tendrá que pagar por sus cuidados domiciliarios) y la posible revocación de la prohibición de la caza del zorro, ambas muy impopulares. La valoración de los dos principales líderes también ha cambiado de forma considerable a lo largo del período electoral. Según las encuestas, la popularidad de May ha ido cayendo en estas últimas semanas, hasta el punto de que 37% de los votantes tenía una visión más negativa de la primera ministra en la última semana de campaña que al comienzo. En cambio, la popularidad de Jeremy Corbyn comenzó a subir tras la publicación del manifiesto laborista.

Mick Cox, director del think tank LSE Ideas, afirma que el Partido Laborista ha superado las expectativas, porque, al contrario que May, ha llevado a cabo una campaña sólida y consistente, enfocada en los temas que de verdad importan a los votantes.

¿Las elecciones del Brexit?

A la hora de la verdad, parece que la razón por la que Theresa May convocó las elecciones no ha tenido un gran efecto sobre los votantes. Aunque sí ha habido un trasvase de votantes tradicionalmente laboristas al Partido Conservador en algunas de las áreas que votaron por el Brexit, este movimiento no ha sido tan extendido como esperaba el partido de May, que ha invertido gran parte del período electoral haciendo campaña en estas áreas.

Cordelia Hay afirma que las elecciones nunca fueron sobre el Brexit. “Tanto el Partido Laborista como el Partido Conservador son partidarios de seguir con el proceso de abandonar la Unión Europea, por lo que para la mayoría de los votantes se trata de un tema cerrado”, afirma la experta. Mick Cox señala que resulta irónico que el motivo por el que se convocaron las elecciones no haya salido prácticamente a relucir durante la campaña. “Nadie sabe qué tipo de Brexit quiere realmente Jeremy Corbyn”, dice Cox.

En efecto, el manifiesto del líder laborista ha sido deliberadamente ambiguo en lo que se refiere a su estrategia sobre la salida de la Unión Europea. Aunque en el documento se insiste en que se debe poner fin a la libre circulación de personas, también apuesta por mantener los beneficios del mercado único y asegurar los derechos de los ciudadanos europeos residentes en Reino Unido.

Con esta posición ambivalente, los laboristas parecían intentar lo imposible: reconectar con los tradicionales bastiones laboristas que votaron a favor de salir de la Unión Europea el año pasado y que podían sentirse atraídos por el Brexit duro de los conservadores sin alienar a su base de jóvenes y metropolitanos que votaron por el Remain. El resultado electoral parece indicar que, contra toda expectativa, han conseguido encontrar este equilibrio. Mientras, los conservadores han eludido tratar el tema por el que han convocado las elecciones, solicitando a cambio un voto de confianza ciega a May.

¿Qué significa esto para el Brexit?

Para Mick Cox, que las elecciones no se hayan centrado en el Brexit no resta importancia a las consecuencias que el resultado electoral va a tener sobre la estrategia de Reino Unido de cara a las negociaciones. “Theresa May ha basado las elecciones en su capacidad de liderazgo a la hora de negociar el Brexit, y está claro que el electorado no ha apoyado su visión”, dice el experto.

Cox afirma que, tras el desenlace electoral, “podemos esperar un cambio importante, tanto en la estrategia conservadora como en la de los laboristas”. David Davis, ministro para el Brexit, ha dado la primera indicación de que la posición de los conservadores podría cambiar tras los comicios: poco después de que se conociesen los sondeos a pie de urna, sugería que si los conservadores perdían la mayoría, también podrían perder su mandato de sacar a Reino Unido del mercado único.

El director del LSE Ideas afirma que el resultado electoral abre todo un abanico de posibilidades, incluyendo la convocatoria de un segundo referéndum. “Lo que está claro es que esto hace más difícil el Brexit duro que quiere May”, explica. “El Parlamento británico, y los dos partidos, tendrán ahora mucha más libertad de maniobra para decidir qué tipo de Brexit quieren”.

Los jóvenes y el voto anti-establishment

Una vez más, una de las razones por las que el resultado ha sido tan sorprendente hay que buscarla en los pronósticos de las encuestas: mientras que sondeos como el de YouGov o Summation se han acercado bastante a la realidad, casi todos daban por sentada la mayoría absoluta de los conservadores.

Estas diferencias se deben principalmente a las distintas maneras de medir el voto de los jóvenes; por su histórica escasa participación, gran parte de las encuestas han subestimado su voto. El hecho de que esa tendencia se haya revertido en estas elecciones ha sido una de las noticias más comentadas de la noche: según Sky News, más de 66% de los jóvenes entre 18 y 24 años fueron a votar, comparado con el 43% de las elecciones de 2015. Los jóvenes no son los únicos que han ido a votar en masa: la participación ha sido casi de 70%, la más alta en unas elecciones generales desde los comicios de 1997.

Tony Travers remarca que el voto anti-establishment también ha jugado un papel importante. “El Brexit fue un voto contra las elites por parte de aquellos que consideran que se han quedado atrás. Estas elecciones han sido muy similares. También ha sido una reacción contra la elite, en este caso contra Theresa May”, dice el experto.

¿Qué ha pasado en Escocia?

Una de las grandes sorpresas de la noche ha sido la caída del SNP (Partido Nacional Escocés) y el resurgimiento de los conservadores al otro lado de la frontera. En 2015, el partido de Nicola Sturgeon barrió al ganar 56 de los 59 escaños escoceses. Sin embargo, estas elecciones han visto subir tanto a los laboristas como a los conservadores y el SNP ha quedado con 35 escaños.

Aunque esta caída resulta llamativa, hay que tener en cuenta que el escenario político en Escocia es radicalmente distinto a como era en 2015. En la votación de junio del año pasado, 62% de los escoceses votó a favor de permanecer en la Unión Europea, frente a 48% de los británicos. Tras este resultado, la primera ministra escocesa anunció que Escocia tenía derecho a convocar un segundo referéndum de independencia, pese a que en el anterior de 2014 perdió la causa independentista y, supuestamente, el debate había quedado zanjado por un tiempo.

Este anuncio ha causado reacciones contrapuestas en Escocia, porque muchos escoceses (y la mayor parte de los británicos) se oponen a un segundo referéndum. La posición claramente pro europea del SNP contrasta con la de muchos escoceses que apuestan por la independencia pero votaron a favor de salir de la Unión Europea y viceversa. La mayoría de los escaños que ha perdido el SNP han ido a parar a los conservadores, por lo que parece que el partido de Theresa May se ha beneficiado de los votos de los que están contra la independencia y a favor de salir de la Unión Europea. En todo caso, este resultado hace menos probable la convocatoria de un segundo referéndum.

¿Qué va a pasar ahora?

Los conservadores tienen mayoría, y fueron los primeros en intentar llegar a un acuerdo con otros partidos. La mayor esperanza de Theresa May eran los Unionistas Demócratas (DUP) de Irlanda del Norte, que obtuvieron diez escaños, dos más que en 2015. El DUP es aliado de los tories en el Parlamento y también apoya el Brexit, por lo que es la opción más razonable.

Y mientras, según los medios británicos, los compañeros de filas de May no han decidido aún sobre si la primera ministra debería dimitir. Aunque los conservadores han ganado los comicios, el objetivo de estas elecciones anticipadas era aumentar su mayoría en el Parlamento, por lo que la oposición —y probablemente muchos dentro de su partido— verán este resultado como un rechazo a su liderazgo.

A pesar de que May ya ha anunciado que intentará formar gobierno, su futuro sigue sin estar despejado; aun cabe la posibilidad de que las presiones internas la obliguen a abandonar. Dimita o no, es evidente que el resultado de las elecciones es un enorme fracaso personal para Theresa May.