Un 23 de junio, pero de 1968, hace hoy exactamente 50 años, se produjo el llamamiento por la democracia y la unidad de las fuerzas progresistas del país por parte del Partido Demócrata Cristiano (PDC), representado por su presidente, el entonces diputado por Montevideo, arquitecto Juan Pablo Terra.1 Lo hizo mediante una cadena de radio (por múltiples emisoras) y televisión (Teledoce) en la que denunció la terrible crisis económica, social y política que asolaba al país en esa época, tan sólo diez días después de que el presidente Jorge Pacheco Areco decretara medidas prontas de seguridad para reprimir brutalmente al movimiento obrero y estudiantil en lucha contra el programa de ajuste fondomonetarista.

En su mensaje Terra diagnosticaba el estado de situación del país: “El campo estancado no nos proporciona bastantes productos para exportar y no muestra el menor repunte. La industria paralizada no contiene la ola de una desocupación que desanima a muchos hasta empujarlos a la emigración. La inflación enloquecida destruye el poder adquisitivo de los salarios, que quedan cada vez más retrasados. El país mendigando ayuda al extranjero se endeuda cada vez más, firma nuevos compromisos, y pierde su misma libertad de decidir. Campea la especulación y la riqueza se nos va al extranjero”. Este panorama económico sombrío que el país arrastraba desde mediados de la década de los 50, y que a esta altura evidenciaba ya una compleja crisis estructural de la economía nacional, había generado una pérdida de confianza en la ciudadanía, fundamentalmente con respecto a la política económica del gobierno. “Política económica que confía a los dólares prestados la recuperación del país; que confía en la libertad de cambio; que trata sobre todo de contener los salarios como si fueran la causa de la inflación, a pesar de estar continuamente en pérdida; que posterga para un futuro de palabras suntuosas, siempre en futuro, las grandes reformas estructurales sin las cuales el país no se salva. Una política entregada a los grupos poderosos, preocupada por dar a estos la confianza y las ganancias, que deberían tal vez llevarlos a realizar ellos el impulso del desarrollo del país. Confianza que nunca se logra, y recuperación que nunca comienza”.

Mantener una política económica antipopular por tantos años, bajo distintos partidos y sectores en el gobierno, llevó a Juan Pablo Terra a sostener que, ante todo, se trataba básicamente de una crisis política sistémica, pero fundamentalmente de los partidos políticos. Los partidos tradicionales, la única opción de gobierno real hasta ese momento, eran muy efectivos en la instancia electoral (ley de lemas y doble voto simultáneo mediante), pero se mantenían divididos, enfrentados e incoherentes a la hora de gobernar; no eran más que “grandes cooperativas de votación sin autoridades comunes, sin programa común, sin ningún elemento aglutinador de fondo”. Fue especialmente crítico con el Partido Colorado (PC), partido de gobierno en ese momento, que había llegado al poder tras una campaña en la que prometía abandonar la política económica de los colegiados blancos. Sin embargo, el PC las mantuvo, para sorpresa de todos, incluso para muchos de sus representantes en el Parlamento, que terminaron actuando como opositores al gobierno de su propio lema (entre otros, el senador Zelmar Michelini).

Frente al menoscabo de la política y la defraudación de la ciudadanía, la respuesta de la oposición no podía ser la resignación, sino la reafirmación de que era posible una política distinta, pero siendo fundamental repensar la ingeniería electoral para incidir en la realidad. Se preguntaba Juan Pablo Terra: “¿Qué ve el público de quienes sostenemos que hay que gobernar sobre bases radicalmente distintas? De los que hablamos de emprender sin demora la reforma agraria, de los que hablamos de poner en manos del Estado renglones fundamentales del comercio exterior, de los que hablamos de hacer un manejo dirigido del cambio por lo menos para los artículos fundamentales, de los que hablamos de sostener a toda costa el poder adquisitivo del salario, de los que hablamos de tantos temas coincidiendo en las expresiones. ¿Qué ve el público? Nos ve atomizados, pulverizados, repartidos entre distintos partidos, paralizados muchas veces por disciplinas partidarias, y entiende que eso no conforma una alternativa de gobierno. No forma una posibilidad real distinta”. Hasta ese momento se habían sucedido estrategias parciales de unidad de la izquierda. En 1962 había nacido la Unión Popular bajo el liderazgo de Enrique Erro y su sector de origen nacionalista en alianza con los socialistas; por otro lado, también el FIDEL, bajo la conducción del Partido Comunista, recogía apoyos aislados y minoritarios desde el punto de vista electoral provenientes de los partidos tradicionales, como el grupo de Ariel Collazo. En el primer caso, el resultado electoral de dicha alianza fue negativo, decreciendo notoriamente su votación y entrando en crisis el Partido Socialista; en el segundo, fue positivo para el Partido Comunista, pero sin llegar bajo ningún concepto a poner en riesgo la dinámica electoral favorable a los partidos tradicionales, que seguían acaparando 90% de la voluntad ciudadana en los comicios. Derrotar esa lógica bipartidista resultaba indispensable para pensar en cualquier transformación profunda y de largo aliento para el país. Eso lo sabían muy bien Juan Pablo Terra y el PDC y a eso se abocaron en aquellos años.

Precisamente en el centro del mensaje del PDC estaba la propuesta de unidad de las fuerzas políticas democráticas y progresistas del país para superar la crisis estructural. En este llamado, tan olvidado desde la academia y desde la política, encontramos, sin lugar a dudas, el germen fundacional del Frente Amplio (FA). Se preguntaba Juan Pablo Terra: “¿Es o no posible, en esta grave emergencia nacional, en torno a un programa mínimo común, sumar los esfuerzos para proponer y sostener una alternativa distinta de política? Es decir, los que discrepamos en la línea actual, ¿somos capaces de formar un programa mínimo común y unir nuestros esfuerzos para defender y sostener la sustitución de la actual política por una distinta? Porque si nos siguen viendo totalmente dispersos, ineficaces para sostener una política diferente, el público puede creer que no hay salida ninguna, y que seguiremos de elección en elección renovando grandes partidos en el gobierno hasta la destrucción total. Y el país no soporta mucho tiempo más por este camino”. Fue finalmente posible, pero extremadamente difícil. Se trataba de una apuesta política fuerte, sin garantía alguna de éxito. En muchos sentidos significaba un auténtico salto de fe. Entre el 23 de junio de 1968 y el 5 de febrero de 1971, cuando se cristalizó oficialmente el FA, fue necesario mucho trabajo, esfuerzo militante, perseverancia ante negativas, escepticismos y chicaneos políticos, construcción de consensos y caminos de entendimiento para lograr, finalmente, una herramienta política lo suficientemente generosa y amplia para alumbrar una nueva realidad para el país. Y para lograrlo, fundamentalmente, había que romper con la unidad ficticia pero efectiva de los partidos tradicionales, por la que los políticos y sectores progresistas terminaban siendo funcionales a los sectores conservadores de acuerdo a las leyes electorales vigentes. Era necesario sumar todas las voluntades progresistas y democráticas posibles, sin exclusiones de ningún tipo, bajo un mismo lema, lo mejor de las tradiciones políticas del país: batllistas, nacionalistas, socialdemócratas, democristianos, socialistas, comunistas confluyendo en un mismo programa acordado, una ética y una práctica política común. La unidad del pueblo debía ser plural o no sería. Ese fue uno de los legados más importantes del PDC y de su líder, Juan Pablo Terra, en la historia de la izquierda uruguaya y la política nacional.

El profesor Julio R Ilha López es docente de Historia egresado del Instituto de Profesores Artigas. Militante demócrata cristiano. Autor de los libros El PDC protagonista en la creación del Frente Amplio y La construcción ideológica de una izquierda cristiana en Uruguay.


  1. El documento “Mensaje del Partido Demócrata Cristiano” (23/6/1968) y el análisis de la temática correspondiente se encuentran en Ilha López, Julio: El PDC protagonista en la creación del Frente Amplio. Instituto Humanista Cristiano Juan Pablo Terra, Montevideo, 2014.