El jueves la Corte Electoral proclamó a Luis Lacalle Pou como presidente electo, y anoche sus partidarios tenían pensado celebrarlo con un acto en la rambla de Montevideo, hasta que llegó la lluvia. Entre las elecciones del domingo y ese festejo aguado, el nuevo presidente no estuvo inactivo: comenzó a definir su futuro gabinete, tratando de contemplar los equilibrios y las demandas de la coalición de partidos con la que se propone gobernar. Esas primeras movidas, sumadas a algunos hechos ocurridos en el tramo final de la campaña, permiten avizorar parte de los desafíos que deberá enfrentar Lacalle Pou en los próximos años.

Tanto en un escenario de ruptura de la coalición gobernante como en otro, más grave, de presión sobre las instituciones republicanas por parte de Manini y los suyos, se volverá esencial la relación del presidente con el Frente Amplio.

Es especialmente relevante el hecho de que Guido Manini Ríos haya anunciado su decisión de no integrar el equipo ministerial para, en cambio, ocupar su banca en el Senado. Más allá de las tensiones que puede generar su pedido de desafuero –la Justicia ya solicitó retirar el privilegio, en el marco de una causa que lo investiga por presunta omisión en el caso Gavazzo– es muy probable que, por otros motivos, el líder de Cabildo Abierto (CA) ponga a prueba a sus actuales socios, e incluso a todo el sistema político, tal como ocurrió durante la campaña electoral. Su apelación a la corporación militar, los vínculos de parte de su entorno con la dictadura de 1973-1984 y las posiciones que ya dejaron ver algunos integrantes de su “bancada de outsiders”, sumados a las aspiraciones personales del propio Manini, arrojan dudas sobre la permanencia de CA en la coalición de gobierno, o por lo menos sobre el modo y las intenciones con que la integrará.

Tanto en un escenario de ruptura de la coalición como en otro, más grave, de presión sobre las instituciones republicanas por parte de Manini y los suyos, se volverá esencial el rol que decida adoptar el Frente Amplio (FA). Al ya de por sí complejo debate entre “oposición constructiva” y “defensa de lo conquistado”, anunciado por varios dirigentes, el FA posiblemente deba agregarle la responsabilidad de dotar de gobernabilidad a la administración de Lacalle Pou.

Tal vez en ese sentido deban interpretarse la reunión de ayer entre el candidato presidencial del FA y el presidente electo, así como otros contactos entre asesores de Lacalle Pou y dirigentes frenteamplistas. Los últimos meses permitieron apreciar la medida en que Lacalle Pou maduró respecto de la anterior campaña electoral, en un aprendizaje que le permitió superar varias situaciones adversas en su camino a la presidencia. De la misma forma, es muy posible que encuentre en la complicada situación regional una señal para que los tiempos venideros sean de amplios acuerdos entre los sectores democráticos.