Joe Biden y los demócratas se han negado rotundamente a articular una visión política alternativa convincente a la política reaccionaria de derecha de Donald Trump. Es probable que Trump haya perdido, pero al no haberse creado una alternativa para derrotarlo, el trumpismo podría regresar por su venganza dentro de cuatro años.
Independientemente de los resultados, lo que sabemos con certeza es que las elecciones estadounidenses de 2020 no marcarán el fin del trumpismo, incluso si, como parece cada vez más probable, el propio Trump termina perdiendo las elecciones. A pesar de su incompetencia y su insensibilidad ante la pandemia y la crisis económica, que erosionaron un poco su apoyo, Trump ha conservado el respaldo de una minoría significativa de votantes estadounidenses.
Gracias a un sistema electoral tremendamente antidemocrático, es poco probable, pero aún posible, que esta minoría le permita permanecer en el poder (no hay ningún escenario en este momento en el que Trump gane el voto popular nacional). Pero incluso con una victoria de Biden, la base de Trump no irá a ninguna parte. En particular, podemos esperar que algunos de los partidarios de extrema derecha de Trump, envalentonados por su retórica racista y xenófoba, intensifiquen su actividad después de las elecciones.
Además de eso, con el Senado probablemente bajo control republicano y un Poder Judicial plagado de personas designadas por Trump (no sólo la Corte Suprema), sus partidarios conservarán muchas vías para ejercer el poder. En cuanto al propio Trump, no podemos excluir la posibilidad de que siga haciendo campaña para poder postularse nuevamente en 2024. En cualquier caso, es probable que el Partido Republicano siga siendo el partido de Trump en el futuro.
En cuanto a los demócratas, carecen de cualquier tipo de visión política coherente para contrarrestar el trumpismo. El principal –en realidad, el único– mensaje de Biden durante la campaña fue que él no era Trump. Se negó rotundamente a promover cualquier tipo de visión integral y progresista para responder a los problemas candentes de hoy, como el cambio climático, la crisis económica, la justicia racial, la atención médica y más. Biden incluso se jactó en varias instancias del hecho de que venció a candidatos como Bernie Sanders, que estaban promoviendo ese tipo de visión, precisamente porque él la rechaza.
El fenómeno Trump es síntoma de una profunda crisis de representación política en Estados Unidos. Ninguno de los dos partidos principales puede abordar las preocupaciones de la gran mayoría de los estadounidenses.
Pero al rechazar una visión más amplia, y al hacer poco más que prometer un regreso a la “normalidad”, el presidente Biden correría el riesgo de regresar al mismo tipo de política que sentó las bases para Trump. El fenómeno Trump es síntoma de una profunda crisis de representación política en Estados Unidos. Ninguno de los dos partidos principales puede abordar las preocupaciones de la gran mayoría de los estadounidenses: seguridad económica, atención médica, empleos. Es posible que Trump haya fracasado en abordar estos problemas y que nunca haya tenido la intención de solucionarlos, pero al menos habló sobre ellos de una manera que resonó en una parte significativa y desesperada de la población.
Mientras tanto, el Partido Demócrata, que supuestamente representa los intereses de los votantes de clase media y trabajadora, ha promovido, al menos desde la era de Bill Clinton, políticas que han descuidado su base aparente en favor de la convivencia con Wall Street. En 2016, el partido pagó el precio por estas políticas, ya que algunos votantes blancos de la clase trabajadora en el Medio Oeste se cambiaron a Trump, mientras que muchos votantes afrodescendientes desilusionados se quedaron en casa, despejando el estrecho camino de Trump hacia la victoria. En ausencia de una visión política progresista convincente de Biden, es probable que veamos el regreso de una forma amplificada de trumpismo dentro de cuatro años.
Por supuesto, nadie debería hacerse ilusiones de que Biden o el Partido Demócrata sean capaces de promover el tipo de visión política amplia que necesitamos en este momento. Eso dependerá enteramente de la movilización que la izquierda pueda generar en las calles para forzar políticas como Medicare para todos, un Green New Deal, quitar fondos a la Policía e impulsar otros puntos en la agenda política.
Aquellos en la izquierda que apoyaron de mala gana a Biden en 2020 argumentaron que crearía un terreno organizativo más favorable. Con Biden como probable vencedor, es hora de poner manos a la obra para dar forma a ese nuevo terreno.
Barry Eidlin es profesor asistente de Sociología en la Universidad McGill de Estados Unidos. Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Jacobin.