Cuando el actual oficialismo era oposición, fue muy frecuente que criticara buena parte de la política exterior, alegando que estaba orientada por “afinidades ideológicas”, y que los gobernantes no deben guiarse por sus preferencias en ese terreno, sino por los intereses nacionales.

La contraposición es discutible, ya que la ideología implica también una forma de valorar los intereses del país y de su gente, pero esa postura contraria a la diplomacia por “afinidades ideológicas” quedó escrita en “Compromiso por el país”, el acuerdo de los partidos Nacional, Colorado, Cabildo Abierto, Independiente y De la Gente para justificar su apoyo a Luis Lacalle Pou en el balotaje del año pasado.

A su vez, Lacalle Pou ha reiterado la misma posición desde que es presidente de la República, por ejemplo al comienzo de la larga entrevista que le concedió, esta semana, al periodista Alfredo Leuco, para su programa en el canal argentino Todo Noticias. Por eso mismo es criticable que, luego, se prestara a un juego político interno de Argentina, en contra del actual gobierno de ese país, con el que a Uruguay le resulta inevitable mantener una estrecha relación.

No hacía falta ser muy suspicaz para darse cuenta de que Leuco buscaba comparar las decisiones adoptadas por Lacalle Pou con las de su par argentino Alberto Fernández, para cuestionar a este. Aun en la improbable hipótesis de que el presidente de nuestro país no se hubiera dado cuenta de esto en esa entrevista, es imposible que no lo tuviera presente en la que, luego, le realizaron para el programa del canal El Nueve que conduce Viviana Canosa, quien desde el primer momento apuntó expresamente a destacar esa contraposición.

Sin embargo, Lacalle Pou no sólo evitó tomar precauciones que lo distanciaran de la operación política intentada por Canosa, sino que abundó en afirmaciones que la facilitaban. Ni siquiera consideró pertinente decir, en algún momento, que quizá hubiera alguna justificación de lo que ha hecho Fernández, o que en medio de la gran incertidumbre mundial acerca de la covid-19, nadie tenía total certeza sobre cuál era el mejor camino.

En otras palabras, cuando vio que la primera entrevista había sido muy comentada en Argentina, debido a su funcionalidad en el sempiterno conflicto entre peronistas y antiperonistas, decidió profundizar en esa línea. Con Leuco, Lacalle Pou operó como un promotor de la política lanzada por su gobierno para que argentinos ricos inviertan en Uruguay y radiquen aquí su residencia fiscal. Con Canosa, ni habló de ese tema, y por momentos pareció que su principal interés era la autopromoción, aun a costa de introducir un factor irritativo en las relaciones con Fernández.

La política mencionada en el párrafo anterior le disgusta, por razones obvias, al gobierno argentino. Se parece mucho a una apuesta por restaurar el atractivo de nuestro país para los evasores de impuestos, y puede ser motivo de medidas argentinas perjudiciales para intereses uruguayos. Sobre todo si viene condimentada con la intrusión de Lacalle Pou en la política argentina, jugando para el cuadro de Mauricio Macri.