Cada vez que vamos a un almacén, a un supermercado o a una estación de servicio, los uruguayos tenemos la sensación de que los precios aumentan más que nuestros ingresos, que cada vez alcanza menos nuestro salario o nuestra jubilación para comprar productos.
Este artículo tiene como objetivo confirmar dicha tesis con cifras oficiales sobre los precios de los bienes y sobre la evolución de los ingresos de los trabajadores y las trabajadoras.
A efectos de dar respuesta a este debate, se construyó una canasta mensual de gasto en alimentos de una familia de dos trabajadores asalariados con un hijo. Se comparó su costo entre febrero de 2020 y setiembre de 2021. Se tomó un consumo basado en consultas a referentes y de allí se construyó una canasta de alimentos y su composición. El cuadro 3 detalla esa canasta.
Esta primera versión incluye básicamente alimentos. No incluye frutas y verduras pues, dada su estacionalidad, no es comparable febrero con setiembre. En el caso de no alimentos, se incluyó garrafa de supergás de 13 kilos y nafta, precios regulados por el Poder Ejecutivo.
La fuente es el Instituto Nacional de Estadística (INE). Algunos alimentos no pudieron ser incluidos pues en dicha fuente no figura su precio.
Se tomó como base del ingreso del hogar el líquido de una familia compuesta por un trabajador/a cajero/a de supermercado y un docente Grado 4 con 30 horas de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Sus salarios surgen de la base de datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (Consejos de Salarios) y de las planillas de la ANEP.
Se comparó finalmente cuánto pesaba y cuánto pesa ese gasto en ese ingreso.
El cuadro 1 resume los datos relevados de los ingresos.
Este cuadro nos muestra la tacañez de la política salarial, teniendo en cuenta que en el caso de los privados el aumento adicional de julio de 2020 fue cero, y el único aumento resultó de los correctivos por inflación que ya estaban estipulados en la ronda de Consejos de Salarios del gobierno anterior.
El cuadro 2 resume los aumentos de los precios de los bienes de la canasta y su relación con los ingresos.
Conclusiones
La canasta aumentó 20,63% desde que asumió el gobierno. Sin embargo, los salarios de esta familia aumentaron 5,26%.
Mientras los ingresos aumentaron en torno a 5%, los precios lo hicieron en el orden de 20%, una diferencia de 15% en poco más de un año y medio.
En el sector público hubo un solo ajuste en enero, de 4,41%. Si el Frente Amplio hubiera seguido gobernando y siguiera vigente la Ley de Presupuesto de 2010 que este gobierno derogó, el aumento hubiera sido 5 puntos más, es decir, 9,41%. En el sector privado, como he dicho, se dio aumento por el correctivo del convenio que venía del gobierno anterior y ajustes fijos en enero y julio de 2021. Por lo tanto, esta evolución de salarios y sus aumentos de ingresos son representativos de la mayor parte de la clase trabajadora.
En conclusión, mientras los ingresos aumentaron en torno a 5%, los precios lo hicieron en el orden de 20%, una diferencia de 15% en poco más de un año y medio.
En el ingreso líquido de los hogares este consumo pesó más, pasando de 16,14 a 18,50%. Es decir, un aumento de 2,36%. Debió no sólo gastar más para comprar esta canasta, sino que, al mismo tiempo, debió gastar mayor parte de sus ingresos.
Es evidente que si incorporamos otros bienes, sobre los que el INE no releva precios unitarios, los aumentos también han estado por encima del aumento de salarios. Por ejemplo, las comidas fuera del hogar (en índice) aumentaron un promedio de 10% y los alquileres aumentaron por encima de la mejora salarial, y en algunos casos hubo hogares que en estos 17 meses tuvieron dos ajustes de alquiler. O sea que en el gasto global, todo el gasto de los hogares fue en línea con la pérdida de poder de compra.
Esta pérdida mide los datos comparando el inicio de este gobierno y el momento actual. Pero también es importante destacar que, más allá de esta comparación punta a punta, los ajustes de salarios que aquí computamos fueron en julio de 2020, enero de 2021 y julio de 2021, mientras que los aumentos de precios se constituyeron a lo largo del año, mes a mes o día a día. Y más grave aún, en el caso de los alimentos el empuje grande fue entre marzo y junio de 2020, mientras no había ocurrido ningún aumento de salarios desde enero de 2020. El gráfico que acompaña este artículo nos muestra esta diferente dinámica de precios y salarios que empeora la pérdida salarial descrita.
Si tomamos en cuenta lo que mes a mes va perdiendo esta familia de trabajadores en relación al aumento de precios, el total perdido equivale a un orden de 81.000 pesos, es decir, más de un mes de los ingresos de esta familia, en sólo 19 meses.
Hay que tener en cuenta, además, que en enero de 2011 (antes de esa fecha los indicadores del INE sobre el Índice de Precios al Consumo no publicaban precios promedio) en el ingreso líquido de los hogares, este consumo, con esta misma composición de bienes, pesaba 18,97%. Eso significa que la mejora en la capacidad de consumo desde enero de 2011 hasta febrero de 2020 (nueve años) se perdió en un año y medio, volviéndose al valor de 2011.
Pero el problema no termina ahí. La caída de salarios provoca la caída de jubilaciones, que se ajustan por la evolución de los salarios, reduce el mercado interno y provoca problemas a miles de pequeñas y medianas empresas.
Esa es la realidad de hoy. Incontrastable, con cifras que publica el propio gobierno. La carestía es un hecho y el planchazo salarial es la estrategia del gobierno para concentrar ingresos.