Como lo he señalado en diversas oportunidades, así como lo han planteado también otros compañeros y compañeras, el Frente Amplio necesita un examen interno tendiente a evaluar su conducta política, renovarla y recuperar condiciones para efectuar el gran aporte que debe realizar el mayor partido político del país.
Desde el punto de vista de las áreas a abordar como parte de tal reflexión, hay tres que asumen una importancia primordial. La primera es la que refiere directamente al origen de la política, como ciencia y como acción: la renovación ideológica. La segunda se vincula a la estructura orgánica del partido. La tercera alude al imprescindible recambio generacional que requiere un colectivo que ha cumplido los 50 años de edad y que desde las responsabilidades que asumió en esa trayectoria ha conocido y lidiado con cambios importantes en la realidad nacional.
Por otra parte, además de las responsabilidades que asumió a diferentes niveles de relevancia desde el punto de vista político, el Frente Amplio estuvo durante 15 años conduciendo el gobierno nacional, lo que significó una muy importante acumulación de experiencias relativas a todas las áreas sobre cuya base se podrían identificar y clasificar los diferentes aspectos que, en conjunto, han conformado la vida de los uruguayos. Una de esas áreas es la que refiere a la economía, con relevancia intrínseca pero también con capacidad para influir en la gestión y el funcionamiento de las otras.
Por esta razón, y sin perjuicio de los tres grandes ámbitos mencionados antes, un insumo imprescindible para trabajar en todos ellos es –precisamente– la acumulación de conocimientos y acciones políticas que constituyen la consecuencia de 15 años de gobierno nacional en materia económica.
Para acumular y organizar todo este material es posible realizar una suerte de inventario de decisiones y de acciones, con referencia a las materias a las que se vinculan. Un excelente ejemplo al que podemos recurrir al respecto es el trabajo que ha realizado Fernando Isabella y que ha titulado “Los pilares de la política económica del ciclo de izquierda en Uruguay”, publicado en la edición de la diaria del 19 de junio. Se trata de un muy buen trabajo, riguroso, ordenado y –especialmente– una rica base para intentar abordar etapas más avanzadas en la materia.
Precisamente, no hay un solo camino para definir esas etapas. Uno, evidente, es el de recorrer el contenido del artículo de Isabella y comentar la inclusión de las acciones que decidió incorporar en su inventario, así como los fundamentos en los que se basó para hacerlo. Sin duda, se trataría de un avance importante y muy útil para enriquecer el análisis autocrítico que el Frente Amplio se debe desde que finalizó su tercer período de gobierno y fue electoralmente desplazado.
No obstante, prefiero otra opción, más profunda y orientadora en lo que refiere al futuro, encarado especialmente en términos de mediano y de largo plazo. Se trata de considerar el trabajo de Isabella a un alto nivel de abstracción y, desde esa perspectiva, analizarlo con un enfoque epistemológico, esto es, desde su capacidad para contribuir a la creación de conocimiento.
Uno de los rasgos más evidentes que permiten definir el perfil ideológico del Frente Amplio, diferenciándolo respecto al del gobierno, tiene que ver, directa y extensamente, con la política económica.
Para seguir por este camino no hay una sola posibilidad. La que tomaré será la que refiere al punto de partida ideológico en el que se basa la conducta política del Frente Amplio. Sabiendo que en las circunstancias históricas contemporáneas el Frente Amplio no propone la superación del sistema capitalista, uno de los rasgos más evidentes que permiten definir su perfil ideológico, diferenciándolo respecto al del gobierno, tiene que ver, directa y extensamente, con la política económica. Me refiero a los roles que se asignan a las actividades pública y privada.
Para seguir avanzando en el análisis es preciso despejar algunas confusiones frecuentes cuando apuntamos a la definición de esos roles. Por un lado, tendemos a concebir lo público como lo colectivo y lo privado como lo individual, y de esa manera nos amputamos la posibilidad de profundizar en la consideración de actividades públicas desempeñadas por agentes individuales, así como de actividades privadas concebidas y realizadas colectivamente. Por otro lado, frecuentemente confundimos sector público con espacio público, un concepto que trasciende largamente al primero y -por eso mismo– ensancha las posibilidades de acción y de estudio en este campo de singular importancia para la definición del perfil ideológico de la política económica.
Sobre la base de este punto de partida, cabe definir los distintos tipos de intervención pública en el área económica a los que apelaron los gobiernos del Frente Amplio. Cabría considerar algunas características al respecto. La primera apunta al Estado como productor, particularmente de bienes públicos, que son los que en mayor o menor grado resisten la sustituibilidad, la exclusividad de uso o consumo y el rechazo a este último.
La segunda asigna un papel protagónico a la acción pública en materia de infraestructura básica y servicios fundamentales. También en este caso se verifica una fuerte presencia de bienes públicos y relevantes potencialidades.
La tercera refiere a lo que podemos denominar, genéricamente, conducción y regulación de la actividad económica, cuyo corazón es la coordinación macroeconómica, y que involucra a los instrumentos monetario, fiscal y de ingresos y cuenta con el apoyo del análisis y la gestión presupuestal.
Naturalmente, al tiempo que pone el acento en estas responsabilidades públicas, el perfil ideológico del Frente Amplio asume la presencia y la acción de la actividad privada en los dos primeros escenarios señalados antes, aunque con peculiaridades que importa señalar. Así, se busca que dicha actividad, tanto en la producción como en la construcción de infraestructura básica y la prestación de servicios fundamentales, tienda a la complementariedad –por ejemplo, con el objetivo de subsanar fallas de la acción pública– y genere condiciones para incrementar su carácter colectivo, como ocurre, por ejemplo, con el movimiento cooperativo. Por otra parte, en esta zona de la reflexión no es posible ignorar el papel de las agencias no gubernamentales, que pueden estar articuladas al sector privado o no, pero que pueden hacer un aporte relevante en el estímulo a la participación popular y la equidad.
El análisis precedente constituye una apretada síntesis muy abstracta del perfil ideológico del Frente Amplio en materia de política económica. Es a partir de esta síntesis que es preciso disminuir el nivel de abstracción e incorporar al análisis aspectos que aparecen lejanos en una primera visión, pero que resultan esenciales cuando se trata de crear conocimiento y no limitarse a una descripción histórica, que es insustituible pero no construye la teoría del funcionamiento de una determinada realidad. En nuestro caso, la realidad de la política económica del Frente Amplio entre 2005 y 2019.
Isabella nos resuelve con mucha solvencia la descripción de base, esto es, el inventario ordenado. Pero la cercanía y la profundidad de los escrutinios subsiguientes son indispensables. Entre otras cosas, para entender la selección del contenido de la caja de herramientas, esto es, los instrumentos a utilizar para hacer realidad las acciones que derivan del perfil ideológico. Se trata, ni más ni menos, que de decidir cómo se va a usar el poder al servicio de la acción política. Obviamente, el destino de este recorrido es la confrontación del material acumulado con la evidencia empírica, indispensable para saber no sólo si se alcanzaron los resultados esperados, sino también para comprobar si la experiencia acumulada constituye un progreso en el terreno del conocimiento teórico.