Cuatro días después de que Rusia invadiera ilegalmente Ucrania, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que “por primera vez en la historia” la Unión Europea (UE) financiaría “la compra y entrega de armas... a un país que está bajo ataque”. Unos días antes, había declarado que la UE era “una unión, una alianza” con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
A diferencia de la OTAN, la UE no es una alianza militar. Sin embargo, desde el comienzo de esta guerra se ha preocupado más por los asuntos militares que por la diplomacia. Este giro no fue inesperado.
El Tratado de Lisboa proporcionó la base legal para que la UE desarrollara una política común de seguridad y defensa. Entre 2014 y 2020, unos 25.600 millones de euros1 del dinero público de la UE se gastaron en reforzar su capacidad militar. El presupuesto 2021-2027 estableció un Fondo Europeo de Defensa (FED) de casi 8.000 millones de euros, siguiendo el modelo de dos programas precursores que por primera vez asignaron fondos de la UE a la investigación y el desarrollo de tecnologías militares innovadoras, incluidas armas altamente controvertidas que dependen de inteligencia artificial o sistemas automatizados. El FED no es más que un componente de un presupuesto de defensa europea mucho más amplio.
El gasto de la UE es indicativo de cómo este bloque se consolida como un proyecto político y de sus prioridades reales. Desde la década anterior, los problemas políticos y sociales tienden a ser abordados cada vez más desde una perspectiva militar. La retirada de las misiones humanitarias en el mar Mediterráneo, reemplazada por drones de vigilancia de alta tecnología y resultante en alrededor de 20.000 muertes por ahogamiento desde 2013, es sólo un ejemplo. Al optar por financiar el militarismo, Europa ha impulsado una carrera armamentista y ha sentado las bases para la guerra.
El vicepresidente de la Comisión Europea y alto representante de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, dijo después de la invasión rusa: “Ha caído otro tabú... que la Unión Europea no estaba proporcionando armas en una guerra”. Borrell confirmó que se enviarían armas letales a las zonas de acciones bélicas, financiadas por el Fondo para la Paz de la UE. La guerra, al parecer, es de hecho paz, como proclamó George Orwell en su novela 1984.
Las acciones de la UE no sólo son enormemente irresponsables, sino que también evidencian la ausencia de pensamiento creativo. ¿Es esto honestamente lo mejor que la UE puede hacer en un momento de crisis? ¿Cuál es el sentido de canalizar 500 millones de euros en armamento letal a un país con 15 reactores nucleares, donde los ciudadanos reclutados deben luchar con los escasos medios disponibles, donde los niños están preparando cócteles molotov y donde el país enemigo ha puesto sus fuerzas de disuasión nuclear en alerta máxima? Invitar a los militares de Ucrania a presentar una “lista de supermercado” para adquirir armas sólo avivará las llamas de la guerra.
Resistencia no violenta
Los llamamientos del gobierno y del pueblo de Ucrania en procura de armas son comprensibles y difíciles de ignorar. Pero, en última instancia, las armas sólo prolongan y agravan el conflicto. Ucrania tiene fuertes precedentes de resistencia no violenta, incluida la Revolución Naranja de 2004 y la Revolución del Maidán de 2013-2014, y ya han surgido acciones de resistencia civil no violenta en todo el país en respuesta a la invasión. Estos actos deben ser reconocidos y apoyados por la UE, que hasta ahora ha centrado su atención principalmente en la defensa militarizada.
A diferencia de la OTAN, la UE no es una alianza militar. Sin embargo, desde el comienzo de esta guerra se ha preocupado más por los asuntos militares que por la diplomacia.
La historia ha demostrado una y otra vez que distribuir armas en situaciones de conflicto no produce estabilidad y no contribuye necesariamente a una resistencia más efectiva. En 2017, Estados Unidos envió armas de fabricación europea a Irak para luchar contra el Estado Islámico, sólo para que esas mismas armas terminaran en manos del enemigo en la batalla de Mosul. Las armas suministradas por una empresa alemana a la policía federal mexicana en el estado de Guerrero cayeron en manos de la policía municipal, coaligada con una banda criminal, y se utilizaron en la masacre de seis personas y la desaparición forzada de 43 estudiantes en el caso conocido como la masacre de Ayotzinapa. Tras la desastrosa retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán en agosto de 2021, los talibanes incautaron cantidades significativas de artículos militares estadounidenses de alta tecnología, incluidos helicópteros militares, aviones y otros equipos.
Podríamos mencionar muchos otros ejemplos que demuestran cómo las armas destinadas a un propósito terminan con demasiada frecuencia sirviendo para otro. Es probable que Ucrania, bajo la vigilancia de Europa, se convierta en el siguiente ejemplo. Las armas tienen una larga vida útil. Es probable que las armas de origen europeo cambien de manos numerosas veces en los próximos años, alimentando nuevos conflictos.
Esta política se torna aún más imprudente si se tiene en cuenta la coyuntura actual: mientras los representantes de la UE se reunían en Bruselas, representantes de los gobiernos de Rusia y Ucrania se reunían para iniciar conversaciones de paz en Bielorrusia. Posteriormente, la UE anunció que aceleraría la solicitud de Ucrania de adhesión a la UE, un movimiento que no sólo es provocador para Rusia, sino también para varios estados balcánicos que han estado cumpliendo diligentemente los requisitos de adhesión durante años.
Si existía una esperanza tácita de paz, ¿por qué la UE no reclamó un alto el fuego inmediato e instó a la OTAN a reducir su presencia alrededor de Ucrania? ¿Por qué socavó las conversaciones de paz flexionando su músculo militar?
Este “momento decisivo” es la culminación de años de lobby corporativo por parte de la industria armamentística, que, estratégicamente, se posicionó como un experto supuestamente independiente para informar en la toma de decisiones de la UE y posteriormente como beneficiario, una vez que el grifo de dinero comenzó a fluir. Esta no es una situación impredecible, es exactamente lo que se suponía que iba a suceder.
La retórica de los funcionarios de la UE indicaría que están cautivados por el frenesí de la guerra. Han disociado completamente el despliegue de armas letales de la muerte y la destrucción resultantes de sus acciones.
La UE debe cambiar de rumbo inmediatamente. Debe abandonar el paradigma que nos ha conducido hasta aquí y promover la paz. Hay mucho en juego para hacer lo contrario.
Niamh Ni Bhriain es coordinador del programa Guerra y Pacificación del Transnational Institute.
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Esta cifra deriva de la suma de los presupuestos del Fondo de Seguridad Interior-Policía; el Fondo de Seguridad Interior-Fronteras y Visados; el Fondo de Asilo, Migración e Integración; la financiación de las agencias de Justicia y Asuntos Internos de la UE; los programas Derechos, Igualdad y Ciudadanía y Europa con los Ciudadanos; el programa de investigación Sociedades Seguras; los programas Acción Preparatoria sobre Investigación en Defensa y Desarrollo Industrial de la Defensa Europea (2018-2020); el mecanismo Athena y el Fondo de Paz para África. ↩