El futuro de la inserción internacional de Uruguay es una gran incógnita. Esto se debe a procesos de escala mundial, pero no es irrelevante lo que hace al respecto el Poder Ejecutivo, o más bien parte de él, dentro de sus acotadas posibilidades. Sin embargo, es difícil evaluarlo, porque algunos datos clave no son públicos y otros dependerán de decisiones y estrategias ajenas.
El presidente Luis Lacalle Pou anunció la semana pasada que había llegado a su fin un estudio preliminar sobre la posibilidad de un tratado de libre comercio (TLC) con China, pero el documento se mantendrá por ahora en reserva y, al parecer, ni siquiera lo conocen los líderes de los demás partidos oficialistas.
Lacalle Pou también ha dicho que “en breve” comenzará la negociación con China, pero no hay fecha prevista para ello, y todavía no se dio el paso previo de acordar un temario. Es obvio que del lado uruguayo hay interés en aumentar las exportaciones a China (que ya es nuestro principal socio comercial), y sobre todo en reducir sus aranceles. Lo que no sabemos es qué quiere China a cambio.
Mejorar las condiciones de acceso al mercado uruguayo no tiene importancia para el gigante asiático, y de todos modos nuestro país debería intentar que el ingreso de productos chinos, en mayor cantidad o a menor precio, no resulte catastrófico para demasiados sectores de actividad nacional. Es preciso asumir que los motivos de Beijing son otros.
Sólo se puede, por ahora, especular, pero lo único verosímil es que, si China decide realmente avanzar en este proceso, lo haga con intereses de mucho mayor alcance, vinculados al sostenido avance de su influencia (no sólo comercial) en América Latina, que a su vez forma parte de una estrategia planetaria.
Por lo tanto, el rumbo y el ritmo de una eventual negociación bilateral dependerán de lo que el gobierno chino considere conveniente. Esto significa, entre otras cosas, que Uruguay no está ni estará en condiciones de imponerles hechos consumados a sus socios del Mercosur.
En la cumbre del bloque que se realizó esta semana, el presidente argentino Alberto Fernández planteó que los integrantes del Mercosur analizaran juntos la posibilidad de un TLC con China. Por supuesto, esto podría conducir a un largo velorio de la iniciativa, similar a las conversaciones entre el Mercosur y la Unión Europea durante décadas o aún más problemático.
Lacalle Pou respondió que Uruguay iniciará la negociación bilateral y que luego los socios mercosureños serán “invitados a sumarse”. Primero dijo que esto se hará cuando la próxima etapa esté “avanzada”, y luego que será cuando esté “finalizada”, pero de cualquier forma es evidente que el temario de una negociación de China con Uruguay poco tendría que ver con el de una que involucrara a todo el bloque.
Sea como fuere, China mantiene intensas y fluidas relaciones con Brasil y Argentina, y en ese marco se definirá cómo sigue esta historia de final incierto. Lo más prudente sería que, sin ilusiones de protagonismo, tratáramos de cuidarnos cuanto sea posible, sobre la base de un amplio y firme acuerdo nacional.