Hace un siglo, la política europea se llenó de personajes llamativos que accedieron democráticamente al poder para luego instalar regímenes autoritarios. Desde hace unos años, en algunos países de las Américas se reitera la aparición de ese tipo de figuras que, con un discurso mesiánico y programa radical, apuntan, desde el sillón de la presidencia, a minar el resto de las instituciones republicanas.

En esta edición incluimos un artículo apoyado en la inminente reelección de Nayib Bukele en El Salvador y otro sobre las medidas que busca imponer Javier Milei en Argentina. Aunque se encuentran en momentos muy distintos de sus respectivos mandatos –uno se encamina a su segundo período con una altísima popularidad, el otro todavía no ha llegado al tercer mes de su gobierno–, ambos han demostrado su animadversión hacia el parlamento y hacia las normas constitucionales, con fuerte acento en la represión armada como contrapartida de políticas económicas pro mercado.

Asimismo, publicamos en este número declaraciones de algunos de los dirigentes uruguayos que han expresado su aprobación al punitivismo extremo de Bukele y al liberalismo extremo de Milei. Hace 100 años también hubo políticos locales que expresaron su admiración por los hombres fuertes de Europa, pero convendría hacer una observación actual, además de recordar la obvia lección de historia reciente que encierran los padecimientos y conflictos que culminaron con la Segunda Guerra Mundial.

Quienes en este país defienden las políticas de Milei y Bukele suelen limitar ese apoyo a ciertos aspectos de su accionar, reservándose la facultad de expresar distancia de las facetas más claramente negativas de los dirigentes extranjeros. Subyace la creencia de que es posible aplicar mano dura absoluta y mantener el Estado de derecho, o librar todo a la lógica mercantil sin poner en riesgo las condiciones de una vida digna para los más vulnerables, aunque los casos cercanos muestran lo contrario.

La inseguridad pública y la situación económica han sido temas clave para los ascensos de Bukele, Milei y sus parientes políticos continentales y, de acuerdo a los sondeos, también están entre los temas que más preocupan a la población uruguaya, que este año se apresta a elegir un nuevo gobierno. La forma en que los partidos prometan abordar esos problemas será clave para la convivencia durante los próximos años, así como lo será la vigencia de los consensos democráticos en las organizaciones sociales, en los grupos con poder de decisión sobre la economía y en la ciudadanía en general.