Exceptuando a la vicepresidenta Beatriz Argimón, a las senadoras nacionalistas Carmen Sanguinetti y Gloria Rodríguez, quien promovió el proyecto, y a los senadores/as del Frente Amplio, el resto del Senado coincidió en que el país no se merece una ley de paridad.

No es mi intención argumentar por qué esa ley es imprescindible. Infinidad de razones han sido expuestas en recomendaciones internacionales a lo largo de los últimos años y han sido muchas las veces que desde las organizaciones de la sociedad civil, el movimiento feminista, la universidad, etcétera, concurrimos al Poder Legislativo para defender la paridad. A esta altura está más que probado que el sistema de ternas “dos de un sexo y uno del otro”, en la inmensa mayoría de las listas, significa que primero van dos candidatos y luego una candidata. Pero además, como de muchas listas sólo logrará entrar el primer nombre, ¡listos con las listas!, y ahí entró otro hombre más.

Voy a referirme sólo a lo que dijeron los senadores Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto) y Jorge Gandini (Partido Nacional), porque creo que con sus argumentos somos miles las mujeres de todos los partidos políticos que nos sentimos, por decir lo menos, ninguneadas.

Manini expresó que la ley de paridad “le está diciendo a la mujer que si no es por la fuerza de la ley no tiene condiciones para llegar a lo más alto”. Y es justamente lo contrario. Lo que le está diciendo es que lo que no hay son condiciones para que las mujeres puedan llegar más alto. Y eso se debe a que, además del trabajo remunerado, hacemos mucho más trabajo no remunerado que los hombres en la casa, preocupándonos y atendiendo a toda la familia: que si hiciste los deberes, que si tenés gripe, que si vamos al hospital... ¿Cómo cree que Uruguay resistió la pandemia? ¿Sólo con el GACH y la libertad responsable? Me suena a que algunos se quedaron con la parte de la libertad y otras con la responsable.

La lógica de Gandini indica, como la de Manini, que no debe haber mujeres capaces de dirigir el país ni de representar a su población.

Manini dijo también que el proyecto de ley de paridad va en contra de la “libertad de elección” y por lo tanto afecta la Constitución, la calidad democrática y los derechos humanos. No es el objetivo de este artículo analizar la preocupación de Manini por los derechos humanos, y me sorprende que los traiga a colación ahora, para defender la libertad de elección. ¿Por qué no le preocupa el derecho de las mujeres a ser elegidas? Pasaron 100 años desde que las mujeres votamos por primera vez, y con la ley de cuotas que tenemos la tendencia dice que en unos 200 años más seguiremos sin alcanzar la paridad. Si los hombres con los que viven no comparten las tareas de cuidado, las mujeres no pueden ir de gira o participar en las reuniones del partido. Si los hombres con los que militan arreglan el orden de las listas en el mostrador o en el asado, como el propio presidente reconoció, las mujeres que están “listas para las listas” se quedan afuera. Eso no es defender la calidad democrática, es defender la silla.

Pero Gandini, que todo lo puede, fue un poco más allá que Manini: “Eso implicaría aceptar que las mujeres se hacen representar por mujeres y los hombres por hombres, y eso no funciona así. Seguramente tratan de elegir para que dirija el país al mejor, al que entienden que representa mejor su ser, su pensar y su sentir, con independencia del sexo que tienen”. Para Gandini no se puede discutir entonces la representatividad simbólica de un Parlamento abrumadoramente masculino (que además es mayoritariamente blanco, cincuentón, etcétera), aunque sus representantes no se parezcan mucho a sus representados/as.

Su lógica indica, como la de Manini, que no debe haber mujeres capaces de dirigir el país ni de representar a su población. Que no es para alarmarse que en una carrera política los hombres partan con 100 metros de ventaja, acumulada por siglos de cultura sexista. Que si la mayoría de la población uruguaya somos mujeres, y la inmensa mayoría de los legisladores son hombres, la culpa es nuestra, muchachas, y nada tiene que ver con eso el inocente poder de los Gandini de este mundo.

Lucy Garrido integra Cotidiano Mujer.