Dice un estudiante al otro que le quita la gorra marca Mercedes Benz mientras con la otra mano sostiene un porro mirándole el corte de pelo: “Chorro, ¿entramos?”.

Son las diez de la mañana en Colón. El sol apenas calienta tibio. Las y los gurises están angustiados. Asesinaron a un estudiante y a dos pibes vecinos. Muy cerca y mirando al noroeste, en el barrio La Tablada, también mataron a uno, comentan. “Fue por una riña de gallos”, sentencian.

¿Por qué los adolescentes se matan entre sí? Aquí el género es importante. Son adolescentes varonizados por la pabloescobarización cultural y el régimen neoliberal que opera sobre estos cuerpos en estos barrios sistemáticamente empobrecidos. Lezica, Colón y La Tablada no pertenecen aún al “cinturón de homicidios”; sin embargo, drogas, armas y familias arruinadas –consumo/precarización de la existencia/narcomenudeo/violencia y explotación sexual/migración vulnerabilizada– ofrecen como resultado masacres de este tipo, en la que tres adolescentes son calcinados y baleados a quemarropa –de los cinco que iban en el auto– por otros adolescentes, de otro barrio que sí pertenece al cinturón de la muerte y donde ya, hace rato, todo se pudrió.

¿Todas son vidas llorables? Tienen amigos y quizás alguien más que los quiera. Una novia, un primo, una madre. Cuando cae la noche, todos a sus casas-piezas-pasajes implosionados. El fenómeno de la vecinocracia es el que habilita que en un grupo de una red social de padres virtuales se festeje la muerte anunciando “un chorro menos”. Fueron los mismos que se propusieron formar cuadrillas para patrullar la zona y revisar mochilas previo al ingreso a la institución.

“¿Cómo llegamos a esto?”, nos preguntamos en la sala de profesores. Hace tres meses la sala docente del liceo 9 reclama a las autoridades del Ministerio del Interior y de Secundaria que se hagan cargo de una situación que desborda toda praxis educativa. Los estudiantes ingresan con armas de fuego y blancas. Son varones. Algunos no llevan mochila. Sus ropas son caras, pero su vida en la calle quizás no valga nada. Mejor que se queden adentro. Sólo en el liceo 9, que imparte cursos de bachillerato para 1.356 estudiantes (sin contar el turno nocturno), la desafiliación asciende al 26%. ¿Dónde están? ¿Qué hacen y a qué se dedican estos adolescentes si no van al liceo? Estos 362 estudiantes provienen de las familias más vulnerabilizadas. En el mejor de los panoramas, estas adolescentes se dedican al cuidado de sus hermanos pequeños y/o trabajan, y los adolescentes trabajan o no tienen actividades asignadas. Por lo general, están solos y solas. ¿Cuántos de estos adolescentes quedan a merced de las microbandas? ¿Qué sucede con sus cuerpos?

¿El liceo educa? No sólo elabora conocimientos, sino que también se ha convertido en un lugar de refugio. Escuchar a los adolescentes se ha convertido en la principal tarea educativa. Luego, articular, buscar soluciones. Cuando las estrategias no funcionan, la olla se desborda. Entonces las peleas a la salida, el video en las redes, la viralización del hecho que no se vive como un drama. Hasta que la crónica muere anunciada. Todo lo que se cocina en el barrio rompe hervor en el liceo. “Se veía venir”, dicen las caras sin decir nada.

En La Tablada, otro Kevin, esta vez estudiante del liceo 74 de Villa Colón (Lezica), fue asesinado por un nuevo gatillo fácil –que ya no es el de la Policía– de las balas que ofrece el mercado de armas disponibles en los barrios. ¿Quién provee de armas de guerra y fomenta la formación de bandas? ¿Quién tiene que dar respuestas?

Con menguados recursos, los rubios –en referencia al fenómeno blanco de clase media universitaria que sólo entiende de violación a los derechos humanos perpetrada en la dictadura–1 de la Comisión de Sitios de Memoria inauguraron hace un año y medio una cancha de fútbol. Pero a los gurises les copan más las riñas de gallos.

La Tablada siempre fue un lugar de matadero. Desde mediados del siglo XIX hasta 2014, una sola ecuación operó en este territorio: encierro, tortura y muerte.2 Recuerdo que cuando los presos levantados en 2002 en el Penal de Libertad fueron trasladados a La Tablada, los vecinos reclamaban para el sitio otro liceo en la zona. Ese liceo recién se está construyendo –cuando las obras fueron cesadas por dos años–, luego de dos décadas de reclamos de los vecinos y docentes. De La Tablada provienen casi la mitad de los estudiantes que recibe el liceo 74. Llegan en la línea 409 de Coetc. El nuevo liceo proyectado está ubicado en Colón, pasando el arroyo Pantanoso, sobre la avenida Lezica. Por eso, estos estudiantes deberán combinar dos ómnibus en las tempranas horas de 7.30 AM si es que quieren estudiar.

Durante la pandemia, el número de estudiantes que con urgencia necesitaba alimentarse (desayuno, almuerzo o merienda) en el liceo se multiplicó y las cifras no bajaron. En 2023 se nos dijo que casi toda la población de la escuela 290 Alfredo Zitarrosa precisaba ir al comedor y que no tenían más cupos. La directora del liceo, junto a un grupo de docentes, no sólo reactivó la huerta, sino que se empezó a reciclar y vender el plástico para comprar alimentos que se elaboraban y suministraban en el liceo.

Ignacio, otro pibe llorable, también era estudiante del liceo 62, uno de los más grandes de América Latina en relación población/matrícula. Desde inicios de año, sus docentes vienen reclamando mayor seguridad para los estudiantes y una política responsable de las autoridades de Secundaria para abordar la situación de extrema violencia afuera del liceo. No han recibido respuesta.

Las adolescencias que estudian en el liceo 62 provienen de Conciliación, Guayabo, Villa Colón, Colón, Pueblo Ferrocarril y Complejo América. Detrás del complejo y de las viviendas Juana de América se extiende un barrio con miles de familias que no tienen saneamiento, agua potable y electricidad en condiciones dignas. Cruzando Camino Fouquet, enfrente a la cárcel que hacina mujeres por causas de microtráfico, llegamos al barrio Pororó. Allí se ha instalado un importante número de familias migrantes, fundamentalmente mujeres cubanas y dominicanas. Las ONG que trabajan en políticas de género y violencia en este territorio vienen visibilizando una compleja red de trata de personas con fines de explotación sexual, donde existen niñeces y adolescencias violentadas en todos sus derechos. Allí es donde acribillaron a estos pibes.

Las situaciones y los desafíos que enfrenta la comunidad educativa de esta zona de Montevideo requieren acompañamientos y políticas de intervención pública que no se centren en la represión del delito. A tres meses de la contienda electoral, el candidato de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, pide al gobierno decretar el estado de “emergencia nacional de seguridad” en determinadas zonas de la capital, mientras se debate aún sobre la posibilidad de que la Policía haga allanamientos nocturnos. ¿Con base en qué experiencia y evidencias se supone que esta medida ha dado resultados favorables? Seguramente no sepan responder, pero lo más seguro es que esta medida, hoy prohibida por la Constitución, resulte aprobada.

¿Patrullaje? Se ha solicitado en horario de entrada y salida de ambos turnos. El comisario de la Seccional 21ª se compromete, pero no cumple. Argumenta que los móviles se mueven coordinados por un “mapa de calor” de denuncias. ¿Las vecinas no denuncian por miedo, por burocracia o por las dos cosas? En junio las autoridades se reunieron con otras autoridades. Directores de los liceos públicos y privados, de jardines, inspectores de institutos y liceos y padres convocaron a dos reuniones. Luego de las vacaciones de julio la situación pareció tranquilizarse, pero esta semana nos dimos de lleno con este tremendo impacto.

El martes 13 de agosto hubo una nueva reunión entre las direcciones de los liceos 9, 62, 74 y 44 y la escuela 50 con el comisario de la Seccional 21ª, Franco Zenone, y Matías Terra, director de Convivencia Ciudadana del Ministerio del Interior. En el artículo publicado en la página del Ministerio del Interior se habla de un “compromiso firme”, pero no se manifiesta qué tipo de medidas se implementarán para “crear un ambiente más seguro para todos los integrantes de la comunidad educativa”.

El degradé que cuenta capas rapadas en las cabezas de los estudiantes simboliza todas aquellas intersecciones que cortan su cuerpo. “Pichi, contra la paré”, pobreza, exclusión, estigma, racialización, “andar zarpado”, vecinocracia, armas, “pillo”, likes, cánticos de banda, championes, marcas, “bobo, qué mirás”, tik tok, beboteo, xenofobia, miradas de desconfianza, pornotropía, instagram, adentro de casa “todo mal”, ruido de bala, “no dormí”, “me duele el estómago”, afuera “está bravo, profe”, trup, machismo y no imaginación de una idea del mañana.

La gorra no simboliza sólo la actitud de engorrarse, de ponerse botón, sino también un trofeo de guerra. Unos muchachos de la UTU de Colón vendieron por una red social una gorra en tal barrio donde los emboscaron. El “te robé la gorra” significa desde la reposición masculina un lugar de distribución de poder desde donde “te domino”, te someto y someto a tu territorio, tus compas, tu manada, a mis berrinches de botija gallo.

–Hacen farándula, profe.

–¿Qué significa?

–Película, profe, corte que reclaman respeto –dicen unas estudiantes.

–¿Todo por una gorra? –pregunto.

–No, profe, hay algo más.

Diego Pérez es docente, investigador y escritor.


  1. Ver película (2003) Los rubios, de Albertina Carri. 

  2. El modelo agroexportador desarrolló en La Tablada un enclave donde distribuir el ganado hacia los frigoríficos de la Villa del Cerro. Para 1977 se convirtió en centro clandestino de detención y tortura “base Roberto”, a manos del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas, donde fue vista por última vez Amelia Sanjurjo. En 1988 se inauguró la cárcel de menores, que funcionó hasta mayo de 2001. En marzo de 2002 se habilitó para cárcel de mayores que funcionó hasta 2014 (ver Pérez Lema, Atrapado en Libertad. Alter Ediciones, 2024). En las últimas décadas se instaló en las mediaciones del exhotel una planta de chipeado forestal como eslabón del modelo celulósico-forestal. Se puede hacer una radiografía de Uruguay en esta curva de Melilla. Una reciente Ley 19.641, del 13 de julio de 2018, ha posibilitado que el predio se ceda en comodato a colectivos de víctimas directas de la represión de la dictadura civil-militar y a diferentes organizaciones barriales.