Ámbar

Mientras escribimos este artículo, una niña de dos años llamada Ámbar se debate entre la vida y la muerte tras recibir cinco proyectiles que le causaron 15 orificios en su cuerpito de 12 kilogramos y menos de un metro de altura. Su pronóstico es absolutamente desalentador, se debate entre la muerte o vivir parapléjica. El futuro de Ámbar quedó marcado para siempre, cuando no truncado. Una vida castigada1 y en agonía. Su porvenir inmediato está cargado de incertidumbre absoluta entre el mal y el mal peor.

Los disparos que recibió Ámbar estaban dirigidos a su padre, un joven de 22 años asesinado de nueve proyectiles que salieron de una Glock modificada. Todo indica que fue un ajuste de cuentas bajo el mandato indiscutible de que las deudas se cobran.2 “El castigo en el marco del ajuste de cuentas se agrava sustantivamente en aquellas poblaciones con privaciones (económicas, educativas, etcétera) en tanto los activos que disponen para endeudarse no son pecuniarios, sino la libertad, el cuerpo y la vida. La situación se agrava al considerar que las poblaciones privadas de una vida digna suelen residir y circular por territorios donde la criminalidad se expresa con más frecuencia y radicalidad. El crimen tiende a consolidarse donde residen las poblaciones con mayores privaciones relativas y los eslabones más expuestos de los grupos delictivos. Así las cosas, la consecuencia de endeudarse en los territorios olvidados suele ser fatal. Más aún cuando no se dispone de la libertad de elegir cuándo y con quién hipotecarse”.3

El analista de la vida cotidiana puede detenerse en el prontuario de su padre y hacer sociología o criminología espontánea, pero la evidencia muestra que en ese curso de vida de tan sólo dos añitos la sociedad pudo hacer algo, al igual que con su padre, con el entorno familiar, con la comunidad de Nuevo Ellauri y de tantas otras personas y territorios hundidos completamente en el cinturón de homicidios de la capital y con múltiples carencias.4 Esto no ocurre en un mundo paralelo y aislado; el curso de vida de Ámbar y el de sus progenitores estuvo en contacto con diversas instituciones del Estado.

Las condiciones de desventaja y los factores de riesgo de Ámbar se pueden conocer desde el día cero, pero pasaron más de dos años y su vida pende de un hilo. El Estado protector le falló a Ámbar y tenemos que preguntarnos por qué, evaluar y minimizar los riesgos futuros.

Heridas de arma de fuego en niñas, niños y adolescentes

La situación de Ámbar es cruelmente singular, pero no es excepcional. Un estudio de Erro et al. (2024) describe las consultas por heridas de arma de fuego (HAF) graves de personas menores de 15 años en el Centro Hospitalario Pereira Rossell entre 2016 y 2020. El estudio afirma que en los últimos años se evidencia un aumento sostenido de las HAF ocurridas en circunstancias de violencia. Las consultas sobre HAF graves son cada vez más frecuentes: una en 19.643 consultas en 2002, una en 12.250 consultas en 2011, una en 18.567 consultas en 2016 y una en 10.000 consultas en 2020.5

Datos de una investigación de los autores de este artículo que se publicarán en los próximos meses dan cuenta que entre 2020 y 2023, 3.736 personas habían ingresado por HAF en alguno de los 12 centros asistenciales de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) en Montevideo. La media de edad fue 29,9 años en un rango comprendido entre los dos y 91 años. La prevalencia de las HAF se sitúa entre los 18 y 29 años (49% en varones y 35,5% en mujeres) y, en segundo lugar, entre los 30 y 41 años (29,2% en varones y 26,2% en mujeres). La concentración de las víctimas está en los jóvenes, especialmente los varones. ¿Qué hace la política pública criminal en materia de género y generaciones? Poco y nada.

Las niñas, niños y adolescentes representan el 0,6% entre los que tienen uno a 12 años (23 niños o niñas) y 7,9% entre los que tienen 13 a 17 años (296 adolescentes) en el total de las HAF de ASSE en Montevideo entre 2020 y 2023. Al poner en relación estos guarismos con el registro del Ministerio del Interior (MI), en Montevideo y similar período, el número de lesionados por HAF del MI es 22 entre uno y 12 años y 356 entre 13 y 17 años.

  1. Número de niñas, niños y adolescentes con HAF registrados por ASSE y MI para Montevideo entre 2020 y 2023 (frecuencias). De 1 a 12 años, en ASSE fueron 23 mientras que en el MI, 22. De 13 a 17 ASSE registró 296 mientras que el interior registró 356. Los datos surgen de las bases de datos de ambos organismos.

Se destaca la mayor prevalencia de niños y adolescentes varones frente a sus pares niñas o adolescentes mujeres: 88% y 12%, respectivamente. Otra vez, la lectura de género es imprescindible. Llama la atención el contraste entre los datos HAF de ASSE y el MI. En el primero, se dice que hay 23 niños o niñas entre uno y 12 años y 296 adolescentes entre 13 y 17 años. En cambio, los datos del MI sostienen que, en similar período, hay 22 niñas y niños entre uno y 12 años y 356 adolescentes entre 13 y 17 años. En los registros de niñez hay una diferencia a favor de ASSE, lo que resulta contraintuitivo, ya que las dependencias de salud del Estado en la capital no cubren todo el sistema de salud montevideano como sí lo hace la información del MI.

Una hipotética explicación de la diferencia podría ser HAF de ASSE no denunciados y, por lo tanto, no registrados en el Sistema de Gestión de Seguridad Pública del MI. Más a menudo de lo que se percibe, las víctimas desisten de hacer denuncias por factores como miedos, amenazas, represalias, compra de silencio o, incluso, porque la HAF tuvo lugar en un contexto criminal en el que la víctima se encuentra involucrada como ofensora.

Silencio sobre los sobrevivientes

La categoría de sobreviviente tiene su propia genealogía. Brevemente y en trazos gruesos, es un concepto que nuclea a una parte de las víctimas de las guerras civiles y mundiales, pero también a una parte de los guerreros. La figura del sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, su construcción como víctima a reparar –a veces también como refugiado–, quizás sea la imagen moderna más consolidada de lo que entendemos por sobreviviente y la que permite enlazar con sentidos más cercanos en el tiempo. Por ejemplo, son sobrevivientes los detenidos, torturados y exiliados políticos de las dictaduras civil-militares de América Latina. También se considera así a las personas que han intentado autoeliminarse y a las mujeres víctimas de intentos de asesinato por su condición de mujer. En los últimos años, las investigaciones en los territorios de alta criminalidad han mostrado que los habitantes y quienes trabajan allí se sienten y se identifican como sobrevivientes.[^6]

Cientos de niñas, niños y adolescentes con HAF son sobrevivientes y cada vez hay más de ellos de acuerdo a la evidencia, aunque en el conjunto, desde el punto de vista estadístico, el guarismo sea bajo. Las HAF no son situacionales: perduran en el tiempo con los dolores físicos y emocionales que causan, más aún cuando no se tratan. ¿Quién diagnóstica el estrés postraumático tras la vivencia extrema de ser herido por arma de fuego? Nadie. Vivirán con ello durante toda su vida sin saberlo y la interrogante es cómo lo harán.

Hoy Ámbar intenta sobrevivir con el auxilio del personal del Centro Hospitalario Pereira Rossell (CHPR), pero qué pasará después, cuál será su futuro en uno de los barrios más pobres y violentos de Montevideo de los últimos años. ¿El asesinato de su padre saldó la deuda? ¿Habrá venganza? ¿Qué vínculos entablará el Estado con Ámbar y su entorno familiar? ¿Qué faltó en materia de prevención social, salud y violencia? ¿Qué pueden hacer el Estado, la sociedad civil, los medios de comunicación y la academia para que esto no vuelva a suceder? Salgamos del avestrucismo situacional, hagamos algo heroico.

Gabriel Tenenbaum es profesor adjunto con dedicación total al Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República y cocoordinador del grupo de investigación “Juventudes, violencias y criminalidad en América Latina” (DS-FCS).

Ignacio Salamano es docente contratado en el Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República y miembro del grupo de investigación “Juventudes, violencias y criminalidad en América Latina” (DS-FCS).

Salamano I, Tenenbaum G, Viscardi N, Espíndola F, Fuentes M. (2024) El camino al estudio en territorios de violencia radical: explorando la criminalidad fáctica y perceptiva en Montevideo. El Uruguay desde la Sociología XXI. Montevideo: Departamento de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la República. p. 29-52.


  1. Tenenbaum, G. (2020). Vidas castigadas. Historias de adolescencias detectadas por los sistemas de justicia de Montevideo y de Ciudad de México. CSIC. Montevideo: Universidad de la República. 

  2. Tenenbaum G, Fuentes M, Viscardi N, Salamano I, Espíndola F. (2021). Relatos de muerte. Homicidios de jóvenes montevideanos en ajustes de cuentas y conflictos entre grupos. Montevideo: Universidad de la República-OBSUR-ANII. 

  3. https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2024/7/que-es-el-ajuste-de-cuentas-una-defensa-conceptual/ 

  4. Salamano I. (2023). Desigualdades territoriales en el derecho a la protección de la vida: una mirada espacial y temporal al comportamiento de la violencia homicida en Montevideo entre los años 2012 y 2022. Montevideo: Departamento de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la República. Tesis de Licenciatura en Sociología. 

  5. Erro L, Más M, Tórtora S, Pereira D, Prego J. (2024). Heridas por arma de fuego asistidas en un Departamento de Emergencia Pediátrica en Uruguay. Emergencias Pediátricas 3(1): 4-8.