La muerte de Mujica y los días de su funeral han impactado en decenas de miles de uruguayos, produciéndoles una inmensa tristeza y congoja, pero también dándoles la sensación de que vivían algo único, de porte histórico, y que el que se iba dejaba la matriz de la esperanza.

Pero no nos engañemos. El vacío es inmenso. Después de Mujica el desafío requiere de un esfuerzo prometeico para la izquierda, amén de ser una cuestión de investigación no fácil para la filosofía política de la academia. Digo lo segundo porque habría que tener el tiempo y las energías para seleccionar una veintena de frases y de gestos ya clásicos de Mujica para revelar, sospecho, que la fuerza simbólica de los actos/palabras fue tremenda no solamente por lo que todo el mundo analiza y dice, que comparto, sino por el cultivo del efecto y la sorpresa que lo paradójico producía en sus auditorios. El Pepe pensaba por el reverso la vida cotidiana -política o existencial- y construía las frases y realizaba los actos con esa lógica. Por eso siempre sorprendía. Por eso hizo de la imprevisibilidad un cultivo permanente.

Tendremos que levantarnos para seguir sus indicaciones, y después de esta derrota de la vida volver a levantarnos. Gracias, Pepe.

Siempre quiso y pudo subvertir los órdenes inaceptables. Eso le permitió tanto deconstruir los lugares comunes del capitalismo consumista -perseguir la felicidad acumulando bienes destinados a morir al ser comprados- como los dogmas frenteamplistas, revertir la interpelación mediática colocándola a su favor y hacerlo todo con un sentido común tan grande que hasta el último de los orientales lo entendía. Y expreso lo primero porque hemos perdido no solamente a una extraordinaria y divina persona, sino también al jugador desequilibrante.

El progresismo mucho lo llorará y tendremos que hacer un enorme esfuerzo para disimular un poco su presencia ausente. Pero construir la agenda a su antojo en el momento más oportuno es un don inmenso que no se suple así nomás. Y saber practicar el aikido en política, es decir, usar a nuestro favor la fuerza del adversario, es un arte difícil. Tendremos que levantarnos para seguir sus indicaciones, y después de esta derrota de la vida volver a levantarnos. Gracias, Pepe.

Enrique Rubio fue senador del Frente Amplio y director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.