Deporte
Caen como moscas, acalambrados, al límite del cielo luminoso o del infierno espantoso y cruel. Se derrumban igual que rascacielos, pesados. Primero cae el zaguero Souza, enseguida, el pibe Felipe. Faltan cinco o seis minutos que parecen eléctricos. El pelado que maneja el carro de Suat mete pata a fondo. Liverpool está ganando 2-1 y Peñarol se hunde en el santo milagro, en el mito y la leyenda. Hay un techo celeste donde rebota la histeria, la gritería, y las gargantas entonan casi furiosas que en esta tarde tenemos que ganar. Como si todo se tratara de coraje o simplemente huevos, señores.