Marcos Methol es una figura de peso en Cabildo Abierto (CA). Además de estar en el grupo fundador del partido, es suplente en el Senado y en Diputados, asesora a la bancada parlamentaria y es redactor responsable del semanario La Mañana. Estuvo vinculado al Frente Amplio (FA) hasta la mitad del segundo gobierno de Tabaré Vázquez y trabaja cerca de Guido Manini Ríos desde su incorporación a CA, en abril de 2019.

En su opinión, el resultado del domingo 27 refleja una “gran paridad” entre “dos visiones de país, bastante marcadas”, una situación que obliga a la coalición a pensar estrategias para “ensanchar la base electoral” desde la “riqueza de miradas” y sin “visiones monolíticas”.

Methol admite que hay “impaciencia” en algunos sectores de la base social de CA (pequeños y medianos productores, comerciantes) y señala que el Ministerio de Economía y Finanzas debería “abrir la cancha y contemplar las demandas” de socios de la coalición como CA y organizaciones sociales como Un Solo Uruguay. También considera que no hay “ambiente propicio” para una reforma de la seguridad social en este período y planteó “dudas” sobre el “margen de negociación” que pueda tener Uruguay en un eventual tratado de libre comercio (TLC) con China.

Hace unos días se viralizó un diálogo entre Alberto Volonté y Manini Ríos. Una cosa que tienen en común es el vínculo con tu padre, Alberto Methol Ferré.

Es cierto, el conocimiento entre ellos dos debe estar marcado, entre otras cosas, por haber sido cercanos a mi padre. Mi padre fue uno de los principales asesores de Volonté y “Manos a la obra” en dos campañas electorales, sobre todo en temas de integración regional y política exterior. Hay que posicionarse en los años 90, pero mi padre entendía que el Mercosur cambiaba el eje de las prioridades y eso Volonté lo compartía. Tuvieron un vínculo muy importante. Y más o menos por la misma época mi padre fue profesor de Manini en la Licenciatura de Historia en la Universidad Católica. Tenían ese punto de contacto.

¿Tu padre regresa al Partido Nacional (PN) por Volonté?

Diría que sí, que vuelve de la mano de Volonté. Antes procuró hacer un acercamiento entre Wilson [Ferreira Aldunate] y Juan Pablo Terra, pero el fallecimiento de ambos truncó esa posibilidad. Pero mi padre estaba abocado a trabajar sobre esa línea y luego efectivamente Volonté lo reintegra al PN, después de su salida del FA. Mi padre se inició con Luis Alberto de Herrera y Eduardo Víctor Haedo, pasó por el ruralismo y después de un pasaje por la Unión Popular estuvo en la fundación del FA.

¿Su desencanto es con todo el FA, o en particular con el Partido Comunista?

Mi padre toma distancia del FA a fines de los 80. Venía siguiendo de cerca todo lo que estaba pasando con el derrumbe de la Unión Soviética y con la repercusión en las izquierdas de América Latina. Desde ese punto de vista, veía que el FA no estaba procesando los nuevos tiempos de manera adecuada, entre otras cosas porque el PC hegemonizaba al FA en el momento preciso en que se derrumbaba el bloque soviético. Mi padre consideraba que el FA caía en una especie de vacío ideológico y por eso tomó distancia en aquel momento.

¿Llegó a votar a José Mujica en 2009?

Mi padre falleció el 15 de noviembre de 2009, entre la primera vuelta y la segunda. Lo que dijo en aquel momento es que apoyaba la candidatura de Mujica, pero no al FA. Era una cuestión particular.

¿Qué opinás de las declaraciones de Manini Ríos sobre el referéndum del domingo 27? ¿Cabildo Abierto hace un balance más crítico del resultado que otros socios de la coalición?

No diría que Manini tuvo un tono crítico. Él reconoce que el resultado es importante porque la LUC [ley de urgente consideración] queda firme y eso significa que la ciudadanía “renueva votos” respecto de la decisión que tomó en 2019. Desde ese punto de vista es un buen resultado. Pero evidentemente hay una gran paridad y esto significa que hay dos visiones de país, bastante marcadas. No significa que haya dos países diferentes, ni dos países enfrentados, porque el gobierno sigue gobernando para todos los uruguayos y la oposición no cogobierna, no controla una mitad del país. En estas circunstancias lo que sí se abre es una oportunidad (y una necesidad) de tender puentes en algunos temas fundamentales. Algunos de esos temas los planteó el presidente Luis Lacalle Pou en la conferencia del domingo y otros los han planteado socios de la coalición, como CA, en el Parlamento, que necesitan una respuesta. Están trancados en las comisiones y son proyectos necesarios para darle respuesta a mucha gente, por ejemplo en temas como la reestructura de la deuda de personas físicas, cuestiones vinculadas al endeudamiento y la usura, o el proyecto de tenencia compartida. Creemos que es un buen momento para atender estas cuestiones y resolverlas en el corto plazo.

Manini planteó que hay que superar el diálogo y concretar. ¿Coincidís?

Sí. En los últimos gobiernos las leyes más importantes son iniciativas del Poder Ejecutivo. Los legisladores, de todos los partidos, no tienen espacio para promover leyes de fondo. A diferencia de lo que sucedía en gobiernos del FA, cuando se votaba con una estricta disciplina partidaria y aprovechando las mayorías automáticas, las iniciativas de este Poder Ejecutivo han sido discutidas en la coalición y han tenido cambios significativos. La LUC es un caso claro. Y quiero mencionar algo importante: en ese caso los socios de la coalición, y CA en particular, advertimos que podía darse una impugnación y por eso propusimos desglosar temas, como la liberación de la importación de combustibles y todo lo vinculado al sistema nacional de áreas protegidas. Eso terminó siendo muy importante, porque ¿qué hubiera pasado si la campaña contra la LUC sumaba la defensa de la bandera de Ancap o la bandera del ecologismo? Creo que nosotros también hicimos algunos aportes desde ese punto de vista.

En este gobierno la figura presidencial es preponderante, por encima de espacios de acuerdo como el Consejo de Ministros. ¿Siguen pensando que se necesitan más instancias de coordinación?

Esto es una coalición de partidos, no es un partido como el FA, que tiene sus órganos comunes y su programa común. Es lógico que en la coalición el Poder Ejecutivo tenga ese paso. En todo caso, y es un aporte más que una crítica, CA está diciendo que todos los socios son importantes para mantener la coalición. Consideramos que es bueno que se escuche a los socios, y la forma de escucharlos no es solamente a través de espacios de coordinación o de las audiencias, sino que es necesario considerar apropiadamente los proyectos de ley que presentan los socios. Porque no son caprichos, son demandas de la gente que los partidos están tratando de volcar. No puede volver a pasar lo que sucedió con la ley forestal. En ese caso, CA ingresó el proyecto a la comisión correspondiente; los socios de la coalición directamente no discutieron el asunto y no se llegó a un acuerdo al momento de la votación. Eso no puede pasar. Si hay diferencias, que queden plasmadas en los ámbitos correspondientes del Parlamento o en ámbitos de coordinación, para llegar a una mejor solución. Pero no pueden dejarse de lado los reclamos que están haciendo los socios de la coalición. No se trata de uniformizar criterios, sino de enriquecer visiones desde la diversidad. Todos los partidos de la coalición llegan a públicos diferentes desde el punto de vista social y geográfico. Es importante pensar desde ahora en cómo ensanchar la base electoral de la coalición, porque, como dice Manini, a la coalición no le sobra un voto. Si de alguna manera se recorre el camino de pensar la coalición como un bloque monolítico, se va a perder riqueza de miradas y se va a achicar la base electoral.

Con relación al aumento de combustibles, ¿notan malestar entre los pequeños y medianos productores y en sectores que forman parte de esa “base social” de CA?

En materia de competitividad de las pequeñas y medianas empresas hay que atender múltiples factores. Uno de ellos, indudablemente, es la energía, pero también importan las cuestiones laborales e impositivas. Muchas veces los impuestos están pensados para desestimular al pequeño y mediano empresario, no hay un adecuado equilibrio entre los incentivos a las grandes empresas y lo que reciben las más pequeñas. Pienso en los almacenes de barrio, los emprendimientos familiares, que son un tejido laboral y social del país que hay que mantener.

¿Sentís que hay impaciencia en esos sectores?

Hay impaciencia. Nadie puede negar que venimos de una situación muy particular con la pandemia, pero ahora es necesario dar un paso más. Hay que apuntar a la revisión del sistema tributario, revisar el sistema de inversiones en nuestro país, las condiciones de competencia entre los grandes y los chicos. No es para asfixiar a nadie, sino para generar un ecosistema de empresas de distintos tamaños que puedan coexistir. Hay una impaciencia lógica, para que cierren las cuentas, para mantener a los empleados. Es algo que nos hace llegar la gente cotidianamente a muchos de nosotros.

¿El relato sobre la importancia de los “malla oro” contribuye a ese malestar?

A veces se intenta presentar esta cuestión como si fuera un tema de clase, como si una clase apoya a los malla oro y por otro lado está el pueblo que sufre las consecuencias. Pero si uno ve los 15 años del gobierno del FA, en realidad hubo una continuidad de las políticas económicas, durante la gestión de lo que Manini llamó “astoribergarismo”. Esas políticas no ayudaron al pequeño y mediano empresario, y consolidó una posición dominante de grandes empresas, por ejemplo en el sector de la celulosa y en los bancos.

Creo que el país se debe una discusión de fondo sobre cuál es su modelo. Lo digo concretamente: si el Estado no asume un rol protagónico en el ordenamiento de su economía, ese espacio lo ocupan los privados, que son los que terminan poniendo las reglas. Entonces, cuando digo que el Estado tiene que ordenar no me refiero a que tenga que poner el pie encima ni desalentar la llegada de las inversiones. Todo lo contrario, pero lo tiene que hacer desde una perspectiva de defensa del entramado. Muchas veces tomamos el camino fácil de ceder a las grandes oportunidades, a las grandes inversiones vistosas, sin medir los efectos secundarios en la economía nacional.

En ese sentido, hemos propuesto apelar al Consejo de la Economía Nacional, que es un instrumento constitucional perfectamente viable, para discutir un modelo inclusivo de país con la participación de empresarios, sindicalistas y partidos políticos.

¿Cuál es su balance de la gestión de Azucena Arbeleche en el Ministerio de Economía y Finanzas [MEF]? Uno no diría que el dirigismo económico es su principal característica.

Ojo, yo no lo planteo en términos de dirigismo económico. Creo que se trata de generar grandes acuerdos, en los que el Estado tenga un rol protagónico, en la convocatoria y en poder sentar ciertas bases. Pero la iniciativa privada también es fundamental. Yendo a la pregunta, creo que la gran cualidad de la ministra ha sido poner los números y las cuentas en orden, que era algo necesario. En los últimos años se había perdido un poco el orden y el control de nuestras finanzas. Poner la casa en orden siempre es bienvenido. Pero por otro lado se necesita esa segunda parte: poner en funcionamiento las grandes fuerzas productivas de nuestro país. En ese sentido, creo que el MEF debería abrir la cancha y tratar de contemplar las demandas de los grandes sectores de la población. Y también de los partidos políticos que hacen llegar sus propuestas. Como decía, estamos entrando en una nueva etapa y es importante discutir los temas de fondo.

¿Qué propuestas le han hecho al MEF?

CA le presentó al equipo económico una serie de propuestas de temas en febrero de 2021, referidas a regímenes de inversiones, cambios en la reforma tributaria y zonas francas. Por ejemplo, proponemos contar con venias parlamentarias para las concesiones que excedan más de un período de gobierno. Por supuesto que las medidas las tiene que tomar el MEF, CA no pretende armar un equipo paralelo ni mucho menos, pero sí queremos acercar inquietudes que consideramos importantes. Lo mismo pasa con los planteos de Un Solo Uruguay, que deberían ser atendidos. Queremos abrir la discusión más allá de los objetivos y las prioridades que se marcaron al principio, de equilibrar las cuentas.

¿La concesión a Puerta del Sur fue un error?

No diría un error, pero lamentablemente en las concesiones de aeropuertos, como pasó con las papeleras o con el puerto, existió cierta opacidad. Es algo que venía de antes y que tampoco se modificó en este período. CA, de alguna manera, reclama que estas concesiones y contratos que comprometen varios períodos de gobierno tengan un proceso más transparente, que puedan ser discutidos de otra manera.

¿Hay margen para avanzar con la reforma de la seguridad social en este período?

Por ahora lo veo difícil, no veo un ambiente muy propicio. Creo que todavía estamos en una discusión en términos partidarios y de fracciones o grupos, que de repente van contra tal o cual caja, pero no se mira el sistema en su conjunto. Esto requiere una grandeza en la visión, no en apuntar específicamente contra alguien. No se trata de cargar el peso sobre determinados grupos, sino de articular soluciones que seguramente no dejarán a todos contentos, pero permiten que el sistema siga funcionando, porque creo que el sistema de solidaridad tal como está establecido es un buen sistema.

¿CA está dispuesto a que la Caja Militar pase a régimen general?

Indudablemente, cuando se toca ese tema se lo hace desde un punto de vista partidario y no se lo analiza en profundidad. Por supuesto que CA considera que la cuestión de la Caja Militar debe ser estudiada en el marco del estudio de todo el sistema previsional, y en ese sentido seguramente haya que hacer algunas modificaciones en la Caja Militar. Es indudable que sí. No creo que la solución sea pasarla al régimen general, pero sí va a necesitar muchos ajustes.

¿Cuál es tu balance de la gestión de la cancillería, en particular en las negociaciones del TLC con China?

Uruguay tiene que estar siempre en la búsqueda de nuevos mercados para sus productos, y el Mercosur lamentablemente no funciona como uno quisiera. Pero eso no significa que el Mercosur no sea importante desde el punto de vista de sus mercados, inversiones y del turismo. Muchas veces se minimizan esos factores cuando se analiza el vínculo con la región. Pero ante las dificultades que ha tenido el Mercosur de avanzar en su agenda externa, entiendo que Uruguay salga a explorar algunas posibilidades de acuerdo. También siento que ahora hay una oportunidad muy grande de reflotar el acuerdo con la Unión Europea, que se ha trancado más por cuestiones internas de los europeos que por el Mercosur. Con la pospandemia y la situación de guerra en Ucrania, hay muchos países europeos con problemas de seguridad alimentaria y desabastecimiento. Es una excelente oportunidad para que el Mercosur vuelva a poner sobre la mesa las negociaciones de un acuerdo importantísimo para Uruguay y para todo el bloque.

En la medida en que se reflote ese acuerdo y se llegue a buen puerto, puede ser un puntapié interesante para que el Mercosur vuelva a considerar la posibilidad de acuerdos con China, la Unión Euroasiática, uno más potente con India o mismo con Estados Unidos. Un acuerdo con la Unión Europea puede dinamizar toda esa agenda externa del Mercosur. En particular, del acuerdo de Uruguay con China, me cuesta entender cuál puede ser el interés comercial de China con Uruguay, más allá de que somos un punto estratégico en la Cuenca del Plata y el Atlántico sur. Y me quedan muchas dudas de qué margen de negociación puede tener Uruguay en esto. Todos estamos esperando ver los resultados de ese estudio de factibilidad, pero hay temas para tener en cuenta desde ahora: cómo puede impactar en determinadas industrias, cómo puede impactar en términos de soberanía y estrategia, y también en nuestro relacionamiento con Brasil y Argentina, que podría verse afectado por un acuerdo de este tipo.

¿Qué opinás sobre expresiones de que Uruguay se puede “colar entre los grandes”?

Creo que tenemos que ser muy realistas sobre nuestra posición y capacidad de negociación. Me parece que el mejor camino para negociar en óptimas condiciones con el resto del mundo es a través del Mercosur, entre otras cosas por las grandes asimetrías que tiene nuestro país.

¿Te considerás todavía un mercosuriano?

Sí, claro. A pesar de todo y sin defenderlo de forma ciega. Pero creo que hay que defenderlo desde una agenda positiva.