A menos de un mes de haber asumido su tercer mandato, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, visitó Argentina en el marco de la Celac y al día siguiente aterrizó en Uruguay. Según él mismo dijo, vino como forma de “agradecimiento” al gesto del mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, de asistir a su asunción, el 1 de enero, con la compañía de los expresidentes José Mujica y Julio María Sanguinetti, y aunque la primera escala que hizo fue la residencia presidencial de Suárez y Reyes, también hizo visitas, que trajeron cola, a otros protagonistas de la política nacional.

Antes de pisar el suelo uruguayo Lula ya se había posicionado en la agenda nacional con la declaración conjunta que emitió con el presidente argentino, Alberto Fernández, en la que hicieron hincapié en “hacer más eficiente y potenciar el Mercosur” así como otros mecanismos de integración regional; declaración que, a su vez, estuvo precedida por las tajantes afirmaciones del canciller brasileño, Mauro Vieira, sobre que un eventual tratado de libre comercio (TLC) de Uruguay con China rompería el Mercosur.

Con ese telón de fondo llegó Lula a Uruguay, a eso de las 11.00 del miércoles 25. Del aeropuerto fue directo a Suárez y Reyes, donde mantuvo una reunión a puertas cerradas con Lacalle Pou, antes de brindar una conferencia de prensa juntos. Primero habló el local, luego el invitado, que se explayó por varios minutos sobre diversos temas pero dedicó buena parte de la alocución, como era esperable, al Mercosur y a los reclamos de Uruguay de flexibilizar el bloque, los que calificó como “más que justos”.

“El papel de un presidente es defender los intereses de su país, los intereses de su economía y de su pueblo” y “es justo querer producir más y querer vender más”, para lo cual “es importante una apertura para el resto del mundo”, sostuvo Lula. Este mensaje fue recibido con beneplácito por parte del gobierno, que lo leyó como un guiño favorable para continuar la negociación individual. Sin embargo, el director de Factum, Eduardo Bottinelli, introdujo un matiz sobre este punto en diálogo con VTV Noticias: si bien Lula percibe que el reclamo uruguayo es “legítimo, positivo, respetable”, eso “no significa que comparta el fin último”, que es el TLC con China.

Bottinelli recordó que Lula remarcó que “la prioridad es la Unión Europea, que ya lleva todo un proceso de acumulación”, y “después se va a ver con China, en bloque, no como países”. Por tanto, Lula “está dando a Uruguay cierta razón en los planteos que hace, pero marcando cuáles son los tiempos y las prioridades”. Por otro lado, subrayó que Lacalle también dejó entrever un matiz en sus declaraciones con respecto a posicionamientos previos: “el énfasis de la vocación integradora y de pertenencia al bloque no se daba antes y aparece ahora”, analizó.

En una línea similar, el politólogo Damián Rodríguez hizo énfasis en que Lula marcó “que el Mercosur tiene que negociar con China: ahí está la palabra del vecino grande”, y acotó que “esto es estratégico y habla de un Brasil que quiere volver al mundo”, por lo cual el mandatario también resaltó “la necesidad de cerrar primero el acuerdo con la Unión Europea”. Rodríguez planteó en diálogo con la diaria que si bien Lula “dejó la puerta abierta a que Uruguay pueda seguir haciendo sus negociaciones”, con “esta señal” que está dando Brasil de negociar en bloque probablemente “China va a apostar hacia eso”.

Para la politóloga Victoria Gadea, “el discurso de Lula fue claro, razonable y medido, a la altura de un mandatario” y dejó en claro que “lo que busca Uruguay es comprendido por Brasil, a pesar de que trate de evitar ese camino”, por lo que el presidente Lacalle Pou sale “ganador” de la jornada en términos de impacto político.

“Yo sería cauto en afirmar que está dando una luz verde para continuar negociando” individualmente, reflexionó el doctor en Ciencia Política Camilo López en conversación con la diaria. En su análisis, López hizo hincapié en la necesidad de recordar la postura histórica que ha tenido Brasil en esta materia, y desechó la idea que mantuvieron algunos analistas durante el gobierno de Bolsonaro en el sentido de que Brasil “estaba dándole luz verde a Uruguay para negociar con terceros estados por fuera del Mercosur”. Si bien “esa es una postura que sostuvo, en algún momento, el ministro de Economía Paulo Guedes, no fue nunca una postura homogénea dentro del gobierno de Brasil”, aseveró.

La invitación de Cosse y la reacción de Orsi

El tour de Lula siguió en 18 de Julio y Ejido, en el edificio de la Intendencia de Montevideo (IM). Allí, la intendenta, Carolina Cosse, le entregó el premio Más Verde por su contribución al medioambiente, y luego de algunas palabras de reconocimiento le cedió el micrófono. Lula se dirigió en buena parte de su discurso a la jerarca y le devolvió los elogios: celebró visitar la capital uruguaya “en el momento en que una mujer ingeniera dirige la ciudad” y dijo que se iba “convencido de que usted [en referencia a Cosse] tendrá un mandato de mucho éxito, reconocido por el pueblo de Montevideo y de Uruguay”.

Afuera, en la explanada del Palacio Municipal y en las calles circundantes se concentraron miles de personas que escucharon y vitorearon al mandatario brasileño cuando salió al balcón, acompañado por Cosse, y se dirigió a ellos: “Quiero construir definitivamente la unidad de América del Sur, de América Latina, y fortalecer el Mercosur” para que “pueda ser un bloque comercial muy fuerte, para mejorar la vida de nuestros pueblos”, manifestó. Entre el público había figuras de diferentes sectores del Frente Amplio (FA), que había convocado al evento desde sus redes sociales.

Del centro de Montevideo el mandatario se fue a Rincón del Cerro, a visitar al expresidente Mujica. Asistió con Fernando Haddad, ministro de Hacienda de Brasil, y lo recibieron la exvicepresidenta Lucía Topolansky, el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, la vicepresidenta de la coalición de izquierda, Verónica Piñeiro, el presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala, y el intendente de Canelones, Yamandú Orsi. El jerarca canario fue el último en llegar, cuando Lula ya estaba allí. la diaria supo luego que Mujica lo invitó ese mismo día, pocas horas antes.

El último dato no es menor, dado que al día siguiente se hizo pública la polémica en el FA por las definiciones que tuvieron lugar en la jornada del miércoles: Orsi dijo en Doble Click de Del Sol FM que el evento organizado por su par de Montevideo “se transformó más en un acto que en un reconocimiento” y que no estaba claro por qué la fuerza política había convocado a la IM si el tema no había pasado por la Mesa Política, lo cual a su entender generaba una “confusión no muy conveniente”.

Luiz Inácio Lula da Silva , José Mujica y Lucía Topolansky, el miércoles, en el  Rincón del Cerro.

Luiz Inácio Lula da Silva , José Mujica y Lucía Topolansky, el miércoles, en el Rincón del Cerro.

Foto: Camilo dos Santos

A la salida de Orsi se sumaron varios dirigentes del FA que salieron a responderle, aunque en general sin nombrarlo, en redes sociales, y el debate fue adoptando un tinte electoral claro por el protagonismo de Orsi y Cosse y lo que se leyó como intentos de ambos por posicionarse cerca de Lula. El presidente del FA, Fernando Pereira, fue enfático en diálogo con la diaria tras la discusión suscitada: “Estamos desperdiciando una cuestión formidable para el progresismo uruguayo”.

Para Gadea, si bien el hecho de haber convertido el evento en un acto político “empaña” el rol institucional del gobierno departamental, “en términos de vínculo con la ciudadanía, no hay dudas” de que Cosse sale ganadora en la dinámica de competencia implícita que mantiene con su par canario. Lo que es más, en la opinión de la politóloga, “la participación de Orsi en la chacra con Mujica y sus posteriores declaraciones lo dejan en un rol reactivo que no es beneficioso para su futura competencia con la intendenta de Montevideo”.

No obstante, Gadea aclaró que este hecho puntual no necesariamente determina el escenario electoral futuro: “el tablero de la competencia entre Orsi y Cosse no es tan claro. Si pensamos en la interna del Frente Amplio la acción de Cosse le puede sumar en ese sentido” pero “a nivel general y pensando en la elección siguiente es más compleja la cuenta”, señaló.

Por su parte, Rodríguez consideró que Montevideo, por su protagonismo regional –mencionó, por ejemplo, que es sede del edificio del Mercosur– , “no podía resultar ajena a esta visita, y creo que es legítimo que el FA invite a sus simpatizantes a acompañar este evento”. “La IM actual montevideana es frenteamplista, Carolina Cosse es una dirigente de primera línea del FA, que institucionalmente hace entrega de un premio pero responde también a una colectividad política que actualmente gobierna Montevideo”, reflexionó.

Lo que se puede esperar del nuevo Lula

Rodríguez hizo foco en las señales de retorno al multilateralismo que ha dado Lula incluso desde antes de asumir el gobierno: señaló que su primer viaje no oficial, ya electo presidente, lo hizo a la COP27 en Egipto, en una línea muy parecida a la del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que “cuando asumió después del gobierno de [Donald] Trump lo que hizo es volver al sistema multilateral a través de una reincorporación al Acuerdo de París”.

El Brasil de Lula “mira al multilateralismo pero también a la región”, continuó Rodríguez, y puso como ejemplo la participación en la Celac y el reinicio del diálogo bilateral con Argentina, “que es la piedra basal del Mercosur y que en los años de gobierno bolsonarista no fue el más feliz”.

Rodríguez destacó las ideas de Lula de “modernizar y renovar” el Mercosur y su disposición a avanzar en el acuerdo con la UE. Planteó que la amistad que lo une con el presidente francés, Emmanuel Macron –también cercano al argentino Alberto Fernández– podría “destrabar finalmente algunos temas pendientes que hay dentro del acuerdo UE-Mercosur”.

Por su lado, Gadea consideró que “Lula tiene un desafío muy grande con este gobierno” dado que “es el tercer y último Lula en Brasil” y lo encuentra en “un país polarizado en el que una porción muy grande del electorado apoyó a [Jair] Bolsonaro, con movimientos ciudadanos dispuestos a tomar acciones para sacar a Lula” del gobierno. “A la vez, la situación económica es muy diferente a la de los gobiernos anteriores del PT [Partido de los Trabajadores], lo que complejiza la generación de consensos amplios que le permitan gobernar”, indicó, y apuntó que “Lula seguramente tiene claro esto y por eso busca acordar por encima de la confrontación”.

En cuanto a cómo puede plantarse Lacalle Pou frente a este “nuevo Lula”, Gadea afirmó que “es claro que el actual gobierno no comparte afinidad política con el gobierno de Lula”, aunque esto “no quita que las relaciones diplomáticas siempre tienen en cuenta las diferencias y/o afinidades en la búsqueda de un mejor posicionamiento en el mediano plazo”. A su entender, “Lacalle seguramente también es consciente de ello y buscará transitar por la frontera que lo diferencia de Lula y los acuerdos que puedan favorecer al país”.

En tanto, López recordó que “Lula desde la campaña electoral impulsó la construcción de una coalición electoral con actores que van más allá de la izquierda y la centroizquierda”, incluso con algunos “que estaban en la base gubernamental de Bolsonaro”, por lo que “es un presidente de izquierda que gobierna con una coalición que no es de izquierda”. A su entender, esta realidad “condiciona el tipo de agenda de políticas públicas que Lula pueda tener, sobre todo en algunos temas que para la izquierda son muy relevantes, como el tema de las tierras”, pero a nivel de política exterior prevé que se mantenga la capacidad de Brasil de “tener acuerdos o relaciones con países liderados por presidentes con signos ideológicos distintos a él”.

Luis Lacalle Pou y Luiz Inacio Lula da Silva, el miércoles, en la residencia presidencial de Suárez.

Luis Lacalle Pou y Luiz Inacio Lula da Silva, el miércoles, en la residencia presidencial de Suárez.

Foto: Mara Quintero