Un grupo de jóvenes apostados en las esquinas orientan con linternas al visitante por las calles del barrio Villa García. En la oscuridad de la noche, los faroles de los vehículos iluminan sus chalecos refractarios, probablemente los mismos que utilizan para vender alimentos y artesanías en las calles. Al seguir los haces de luz se llega a una precaria portera que da paso a un camino por medio de un barrial. Al final, un monte de eucaliptos es usado circunstancialmente como estacionamiento. Entre la silueta de las decenas de autos se vislumbra la iluminación de lo que parece ser una sala de eventos. Se trata del “mega templo Beraca”, la iglesia donde el pastor evangelista Jorge Márquez lleva a cabo sus masivas misas ante sus fieles.
Al ingreso se encuentran apostados militantes del Partido Libertario Uruguayo y de la Plataforma por la Libertad, nuevos grupos surgidos a la sombra de las ideas del presidente argentino, Javier Milei.
Al pie de un puesto de literatura bíblica, un grupo de mujeres vende libros de los argentinos Agustín Laje y Nicolás Márquez, ambos difusores de las nuevas ideas de la extrema derecha, con las que impusieron el concepto de “batalla cultural”. Este concepto pone en la misma vereda a ultraconservadores, libertarios, nacionalistas autodefinidos como patriotas, anticomunistas devenidos en antiprogresistas y antiglobalistas en contra de un enemigo común: la izquierda. O, al menos, lo que entienden por “izquierda”.
Esta alianza se tradujo en la Derecha Fest, un evento que aglutinó a todos aquellos que se definen como eso, de derecha. Lo que se estuvo gestando en los últimos meses, cuando menos en el comienzo de la pasada campaña electoral con la aparición de grupúsculos que “corrían por derecha” a los partidos tradicionales, encontró su primera forma tangible en este festival. La actividad, que se iba a desarrollar originalmente en la sala mayor del Hotel Radisson, debió ser suspendida por la negativa de esa cadena a recibir un evento de esas características. Después de días de incertidumbre, período en el que no se canceló la venta de entradas, se anunció su traslado a las instalaciones de Beraca, a 21 kilómetros del centro de Montevideo. La distancia no impidió que 1.200 personas se acercaran al lugar.
Uno de los principales impulsores del evento fue el comunicador Esteban Queimada, conductor del programa Bajo la lupa, que fue uno de los oradores del evento. “No hay derecha. No hay conservadurismo. No hay moral ni ética. Y es muy preocupante porque eso abrió la puerta para que entre toda la cultura woke que destroza a los niños, los transexualiza, los hipersexualiza. A los jóvenes los confunde, les dice que pueden ser lo que quieran ser. Eso se metió en la educación, se metió en la política. Y eso es importante porque todo está en la política. Durante seis años me negué a creer que un verdadero cambio en nuestro país iba a venir desde abajo hacia arriba”, arengó Queimada, provocando los vítores de los asistentes.
Entre los “ilustres” visitantes extranjeros estuvo el español Javier Negre. Vinculado al partido de extrema derecha español Vox, hace poco más de un año, con la llegada de Milei al poder, emigró a Argentina, donde compró parte del portal La Derecha Diario, web que usualmente difunde desinformación, especialmente vinculada a los sectores progresistas y de izquierda. Ese medio fue fundado por el asesor Fernando Cerimedo. En Brasil, Cerimedo tiene pedido de captura de la Justicia, acusado de haber sido parte del intento de golpe de Estado de enero de 2023, lo que propició la orden de bloqueo de esa web. A pesar de ello, Negre relató a la audiencia su versión de cómo es “perseguido por el Foro de São Paulo” por defender donde vaya “las ideas de la libertad”.
Quien también tuvo su momento fue el propio pastor Márquez, que destacó el “punto de intersección y congruencia” entre ateos y creyentes. “Debo ser sincero: hay muchos cristianos que no tienen el valor de enfrentar las cosas que hay que enfrentar. La Biblia dice que de los valientes es el reino de los cielos”, arengó.
“Debajo de lo que nosotros llamamos ‘guerra cultural’, o ‘guerra moral’, que pertenece a lo tangible, hay un mundo invisible; y quiero decirles a ustedes que los derechos preexistentes tienen su origen en Dios”, afirmó el pastor. “Lamentablemente, nuestros valores no han logrado fortalecer lo que nosotros hemos llamado ‘civilización occidental’”, dijo. Entre el público se encontraba su yerno, el diputado nacionalista Álvaro Dastugue, junto a la exdiputada por Cabildo Abierto Inés Monzillo, que ahora forma parte del círculo del pastor.
Sobre el final de la noche fue el turno de Agustín Laje, autor de El libro negro de la nueva izquierda, texto de culto entre los militantes de extrema derecha de la región y uno de los principales detractores de lo que llama “ideología de género”. Con un tono más moderado que su antecesor, desarrolló el concepto de globalismo y el peligro que, según entiende, significa para los estados, y cuestionó las funciones de los organismos internacionales. “Lo que hay son instituciones que lo que están queriendo es formar un gobierno mundial. Pero lo cierto es que, hasta el día de hoy, si un Estado no quiere comprometerse con las agendas de la ONU [Organización de las Naciones Unidas], lo puede hacer. Porque la ONU todavía no tiene su propio poder coactivo. Lo que hay es una presión globalista por ir acumulando cada vez más poder en esos organismos”, dijo.
Asimismo, afirmó que una de las bases del globalismo es el progresismo, que “colapsa el Estado nación” al brindar derechos que después no puede cumplir; mientras que otra es el “wokismo”, lo que delimitó como “la exacerbación hacia el infinito de la dialéctica del opresor y el oprimido”. Según Laje, se genera un relato en que se divide al mundo entre dos partes enemistadas. “El wokismo traza una división en absolutamente todos los ámbitos de la existencia humana”, explicó, y agregó que esto puede analizarse en “clave sexual” cuando se define al hombre y los heterosexuales como “opresor” y a las mujeres y los homosexuales como “oprimidos”.