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la diaria

Fuera de sección

Foto: Iván Franco
Fuera de sección

El famoso apretón de manos

Con esfuerzo mayúsculo, dejemos de lado a los muertos de cada día, a las víctimas y victimarios, y en paz por un segundo a los deudos de la violencia social. Pensemos en esa máxima que dice que el lenguaje construye realidades. O crea percepciones, formas de estar, de hacer, sensibilidades. Y que toda expresión puede ser utilizada para sostener una idea o su contraria, según el contexto en el que es emitida o según quién la enuncie.
Plaza Independencia previo a la Marcha de la Diversidad, el viernes. Foto: Iván Franco
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Resistencias universales

Realmente me resulta tedioso tener que escribir estas líneas. Hace años que las vengo escribiendo y, como decía Pedro Lemebel, “poniendo el culo, compañero”. Una cosa es abrevar en la crítica del peligro que comporta que cualquier movimiento social sea cooptado por el Estado y sus instituciones, y otra, muy distinta, el salirle al cruce a discursos de la intelligentsia vernácula que, ante reclamos también discursivos pero paridos por la ignominia, la injuria, el golpe o la discriminación -y que habitan los cuerpos, las mentes y el espíritu de los injuriados y los vuelven objeto, ya no sujetos de violencias, leves o extremas, pero definitivamente mayores que las del que no las padece-, intentan hacer visibles esos ataques cotidianos e históricos que han encorvado las almas y que dictan prácticas bajo la pancarta de la universalidad .
Foto: Iván Franco (archivo, marzo de 2016)
Fuera de sección

Declaraciones y después

No es ninguna novedad que nuestras prácticas y discursos pocas veces (escasas, diría) coinciden, se hacen carne en uno, copulan y, de forma gourmet, son el perfecto maridaje. Decimos, protestamos, interpelamos, disputamos los discursos y luego, bueno, la vida, que tritura en pedazos toda elocuencia, oratoria, deber ser, coherencia. Esa palabra, coherencia, también hace años me tiene a mal traer, y me resulta tan petulante como el dictamen de un juez que se ajusta a la ley y desconoce la fisura que los humanos inevitablemente tajeamos en los papeles muertos pero que siguen operando en nuestras vidas.
Foto: Miguel Schincariol, AFP
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La marea

I. El disco mostraba la cabeza de Vinicius y Toquinho de perfil. Recuerdo el efecto tangible al pasar la yema de los dedos sobre el cuello del poeta del whisky eterno, en relieve sobre el cartón. El fondo de la tapa era blanco, celeste, con un mar de viento y un cielo azul. En mi casa se escuchaba “Um pouco de ilusão”, bagayeado por mi madre desde la Barra do Quaraí. Brasil daba vueltas en el tocadiscos y ellos me hacían bailar en brazos: “Ando escravo da alegria, hoje em dia, minha gente, isso não é normal”. La luz oscilaba sobre nuestras cabezas, en improvisada danza de piernas demasiado rioplatenses para esa cadencia.
Foto: Juan Manuel Ramos
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Sexo, cámara y acción

Hace años, cuando era adolescente y con mis amigos hablábamos de sexo -siempre el de otras personas, nunca el propio, o, cuando menos, nunca el propio como algo personal, subjetivo, interpelante, o sea, como algo diferente al modelo de las películas porno- y alguno de ellos se reía de lo que hacían otros -por ejemplo, “viste que x le chupó la y a p y después estuvo con q”, je je je-, había uno que pedía atención, bajaba el volumen de la voz casi hasta el susurro y decía: “Muchachos, les voy a contar un secreto: algún día, ustedes también van a coger”.
Foto: Iván Franco
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Insatisfechos

No me refiero a la queja social porque para mí basta salir a la calle (y le pongo acento al “para mí” porque últimamente parece que todo es cuestión de percepción íntima y que cierto encuentro con la realidad es sólo construcción de relatos) y recibir la bofetada: un niño mugriento, una baldosa suelta, el pastabasero de la esquina, todo el andamiaje casi cósmico (si no fuera ideado por la Gran Máquina y los hombres-máquina) de lo cotidiano.
Vigilia por Jihad Diyab, el viernes, en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Foto: Miguel Rojo, AFP
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La Palabra o las palabras

Famosamente, el libro sagrado de los musulmanes fue dictado por el arcángel Gabriel a Mahoma. Al principio, las palabras del Corán estuvieron grabadas sobre hojas de palmera o en cueros animales, pero después de la muerte del Profeta, en el año 632 dC, sus seguidores juntaron y organizaron esos fragmentos y les dieron la forma que tienen hoy.
Foto: Iván Franco
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Fotografías de la inclemencia

Vuelvo sobre el hogar, el que sea: el familiar, el compartido con amigos, el del solitario a su medida. Los hogares que nos resguardan de estas tormentas hermosas y feroces, y los que serán destruidos. Miro la ventana cerrada a cal y canto, y el palo que coloqué entre su pestillo y la pared para que resista el envión sin tregua de los vientos del río.
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Ninguna derrota

Hay algo que una vez me dijo una amiga veterana y que más sabe por diabla. “Toda generación cree que es la generación perdida”. La frase me dejó pensando por años y todavía me acompaña. Hablábamos entonces de las generaciones que rondan la madurez (los 30 años), que tienen una formación cultivada, que están insertas en cierta cultura política que dobla a la izquierda.