Al igual que la conducta violenta, la cuestión de la sexualidad relativa al género es sumamente compleja e implica tener en cuenta muchas variables. Un estudio sobre sexualidad y estilo de vida llevado adelante en Reino Unido hace algunos años consultaba sobre el acuerdo con la afirmación “los hombres naturalmente tienen más deseo sexual que las mujeres”. Mientras que hombres y mujeres –de entre 16 y 74 años– se manifestaron en desacuerdo y muy en desacuerdo en igual proporción (23%), el acuerdo fue mayor en las primeras que en los segundos (51% versus 43%).

La biología

Letitia Anne Peplau afirma en “Human Sexuality: How Do Men and Women Differ?” (Sexualidad humana: en qué difieren hombres y mujeres) que existen diferencias entre hombres y mujeres tanto en interés como en plasticidad sexual (la capacidad del deseo sexual de ser alterado según situaciones socioculturales). Estos dos conceptos engloban resultados de diferentes estudios que indagaron no sólo sobre pensamientos sexuales, sino también sobre sentimientos, fantasías y comportamiento.

Por otro lado, el artículo “Is There a Gender Difference in Strength of Sex Drive? Theoretical Views, Conceptual Distinctions, and a Review of Relevant Evidence” (¿Hay diferencia de género en el impulso sexual? Apreciaciones teóricas, precisiones conceptuales y relevamiento de evidencia relevante) da cuenta de estas mismas diferencias, pero hace la salvedad de que si bien su conclusión es meramente que en promedio los varones presentan deseos sexuales de manera más intensa y frecuente, la evidencia sugiere que hay influencias biológicas y culturales en este proceso, y que es altamente improbable que la respuesta a la cuestión del impulso o el deseo sexual se encuentre exclusivamente en la naturaleza o en la cuestión cultural.

Los factores psicológicos y los estereotipos

El doctor Santiago Cedrés, presidente de la Sociedad Uruguaya de Sexología, escribió un artículo titulado “Influencia de los estereotipos de género en el placer sexual”, en el que afirma que “a partir del sexo las sociedades establecen modelos de conducta específicos y distintos para las personas”, los cuales indican lo esperable para mujeres y varones. Y agrega: “El estereotipo de género está vinculado a un discurso socio-político y cultural que pauta ‘lo normal’, lo esperable, dejando todo el resto fuera de la norma, por ende anormal, diferente, rechazado, incomprendido, discriminado”. Por su parte, la antropóloga mexicana Marta Lamas, en un trabajo publicado en el año 2000, recogía las palabras de Pierre Bourdieu y señalaba que cada cultura les otorga cierto significado a los cuerpos de las mujeres y de los hombres, y añadía: “Mujeres y hombres no son un reflejo de la realidad ‘natural’, sino que son el resultado de una producción histórica y cultural, basada en el proceso de simbolización”.

En este sentido, los varones son criados, en su mayoría, bajo la concepción de que está aceptado desplegar su sexualidad y deseo, al tiempo que estas nociones son reforzadas no sólo por la publicidad (que asocia la idea de éxito a la cantidad de parejas sexuales que tengan) sino también por las propias ideas que se retransmiten de manera transversal en la sociedad. Si cuanto más relaciones y más parejas tenga un hombre mejor visto será por sus pares, es de esperar que su sexualidad se manifieste más (más aún en un contexto social que así lo permite). Al mismo tiempo las sanciones sociales (en términos de lo que está “bien” o “mal” visto) presentes si las mujeres tienen los mismos comportamientos que los hombres no hacen más que sesgar la discusión.

En adelante, si existen o no diferencias biológicas deja de ser relevante, dado que el factor social influye profundamente en estos comportamientos. A tal punto que resulta muy difícil determinar si lo biológico influye en lo social o viceversa. Esta dinámica “del huevo y la gallina” da cuenta de la peligrosidad de repetir estos estereotipos de género.

*Estos artículos se trabajaron en un taller abierto organizado por Cívico y Cotidiano Mujer, llevado a cabo en la Facultad de Ciencias Sociales el 13 de julio en el marco de las IV Jornadas de Debate Feminista.