Con la idea de combatir la ausencia de mujeres en la narrativa histórica nacional, un grupo de investigadores se propuso no sólo revisar fuentes y documentos, sino hacer recreaciones artísticas de esa ausencia.

El equipo fue comandado por Rosana Carrete, directora del Museo Histórico Cabildo: “Tanto este como todos los proyectos que se vienen desarrollando desde 2014, con el afán de afianzar una nueva marca museo, un perfil de museo histórico acorde al siglo XXI —que también tiene una minoría detractora que sigue buscando la misma propuesta de los años 80— llevó meses de investigación, búsqueda de archivos e iconografía y bajada a nivel curatorial”, explica.

Entre los antecedentes de esta muestra está Habitantes del olvido, otro proyecto sobre el archivo del museo en el que trabajó el mismo equipo estable (el artista multimedia Brian Mackern, las responsables del acervo textil Paula Larghero y Magdalena Viña, los restauradores Sandra Ferreira y Marco Tortarolo). Para Mujeres en la Revolución Oriental, Carrete convocó, además, a la museóloga Jimena Perera (ex responsable del Museo Torres García), a la plástica Agustina Fernández Raggio (ganadora del Salón de Artes Visuales en 2014 por su instalación Miniatura: banda presidencial) y a la antropóloga Cynara Mendoza, que ya había trabajado en Habitantes del olvido: “Por eso ya sabía que el museo tiene entre sus objetivos presentar nuevos relatos, revisionismos históricos usando nuevos lenguajes. También se cede la palabra: hace poco se inauguró una sala sobre afrodescendientes en Uruguay, donde participaron activamente integrantes de distintos colectivos afrodescendientes en todas las etapas”, dice Mendoza.

El plantel, entonces, es multidisciplinario. Sin embargo, aunque trabajaron historiadores, el empuje vino de otras áreas. “Tomaron la palabra otras disciplinas, haciendo el ensayo de mirar el pasado con otras herramientas. Leímos muchas reflexiones historiográficas que piensan desde el género. Encontramos buenos antecedentes que reunían documentos sobre mujeres a principios del siglo XIX. Nos encontramos con datos que no conocíamos, nos representamos por primera vez a cientos de mujeres peleando mano a mano. Todo eso estuvo bien, pero las relaciones de poder de las que están teñidos los relatos no nos dejaban ver del todo las de la Revolución. Nuestro proyecto es ambicioso, quisimos estudiar cómo funcionaban el género y el poder en la Revolución Oriental, y eso implica pasar por lo que viven los historiadores y nosotras mismas. Esto no sólo nos puso a leer historiadores y documentos con doble lente, sino que nos encontramos discutiendo nuestras propias experiencias y preguntándonos por qué es importante hacernos estas preguntas”, dice Mendoza.

Además de los obstáculos esperables de toda investigación histórica (la palabra sigue cabiendo), se agregaron algunas particularidades del tema: “Buscando un libro en especial, porque la bibliografía de la que nos llegaban noticias no sólo era escasa sino difícil de encontrar, alguien en la librería respondió a mi consulta con un ‘están de moda las mujeres ahora’. Fue un poco despectivo, pero eso también tiene que ver con nuestra búsqueda. Además, no molesta que esté de moda, está bien que se hable cada vez más de mujeres y de género, siempre que haya gente responsable jugando también. Obvio que la hay, así que no es sólo una moda. Ya era hora de hablar más del tema, estamos en un momento diferente, claro que vamos a estar preguntándonos más sobre nosotras. Ya no sorprende encontrar análisis sobre textos de Petrona Rosende en publicaciones de congresos sobre artiguismo, como nos pasó”.

El campo de investigación, en todo caso, es fértil, coinciden Carrete y Mendoza, así que posiblemente nos encontremos con nuevas instancias de esta investigación que se propone develar lo que se ha venido invisibilizando. Por lo pronto, en los varios meses en que permanecerá abierta la muestra será sede de conferencias y conciertos que promuevan la reflexión sobre el rol histórico de las mujeres. Revisionismo, sí, pero de otra cuña.