Por muy variados motivos una persona puede necesitar una ayuda técnica: por una discapacidad, por un accidente, por el paso de los años. Las ayudas técnicas son aquellas herramientas o productos que permiten mantener o mejorar las habilidades de las personas y les dan independencia; pueden ser de la magnitud de una silla de ruedas, audífonos, prótesis, órtesis o calzados ortopédicos, hasta artículos muy sencillos que permiten cambiar la rutina de las personas, como cubiertos o esponjas adaptadas, calzadores o adaptaciones para el cepillo de dientes.

En Uruguay son pocos los lugares de atención para quienes requieren productos de este tipo: hay algunos centros de rehabilitación privados, servicios estatales como los que brinda el Banco de Previsión Social (BPS), el Banco de Seguros del Estado (BSE), sanidad militar o policial, o las empresas privadas dedicadas a la ortopedia. En 2012 el Programa Nacional de Discapacidad (Pronadis) del Ministerio de Desarrollo Social puso en marcha un Laboratorio de Ayudas Técnicas, y en octubre de 2014, después de que la Intendencia de Montevideo (IM) cediera una vieja casona ubicada en Camino Castro y Molinos de Raffo, se instaló allí el Centro Nacional de Ayudas Técnicas y Tecnológicas (Cenatt).

En 2016 el centro entregó 1.465 ayudas técnicas y atendió a 1.684 personas, y los encargados aseguran que la demanda crece mes a mes. En lo que va del año registraron, en promedio, unos 500 ingresos mensuales entre solicitudes, reparaciones, entregas, prótesis, órtesis y calzado, evaluaciones y controles.

Conocimientos importados

En Uruguay no existe una licenciatura en el área de ortoprótesis, por lo que la mayoría de los técnicos que atienden en el Cenatt fueron formados en Cuba, en el marco de un proyecto entre ambos países que existe desde 2008. Los cinco licenciados en ortoprótesis del centro son cubanos, que vienen a vivir a Uruguay por dos o tres años, y luego rotan; ellos vuelven a la isla y vienen otros colegas. Además, desde 2013 algunos uruguayos se han ido a formar allí. Uno de los integrantes de la primera generación de uruguayos que viajó a Cuba a formarse en ortoprótesis es Ricardo Ottonello, el actual director del Cenatt.

Hace pocas semanas los licenciados cubanos comenzaron un curso a 20 estudiantes para formarse como auxiliares en ortoprótesis. El objetivo es que, una vez finalizado, en diez meses, se puedan incorporar al Cenatt como técnicos. “Había una necesidad de empezar a formar auxiliares técnicos, para que en un futuro sean quienes continúen trabajando en el laboratorio, porque en algún momento el convenio con Cuba va a cesar”, contó el director.

En palabras fáciles, Ottonello explica que las prótesis sustituyen parcialmente un miembro que le falta a la persona, mientras que las órtesis no sustituyen, sino que compensan, corrigen o mejoran la funcionalidad del miembro. Este tipo de ayudas requieren de una entrevista personalizada con el paciente, que se realiza en el propio Cenatt o en las casas de las personas del interior que no se pueden trasladar a la capital.

Como el área está poco desarrollada en nuestro país, Ottonello explica que también se busca generar vínculos con profesionales del área de la salud para mejorar la atención. Por ejemplo, en muchos casos las personas llegan con muñones (o como se llaman técnicamente: miembros residuales) a nivel de la articulación o demasiado cortos, lo que requiere una adaptación especial. “El miembro residual no puede ser de cualquier medida o no puede estar en cualquier estado para poder hacer una prótesis; hay medidas adecuadas. Hay casos en que es imposible hacer la amputación adecuada: si llegás a un hospital por un traumatismo, los médicos tienen que salvarte la vida y no importa otra cosa, pero en los casos en que se puede planificar la amputación estamos tratando de conversar para que la rehabilitación se tenga en cuenta”, detalla Ottonello.

Este año el Cenatt inauguró el Laboratorio de Calzado Ortopédico, a cargo de dos de los especialistas cubanos. Uno de ellos, Ricardo Soriano, explicó que los calzados son especiales para cada persona y que entre los pacientes que han llegado muchos no tenían forma de tener zapatos en sus pies. “Este hombre”, dice señalando al molde de un pie con una malformación importante, “ahora tiene puesto paños, trapos; tuvo polio cuando niño y hoy camina con el tobillo”. Los zapatos ortopédicos que confeccionan son livianos, y el proceso de elaboración es totalmente artesanal. Por mes están entregando entre 10 y 12 pares, y el compromiso para este año es entregar 100.

Reciclaje y adaptación

En el Cenatt hay varios laboratorios, salas de máquinas y depósitos. Los materiales con los que trabajan llegan en gran medida a través de donaciones desde el exterior. Una de las organizaciones que más abastece de sillas de ruedas, bastones, andadores y otros productos es la noruega Hjelpemiddelfondet, que por ejemplo a comienzos de agosto envió un contenedor lleno de ayudas técnicas por un monto total de 87.000 dólares; también recibe donaciones de Canadá. El Cenatt cuenta, además, con una partida presupuestal para compras, pero su trabajo se basa fundamentalmente en las reparaciones y adaptaciones que deben hacer a las donaciones.

Dos docentes de Mecánica de la UTU (ver recuadro) se encargan de la reparación de las sillas de ruedas, que en algunos casos, por el uso, llegan mal de frenos o de ruedas. Además, en función de las indicaciones de los técnicos, muchas veces hacen adaptaciones de las sillas, por ejemplo, ajustando los posapiés o los reposacabezas. También hacen adaptaciones eléctricas de amplificadores de pantalla, sillas o camas motorizadas, que requieren ajustes por los cambios de voltaje.

Día a día

Otra área del Cenatt se encarga de las adaptaciones para la vida diaria. “Todo se puede lograr con las adaptaciones; no hay ningún impedimento para que el paciente sea independiente. Con cubiertos adaptados podés cortar y pinchar con una mano sola, por ejemplo”, comentó Magalí Politi, ortoprotesista del Cenatt. Magalí y Betiana Márquez, fisioterapeuta, despliegan la variedad de adaptaciones entre las que hay cubiertos, cepillos de mango largo, calzadores de medias, abotonadores, adaptaciones para escribir, para el cepillo de dientes.

Así como nos las muestran a nosotros las muestran en las entrevistas con los pacientes, que en general no se imaginan las cosas que pueden empezar a hacer con pequeñas ayudas. “En general no se saben vestir, no se saben bañar o lavar los dientes”. “Por ayudarlos muchas veces los familiares les hacen las cosas, les cortan la comida, y nosotros les mostramos y les enseñamos a usar las cosas que les damos. Se trata de abarcar todas las posibilidades para que la persona sea lo más independiente posible”, explican ambas.

Para poder recibir atención en el Cenatt, las personas tienen que pasar primero por una valoración social, en la que se evalúa si no le corresponde la atención en el BPS, BSE, sanidad militar o policial; Pronadis atiende a quienes no tengan coberturas de ese tipo. “No importa qué cobertura sanitaria tenga la persona y tampoco hay límite de ingresos, porque podés tener un buen sueldo pero los egresos para las personas con discapacidad son altos y hay que tener en cuenta eso, o capaz que tenés un buen ingreso pero una prótesis te sale 8.000 dólares, entonces se tiene en cuenta caso a caso”, explica Ottonello.

Hacer escuela

La UTU integra el convenio por el que surgió el Cenatt en 2013, ya que en la Escuela Técnica de Paso Molino se hacían reparaciones y adaptaciones de ayudas técnicas. Ahora el taller, gestionado por el Programa Educativo en Procesos Industriales de la UTU, se mudó al Cenatt y allí trabajan dos docentes de Mecánica. “El fin es educativo y estamos gestionando para tener estudiantes de Electromecánica como pasantes”, explicó Gastón Claude, referente de la UTU. El objetivo es incluir el tema en la matriz curricular: primero generar una materia optativa en ayudas técnicas, para luego planificar una especialización en el área.