Hoy Dwayne La Roca Johnson es, sin dudas, la estrella de cine más taquillera. En 2015 ya se encontraba cimentando el camino a su sitial actual con una serie continuada de éxitos: se había sumado a la saga de Rápido y furioso, había rescatado la saga GI Joe y comenzaba a tener sus propios triunfos en solitario, tales como Hercules o San Andreas. Todo eso, sin embargo, poco tenía que ver con esta extraña criatura que llegó a las pantallas de HBO.

Aunque la serie fue creada por Stephen Levinson, el estilo de Ballers quedó marcado desde el piloto dirigido por su productor Peter Berg, un alumno avezado de la edición sincopada de Michael Bay, director de patrioteros films de acción. Además, Berg ya había transitado por el fútbol americano y sus inmediaciones con la exitosa serie Friday Night Lights.

Ballers se centra primero que nada en Spencer Strasmore (Johnson), un ex jugador de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por su sigla en inglés) estadounidense que trata de encontrar una nueva carrera tras su retiro asesorando económicamente a jugadores, tratando de evitar que pasen por la quiebra completa y el descontrol por el que él miso ha transitado.

Descartada prejuiciosamente a primera vista por muchos al considerarla una serie de acción (dado que incluye a La Roca) o al pensar que trata de fútbol americano (en cinco temporadas no hay una escena en un partido, nunca jamás), Ballers se fue transformando de manera lenta pero segura en una reflexión sobre el mundo del deporte y, sobre todo, del negocio del mundo del deporte.

La historia no sólo sigue a Strasmore, sino también a una media docena de personajes más: Joe Krutel (Rob Corddry, el mejor del elenco), un financista asociado a Strasmore; Ricky Jerret (el cada día más ascendente John David Washington), un polémico jugador; Charles Greane (Omar Miller, mi personaje favorito), un jugador que se retira y busca una carrera dentro de la gerencia de un equipo, y Jason Antolotti (Troy Garity), un representante de deportistas.

Lo que se analiza minuciosamente en esta serie son los distintos contextos y variables que existen alrededor del mundo del deporte (no sólo del fútbol americano, puesto que la propia serie iría ampliando horizontes y deportes) hasta transformarse en un profundo y muy desarrollado alegato antiempresarial y una crítica feroz al manejo que hacen agencias, equipos y empresas de los deportistas, transformados en muñecos intercambiables de carne, huesos y sangre.

Oferta ampliada

A medida que avanzan las temporadas en una serie normalmente pasan dos cosas: o se torna autorreferencial y comienza a construirse a partir de su propia trama ya presentada o busca nuevos horizontes hacia los que ampliarse. Esta segunda alternativa siempre ha sido el camino de Ballers.

Así, lo que en un principio se concentraba en jugadores de fútbol americano, ahora tiene otras alternativas. Con los protagonistas transformados en gerentes o empresarios, las disputas de negocios ocupan mucho más metraje que cualquier aspecto deportivo, aunque las historias de los jugadores (incluyendo varios personajes que se renuevan y a deportistas reales) continúan en paralelo.

Además de todo, esta quinta temporada –y final, ya confirmado por sus creadores y la propia HBO– sirve de extensa reflexión para el propio Spencer Strasmore. Criado en un contexto crítico, fue jugador colegial estrella y universitario que saltó a la NFL, pero perdió todo por malas decisiones y se reinventó a sí mismo durante estos últimos cinco años en varias ocasiones. Strasmore habla a cámara, en un mecanismo autorreferencial que recuerda a Jean-Claude Van Damme en la magnífica JCVD, y se refiere a todo lo que ha hecho, a las decisiones que tomó y a donde lo han llevado.

De esta manera, Ballers cierra y rinde tributo –sin olvidar a nadie– a su personaje principal, a ese hombre complejo, fallido, humano que tan bien ha sabido interpretar Johnson en la que sin duda alguna es la actuación de su carrera.

A lo largo de los 50 episodios que conformarán la serie completa, se puede comprobar que se puede hacer una serie sobre deporte que en verdad hable de muchísimas cosas más. También, que se puede poner como ejemplo a la NFL pero en verdad simbolizar todos los deportes. La serie muestra cómo el negocio ha tragado y consumido al deporte en sí y cómo un ex luchador de la WWE reconvertido en héroe cinematográfico de acción es, además de todo, un actor convencido, sentido y muy emotivo que puede brindar una gigantesca interpretación y liderar perfectamente una serie de televisión que entra por derecho propio al Olimpo de las series modernas.