Mañana y los domingos 10 y 17, en doble horario, a las 16.30 y a las 18.00, vuelve la obra Humbi humbi, un viaje (con)sentido, de Gabriel Macció Pastorini, cuyo nombre alude a un pájaro originario de Angola, que vuela muy alto y que representa la aspiración eterna de llegar más lejos.

“El humbi humbi es un pájaro de tradición africana. Tiene un vuelo muy alto, por encima del vuelo corriente de los pájaros, y tiene un canto que en África asimilan a una invitación a que podamos elevarnos e ir más allá de las circunstancias que estamos viviendo, trascender ciertas cosas que nos limitan y ver hacia adelante”, cuenta Macció.

La protagonista debe recuperar el humbi humbi que se le perdió, para lo que emprenderá un viaje que la conducirá a un recorrido personal y de superación: “La niña pierde algo querido y se va dando cuenta de la importancia de generar nuevos encuentros, nuevos vínculos y nuevos afectos que la llevan a proyectarse, a no quedarse en la pérdida y a comprender que nos vamos transformando a partir del encuentro con otros. Se va transformando con el contacto del público, sin solapar ni eludir que la pérdida implica dolor y un momento difícil que el personaje atraviesa. Muchas veces se considera que el público más pequeño no podría soportar ciertas cosas, cuando los hechos demuestran lo contrario, que tienen la capacidad de resignificar cosas que a los adultos nos cuesta más. Ven una luz más allá de la pérdida. Nosotros nos nutrimos de ese imaginario y de esa capacidad de resignificar”, resume el director.

Con un elenco integrado por Florencia Delgado, Gabriela Rodríguez y Victoria Bonanata, Humbi humbi invita a los espectadores a sumergirse en una historia mínima, instintiva, sensorial, a través del lenguaje del cuerpo, los sonidos y las imágenes proyectadas, que transcurre en una carpa que instaurará un ambiente mágico y sorprendente, una nueva forma de narrar historias, recrear los sentidos y estimular la imaginación. “El espectáculo se basa en lo sensorial y lo emotivo, tiene mucho de sonoro, de plástico. Tiene que ver con el trabajo que hago en La Casa del Árbol; de hecho, el otro coordinador es Álvaro Adib. Hay proyecciones, se trabaja con texturas, con sonidos ambiente e instrumentales. Y hay un trabajo importante de interacción con el público”, describe.

El trabajo de Macció se sustenta en investigación y reflexión acerca de la producción artística dirigida específicamente al público más joven, el que conforman niñas, niños y adolescentes. “Un punto esencial es ser conscientes de lo que significa concebir al niño como sujeto de derecho. Esto nos modifica, nos exige un pensamiento más abierto, diversidad en cuanto al lenguaje a utilizar y, al mismo tiempo, conocer el público al que nos dirigimos. El teatro en los últimos años ha comenzado a pensar el paradigma del hecho teatral dirigido a la primera infancia teniendo en cuenta que no concibe el espectáculo como ficción, sino que lo vive como algo real, tangible, y que forma parte de su vida en ese momento. Tenemos que posicionarnos, entonces, como hacedores en un vínculo de arte mucho más cercano, en que se centre en lo sensorial, en lo vivencial, en lo emotivo, que trascienda el límite de la ficción y se conciba como un hecho en sí mismo”, sostiene Macció.

Con respecto a la manera de trabajar para el público infantil, continúa: “El eje es el respeto y el lugar que se le debe dar al niño y al joven en los hechos artísticos y en la comunicación. Estoy convencido de que los niños tienen una concepción particular del mundo, que no es la del adulto y ojalá que nunca lo sea, porque tienen la capacidad de resignificarlo, de habitarlo de manera diferente, de sentirlo diferente”.

Un tema que inquieta a Macció es que exista una oferta sostenida y diversa de productos culturales –y en particular teatrales– de calidad y que atiendan a la especificidad del público infantil. “Me interesa trascender el tiempo y el espacio dedicados a la infancia y a la juventud en ofertas culturales y artísticas, porque el niño es sujeto de derecho para consumo artístico no solamente en un período del año. ¿No debería tener la posibilidad de acceder a la mayor cantidad de cosas en la mayor cantidad de tiempo? ¿No debería tener la posibilidad de que sus adultos referentes tengan la posibilidad de decidir dentro de un amplio espectro de propuestas, y no en más o menos las mismas? Es importante poner sobre la mesa que el niño debería poder acceder a propuestas culturales diversas durante todo el año, no solamente en fechas específicas, y que después pareciera que consume sólo lo que está en la vuelta, que atiende a lo que domina el mercado. Por otra parte, es fundamental que el espectáculo para primera infancia tenga una concepción dual, porque el niño nunca va solo: dado que lo disfrutará la niña o el niño pequeño y un adulto o adulta que lo lleva al teatro, la concepción artística contempla esos dos mundos, esas dos lecturas”.

Observador e investigador de ese público especial al que se dirige este espectáculo, el de la primera infancia hasta los seis años, Macció afirma que siempre está repensando el trabajo para los más chicos: “Desde cómo están ubicados hasta qué les cuento, cómo les cuento, y los límites que me debo permitir trascender. Los niños, a diferencia de otros momentos históricos, mutan constantemente: un niño que nace hoy no es igual a uno que nació diez años atrás. Esto nos obliga a reflexionar, a pensarnos y a repensar el teatro que les podamos ofrecer”.

En cuanto a la naturaleza de esos cambios, detalla: “La comunicación, el vínculo con la imagen y con el audiovisual han cambiado mucho. El ser humano se vincula con el celular casi desde el nacimiento, y los que estamos vinculados al arte debemos ser conscientes de eso y tomar partido. La diferencia entre un niño que nace hoy y el que tiene diez años es el vínculo con la nueva tecnología, hay que tener en cuenta que un niño de dos años ya manipula y accede a la comunicación por intermedio de celulares, el tiempo de exposición a las imágenes varía muchísimo. Ese tipo de cosas no pueden sernos ajenas. No sólo porque son herramientas a utilizar, sino para comprender cómo se puede vivenciar el mundo a través de esos elementos”.