En un país como el nuestro, con una gran influencia italiana, y que hasta tiene una calle por Malvín, tirando a la costa, en honor a Giuseppe Verdi, no resulta raro que en general se le haya dado más cabida a la ópera tana que a la alemana y que mañana sea la primera vez que se interpretará Tristán e Isolda, obra maestra del teutón Richard Wagner, que revolucionó la forma de concebir el género operístico y la música en general. Se estrenó el 10 de junio de 1865 en el Teatro Nacional de Múnich, y el autor –tanto de la música como del libreto– solía referirse a ella no como una ópera, sino como un “drama musical”.
La obra tendrá su primera función mañana a las 18.00 en el Auditorio del SODRE, a cargo de la orquesta de esa institución y del Coro Nacional. El director escénico es el argentino Marcelo Lombardero, quien cuenta que hay muy pocos registros de interpretaciones de óperas wagnerianas en Uruguay, pero que “claramente” eso se debe a que es necesario contar con un elenco dispuesto a “afrontar el desafío” de hacer una obra como, por ejemplo, Tristán e Isolda, además de con una orquesta y un teatro adecuados, y en esta oportunidad “se han dado las condiciones”.
“Yo soy el que la lleva más fácil porque es mi sexta reposición de esta ópera. Es una producción que nació en 2007 en el Teatro Municipal de Santiago y que se ha hecho a lo largo de estos años en diversos teatros del mundo, para llegar hasta República Checa y ahora a Montevideo. Es una obra que les pide a los cantantes, sobre todo a la pareja protagónica –pero no solamente–, una concentración y una resistencia vocal y física muy importante, porque es una obra extensa. Pero además es muy extenuante en términos de la construcción dramático-musical, porque es una ópera en la que todo el discurso está en la música, y hay un discurso interior que provoca tensión en los artistas”, señala Lombardero.
Voluntad y representación
El argentino subraya que Wagner era un revolucionario porque armaba sus espectáculos en términos de una “obra de arte total”, dado que pensaba que al teatro no era solamente un lugar para divertirse sino también para “pensar”, y sostiene que con Tristán e Isolda el compositor alemán inauguró “una manera de contar y narrar nunca vista hasta ese momento”. El director escénico subraya que Wagner le dio a la música de la ópera ya no un carácter de “mero acompañamiento, de un canto bonito”, sino de vehículo para narrar la acción de la trama, una “subjetividad llevada al extremo”, para significar el sentimiento y la “sensación física del personaje”.
Agrega que así fue que el compositor alemán sentó las bases de la música culta del siglo XX, y también de la forma en que se piensa actualmente la música de cine, teatro y televisión. Por ejemplo, Wagner explotó el concepto del leitmotiv: un motivo musical que representa a un personaje, sentimiento o emoción y que reaparece a lo largo de la obra para recordar esa referencia, algo que fue utilizado, por ejemplo, por el gran Ennio Morricone para representar a los tres personajes de esa obra maestra del spaghetti western llamada El bueno, el malo y el feo (Sergio Leone, 1966). “Esas son cosas que hoy parecen casi obvias, pero en la época de Wagner nadie las había pensado”, acota Lombardero.
Para parir Tristán e Isolda el compositor se inspiró en El mundo como voluntad y representación, la obra máxima de su compatriota filósofo Arthur Schopenhauer, publicada en 1819. Allí se puede encontrar una de sus ideas clave, que tiene relación con lo que explicaba Lombardero más arriba sobre la música, la significación del sentimiento y su diferencia con las demás artes. Schopenhauer escribió que no hay que olvidar que la música “nunca expresa el fenómeno sino sólo esencia interior, el en sí de todo fenómeno, la voluntad misma”.
El filósofo agregaba: “De ahí que no exprese esta o aquella alegría particular y determinada, esta o aquella aflicción, dolor, espanto, júbilo, diversión o sosiego, sino la alegría, la aflicción, el dolor, el espanto, el júbilo, la diversión y el sosiego mismos, en cierto sentido, in abstracto; expresa su esencia sin accesorio alguno y, por tanto, sin sus motivos. Sin embargo, la comprendemos perfectamente en su quintaesencia abstraída. A eso se debe que nuestra fantasía sea tan fácilmente excitada por ella y tentada a dar forma a aquel mundo espiritual, invisible pero de vivo movimiento y que nos habla inmediatamente, a revestirlo de carne y hueso, esto es, a materializarlo en un ejemplo análogo. Ese es el origen del canto con palabras y, finalmente, de la ópera, cuyo texto, precisamente por ello, nunca debe abandonar ese puesto subordinado para convertirse en la cuestión principal y hacer de la música un simple medio de su expresión, lo cual sería un gran desacierto y un grave absurdo. Pues la música siempre expresa exclusivamente la quintaesencia de la vida y de sus acontecimientos, no estos mismos, por lo que sus diferencias no siempre forman parte de ella”.
Por último, Lombardero subraya que Tristán e Isolda es una obra maestra y, como tal, no lo es solamente porque sea una ópera, sino justamente porque “es mucho más que una ópera”. “Es una obra que abrió caminos en la historia de la cultura occidental, en la forma de narrar, de contar y de pensar. Es como la culminación de toda una época y todo un pensamiento que está desde Hegel hasta Schopenhauer y en los cimientos de lo que iba a venir en Nietzsche y demás. Es una obra maestra y es una oportunidad única de verla, porque nunca se había hecho y vaya a saber cuándo se vuelven a repetir estas condiciones para hacer esta obra”, finaliza.
Paren el mundo
Por otra parte, Ariel Cazes, director del Área Lírica del SODRE, señala que una de las razones por las que no se había hecho Tristán e Isolda en nuestro país es porque se necesita “un gran teatro”, que tenga un foso capaz de albergar la cantidad de músicos que planteó Wagner en la partitura de su obra, entre 90 y 110. “En estas latitudes no es fácil contar con un teatro de esas características, pero en Uruguay hoy tenemos un teatro extraordinario que tiene un foso que se puede abrir, con tres posibles tamaños: chico, medio y grande; hay que sacar tres filas de butacas de la platea baja, y eso permite ampliar el foso para hacer este tipo de repertorio”, explica.
En cuanto a la exigencia técnica, subraya que la obra tiene tres actos que en total suman casi tres horas y 40 minutos de música, de las cuales tanto la soprano como el tenor cantan en la mayor parte. “Entonces, estamos hablando de un tour de force, de una maratón para el artista, que debe tener una madurez interpretativa y una capacidad de resistencia que no la tienen todos los cantantes”, señala. El elenco está conformado, entre otros artistas, por Gustavo López Manzitti (Tristán), Carla Filipcic Hölm (Isolda), Hernán Iturralde (Rey Marke) y Leonardo Neiva (Kurwenal). El director musical iba a ser Diego Naser, pero debido a un problema de salud será remplazado por Alejo Pérez.
Tristán e Isolda, como se sabe, está basada en la leyenda medieval homónima, y para Cazes es “la gran historia de amor imposible de la humanidad, junto con Romeo y Julieta”. Como buena historia medieval, cuenta con doncellas, caballeros, espadas, reyes, castillos y afines, y por eso la estética de esta producción tiene “mucho que ver”, según señala Cazes, con Game of Thrones y El señor de los anillos. Destaca que el Auditorio Nacional del SODRE pasa por “un gran momento” en cuanto a recursos humanos que manejan “la magia de lo que se ve sobre el escenario”, acompañados por proyectores de alta definición y de tecnología láser que permiten “viajar por un mundo casi virtual y jugar con las tres dimensiones”.
Para Cazes, sumergirse en el universo wagneriano hace que, como pedía Mafalda, el público pueda parar el mundo y bajarse por un rato, y que se genere una instancia de disfrute de la música en vivo, que toma relevancia en el mundo actual, y de la omnipresencia y omnipotencia tecnológica, de las que nos cuesta tanto desprendernos. “Es una época en la que la música se ha convertido en un elemento más del consumo diario: uno sube a un taxi o a un ómnibus y siempre de fondo hay un ruido que a veces es música. Este espectáculo nos permite volver a bajar, o a subir, a una dimensión distinta”, subraya.
Además de mañana, habrá función de Tristán e Isolda también el miércoles y el viernes. Las entradas se consiguen por Tickantel y van desde $ 280 a $ 1.600. Cazes destaca que los precios son accesibles, porque esa es una de las políticas del SODRE: generar el acceso, que es lo importante, ya que el público “indudablemente está buscando este tipo de expresión artística”. El director de Lírica contó que hace pocos días, cuando se conmemoraron los diez años de la inauguración del Auditorio del SODRE, se realizó un ensayo abierto de la obra de Wagner al que asistieron alumnos de escuelas públicas, que “quedaron extasiados”. “Escuchaban las enormes voces de los cantantes, en otro idioma, que obviamente no entendían lo que era, pero veían las espadas de los guerreros, y estaba muy lejos de haber desorden o indisciplina, había una concentración total, así que es imposible que cualquier chico de cualquier condición que nosotros acerquemos a presenciar un espectáculo de estos salga indiferente”, sostuvo.
Por último, Cazes insistió con que la idea de estrenar Tristán e Isolda en Uruguay no es sólo “generar un acontecimiento histórico, por lo que significa para la cultura de un país poner en valor estas grandes obras de arte de la humanidad”, sino también que la mayoría de la gente tenga acceso a ellas. “Esto no es una cuestión para intelectuales ni para una clase alta, sino todo lo contrario. El acceso es para todos y también es el acceso al entendimiento de la obra, porque el subtitulado genera el acercamiento a una especie de película en vivo, siguiendo cada palabra de lo que se dice, y de esa forma se puede entrar en un universo maravilloso que mucha gente se está perdiendo”, finaliza.
Tristán e Isolda, mañana a las 18.00 y el miércoles y el viernes a las 19.30 en el Auditorio Nacional del SODRE. Entradas entre $ 280 y $ 1.600, en venta en Tickantel, Abitab, Redpagos, Tienda Inglesa y en la boletería del Auditorio.