Martín Sodano cree en la existencia de mujeres uruguayas que abortan “porque sí”, y sostiene que esto se debe a que “hay mucha libertad” y “cualquiera hace lo que quiere”, sin asumir luego las consecuencias de su “irresponsabilidad” (al parecer, considera que la responsabilidad de “cuidarse cinco minutos” para evitar embarazos indeseados les corresponde sólo a las mujeres).

Sodano no va a ser el próximo presidente de la República, ni expresa el común denominador de quienes apoyan la candidatura de Luis Lacalle Pou; es apenas uno de los diputados electos por Cabildo Abierto. Además, un gobierno de coalición entre los dirigentes partidarios alineados contra Daniel Martínez plantearía, seguramente, problemas mucho más novedosos y difíciles de afrontar que la presencia de alguien como Sodano en el Parlamento. Sin embargo, es muy importante conocer las opiniones políticas de este futuro legislador, porque muestran resultados de la estrategia de Lacalle Pou para llegar a la presidencia.

El candidato del Partido Nacional cortó grueso al sostener, desde la campaña para las elecciones internas, que el partido liderado por Guido Manini Ríos debía ser contado, de antemano, dentro de una alianza para el cambio y la alternancia (o sea, para desalojar al Frente Amplio del gobierno). Esa temeraria línea de trabajo tiene bases ideológicas: mucho antes de que se supiera cómo estará integrado el próximo Parlamento, y de qué modo se podrían formar mayorías en él, Lacalle Pou manifestó su voluntad de gobernar junto con Cabildo Abierto, y también la de no explorar posibles entendimientos con el actual oficialismo, ni con partidos opositores izquierdistas.

Lacalle Pou, el candidato opositor con más apoyo ciudadano, contribuyó a la legitimación del partido de Manini y, por extensión, también bendijo sus criterios para promover a personas con ideas y propuestas claramente indeseables.

Así, el dirigente opositor con más apoyo de la ciudadanía contribuyó a la legitimación del partido de Manini y, por extensión, también bendijo sus criterios para promover a personas con ideas y propuestas claramente indeseables. Hay un malentendido frecuente acerca de la convivencia democrática, que se amplifica en las actuales discusiones de campaña: todas las personas deben ser tratadas con respeto, pero con las ideas no sucede lo mismo. Es excelente que haya “mucha libertad”, pero tenemos el derecho, e incluso el deber, de combatir ideas retrógradas y grotescas como muchas de las que se plantean desde Cabildo Abierto, justamente porque promueven la falta de respeto hacia personas.

Opiniones como las de Sodano –y otras aun peores– se pueden ver a diario en las redes sociales y en las secciones para comentarios de sitios de noticias, pero no sabemos si son realmente compartidas por uno de cada 99 uruguayos habilitados para votar. El sistema de representación proporcional integral no es infalible, y la proporción real puede ser menor o mayor. Lo que importa es que barbaridades por el estilo merecen repudio, y que quienes aspiran a gobernar el país deberían ser los primeros en expresarlo.

Manini y Lacalle Pou se limitaron a decir que las ideas de Sodano no están incluidas en el acuerdo para respaldar al candidato nacionalista en el balotaje. Es un adelanto preocupante de lo que consideran habilitado y aceptable.