Como una tromba de pasión, como un niño con su chiche más preciado, como el más grande avivando a los más chicos, Diego Armando Maradona agita sus brazos y lanza algunas frases motivadoras. “Muchachos, no le tengan miedo a tocar la pelota, por favor”, escupe enfebrecido El Diez. Y mientras tanto los jugadores del Dorados de Culiacán, solamente arropados por el calor del vestuario, lo miran desencajados como si se hubiesen cruzado con un marciano, con Dios o, no se admite ninguna otra comparación posible, con el mismísimo Pelusa.

Durante la temporada 2018, Dorados transitó los últimos lugares de la segunda división de la liga mexicana. Y nadie lo esperaba pero ahí llegó él, Maradona, el héroe capaz de sacar del pozo a uno de los peores planteles del fútbol de México y llevarlo hasta las puertas de la primera división. En Maradona en Sinaloa, serie documental de Netflix que narra la aventura deportiva de Maradona en las tierras del narcotraficante Joaquín Chapo Guzmán y las pandillas del cártel de Sinaloa, se devela una verdad: Diego fue allí a trabajar. No hizo un show, no vendió humo.

“Lo que realmente me impactó fue la pasión que Diego trajo al equipo”, reconoce Angus MacQueen, documentalista escocés responsable del proyecto. Y ahí se lo ve: dando indicaciones, corrigiendo, regalando ánimos, sufriendo por sus rodillas, cumpliendo con sus compromisos, de buen humor y, fundamentalmente, obteniendo resultados deportivos.

“Agarrate porque esto se va a poner bueno”, avisa un periodista mexicano ante la llegada de Maradona a una de las zonas con mayor presencia de cárteles en el mundo. Y el enigma de Diego en tierras aradas por las drogas y el narcotráfico propone un saludable plot twist: contra todos los pronósticos y especulaciones, aquellas vías nunca se tocan. Y, de paso, el origen humilde de los jugadores –cuyos destinos podían resultar dramáticos o sinuosos– enciende en Diego su instinto más primario: la redención de los que menos tienen entronizada en la gloria deportiva.

Así las cosas, a lo largo de siete episodios, Angus MacQueen recorre la intimidad de los Dorados de Culiacán, muestra sus nervios, se acerca a sus fanáticos y hace close-up en una de las personalidades más grandes en la historia de la humanidad.

Después de documentar a Diego y también al mismísimo Chapo Guzmán, MacQueen evaluó viajar a La Plata para filmar al astro argentino como DT de Gimnasia pero, ante la especulación de Netflix, ya erigió un nuevo deseo: un documental sobre Cristina Fernández de Kirchner.

¿Qué encontraste de interesante en la etapa de Diego Armando Maradona como director técnico de los Dorados de Culiacán?

Teniendo en cuenta que el documental es de Netflix y que va dirigido a peruanos, mexicanos, argentinos y al resto del mundo, sabemos que la serie fue producida especialmente porque se trata de Maradona. Diego es increíblemente famoso, tanto por “la mano de Dios”, como por ser uno de los más grandes futbolistas del mundo. Y también por su vida tan complicada y por sus adicciones. El origen de este proyecto radica en que hace un tiempo estábamos haciendo junto con Guillermo Galdós una película acerca del Chapo Guzmán en Culiacán, y cuando escuchamos que Diego iba a estar en esa ciudad, no lo podíamos creer. Pensábamos que era una historia extraordinaria para ser contada y afortunadamente a Netflix le pareció lo mismo.

¿Pudiste reunirte con Diego durante la preproducción de la serie? ¿Qué fue lo primero que le dijiste cuando lo conociste?

No, de ninguna manera pudimos preparar nada en la preproducción porque Diego llegó a Culiacán y nosotros llegamos luego de tres o cuatro semanas de empezado el torneo. Así que la filmación del documental empezó a la mitad de la historia. Pudimos hacerlo gracias a la ayuda de Antonio Núñez, presidente de los Dorados, quien aparece en el documental y quien tenía muchas ganas de que se hiciera este documental. La primera parte de Maradona en Sinaloa es el testimonio de todos nosotros viendo qué es lo que Diego aceptaría mostrar, y hay mucho de nosotros solamente estando ahí, yendo a los entrenamientos. Y así fue como Diego tomó confianza gradualmente.

En el documental se vive una mística especial vinculada a la figura de Maradona como salvador, mesías o superhéroe. ¿Pensás que esta etapa de Diego se parece a alguna otra que haya tenido? ¿A la del Nápoles, a la de Argentina del 86, a la de Boca Juniors en los 90?

Obviamente no conocí a Diego durante esas etapas. Lo que es que muy llamativo y, espero que se vea en la serie, es que se creía que Diego venía a Culiacán por negocios, por asuntos económicos. Pero la realidad es que venía a este equipo de segunda división que tenía algunos jugadores muy buenos y otros no tanto, y trabajó en serio. Diego entrenaba todos los días e inspiró a este equipo que no venía jugando bien. Lo que realmente me impactó fue la pasión que Diego trajo al equipo. Creo que estarán de acuerdo con nosotros en que los accesos que tuvimos a los vestidores, especialmente cuando Diego se hace presente, muestran claramente la pasión que Maradona tiene por ganar y por estos jugadores.

Captura de pantalla de Maradona en Sinaloa.

Captura de pantalla de Maradona en Sinaloa.

¿Se siente la tensión del narco en Culiacán?

Se lo puede comparar con Nápoles. Maradona también fue a una zona de Nápoles que tiene historia con la Camorra, con las drogas y con la mafia. Es interesante que haya elegido Culiacán. Cuando volvimos a Culiacán para el documental de Diego, yo ya sabía todo esto porque había hecho el documental del Chapo. Sos consciente de que todo eso ocurre y que afecta todos los aspectos de la vida de quienes habitan en Culiacán. Vivís con precaución, pero no porque no vas a poder salir a un restaurante o algo así, sino por lo que vimos después del documental, cuando el hijo del Chapo es detenido y los narcos tomaron el centro de la ciudad. No podés ignorar que el cartel está presente, particularmente en Sinaloa o en esas áreas. Otra cosa es que los amigos de los futbolistas, en lugar de ser también futbolistas, son miembros del cártel.

¿Fue difícil elegir el material o desechar algún otro?

Lo único que no fue difícil fue mostrar a Héctor Valencia y a la barrabrava de Dorados, que fueron geniales. Como deben saber en Argentina, la pasión de los hinchas y las barras por un grupo de segunda división, que están dispuestos a viajar 15 horas para verlos jugar de visitantes, es increíble. Me saco la galera ante ellos. Con todo lo que se filma, hubo que tomar decisiones importantes respecto de lo que se incluyó o no en el producto final. Lo que nosotros tratamos de mostrar fue la realidad de lo que se vivió allá, la relación de Diego con los jugadores. La verdad es que Diego sólo vio el documental una vez que se estrenó.

Diego tiene fama de no involucrarse con los documentales que se hicieron acerca de él. ¿Conocés su opinión sobre este?

Creo que le van a tener que preguntar a él. Sé que lo vio y el mensaje que nos llegó mediante alguien más es que contamos una buena historia de lo que pasó.

¿Sabés que actualmente Maradona está dirigiendo a Gimnasia de La Plata en la liga argentina? ¿Vendrías a filmarlo?

Si, sé y sí, por supuesto que iría. De hecho, hemos sugerido a Netflix que lo deberíamos documentar y nos recomendaron esperar a ver qué pasa con este equipo. Amo Argentina, estuve un par de veces y creo que la rivalidad de Gimnasia y Estudiantes de La Plata es tan grande como la de Boca y River.

Estuviste con Maradona, trabajaste sobre la figura del Chapo Guzmán y tenés una larga data de documentales en tus espaldas. Entonces, ¿a qué otro gran personaje de la historia te gustaría documentar?

Es una pregunta difícil. Creo que no podría contestarla con mucha certeza. Trato de hacer films en asuntos interesantes. De hecho, me interesé hace algunos años atrás en la senadora colombiana Íngrid Betancourt, quien fuera secuestrada por las FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia]. También pensé en Cristina Fernández de Kirchner y hasta estuve hablando con algunas personas. Si alguien la conoce personalmente, avísenle que me llame.