Fue el bar al que llevaron a Patti Smith cuando vino el mes pasado con su show al Teatro de Verano. A pasos del Mercado del Puerto, con etiquetas nacionales seleccionadas, por botella o por copa, picadas, bruschetas, tortillas de papas, un retrato de Artigas, un dominó sobre una mesa, está Montevideo Wine Experience, aunque, en un claro indicio de apropiación, los habitués le dicen El Wine (o mejor, El Guain).

Nicolás Cappellini está a cargo de este sitio de ventanales enormes, que hacen ver tan próxima la calle como el restaurante de enfrente, Es Mercat, con el que conviven en sinergia. Ahí, a la esquina de Piedras y Colón, se mudó hace un año y medio. Antes estaba a algo más de una cuadra, sobre la rambla portuaria. Bien al principio, en 2015, fue un lugar especializado en vinos uruguayos dirigido a extranjeros: “Habíamos dejado hermoso el local y pensamos: ‘Mercado del Puerto, vamos a trabajar mucho con turistas’. De hecho, el nombre fue para que la gente pudiera asociarlo fácilmente, y después nos dimos cuenta de que fue una equivocación; si bien expresa mucho lo que hacemos, al uruguayo le suena muy comercial el inglés, y ahora está muy de moda utilizar el experience, todo el mundo te vende experiencias. Por suerte, cuando empezamos no había tantas. Pero llegó un momento en que tampoco tenía sentido cambiarle el nombre”.

A esa carga asumida hay que contraponerle una evidencia: ahora tienen más espacio y cambió el público, porque el bar empezó a ser frecuentado mucho más por locatarios. “Tratamos de acercarnos por el lado de la música a gente que en general no viene para esta zona”, explica Cappellini. La semana empieza con La Banda de los Lunes, que se instala a eso de las 20.00 y “está tremenda”; tienen DJ los sábados, y, aunque en los papeles diga que cierran a las 23.00, la verdad es que son flexibles al humor de la ciudad.

El botellerío vacío que se ve apenas al entrar era un pupitre para hacer espumoso natural. Igual que el pizarrón del fondo, es parte de la decoración desde el arranque. Pero los objetos insólitos en usos alternos se han ido camuflando con el conjunto: ¿cómo descubrir, si no preguntando, que la barra de madera para apoyar los pies era el tubo de un órgano de iglesia?

En esa esquina alguna vez funcionó una galería de arte, y después el espacio permaneció cerrado durante un lustro. “Un dato interesante: la otra vez encontramos una foto de como 1930, y esto era un bar”, cuenta Cappellini, yendo más hacia atrás.

“Mi bisabuelo era del Piamonte y se instaló en el límite entre Montevideo y Canelones. Vengo de una familia viticultora y bodeguera, pero ya no están en eso y esto es absolutamente independiente. Se podría decir que soy un autodidacta; durante mucho tiempo trabajé en bodegas con enólogos y gente que sabe mucho, tuve mi propia viña, y esta es mi forma de estar en contacto con el vino”, agrega.

Con ese bagaje en territorio, conociendo de primera mano el producto, fue que puso este, su primer bar. “Vamos viendo cómo funciona. Cambian un poco las modas, los hábitos de consumo; obviamente hay nuevas variedades y estilos, así como bodegueros y enólogos. Es una industria relativamente dinámica –no nos podemos olvidar de que tenés una cosecha por año–, pero el vino es el vino; siguen estando los veteranos de siempre y se está integrando mucha gente joven”.

Locales y extranjeros

En Montevideo Wine Experience disponen de entre 40 a 60 etiquetas para ofrecer en varias modalidades: por copa (no tienen de dos o tres, sino de la mayoría de las variedades), hay unas ocho degustaciones, y también se puede pedir la botella para tomar en la mesa o para llevar, en ese caso a precio de tienda.

Tratan de que el cliente no se estanque en la cepa emblema del país y, amén de tomarse un tannat, encuentre eco en la elegancia de un cabernet franc, en la redondez de un merlot, en un vino blanco o en uno de corte. Para el contra que, puesto a escoger, prefiera otra bebida, detrás de la barra lustrosa (de casi siete metros, de lapacho, mandada hacer expresamente, colocada sobre bloques pintados y rematados con chapas de tonel) verán los ingredientes necesarios para coctelería clásica y algo de tragos con vinos, como una caipiriña de vino blanco o un cynar con vino de frutos nativos.

“Acá también seguimos trabajando muchísimo con turistas y es un público importante para nosotros, porque nos gusta mostrar, de alguna manera, el vino uruguayo al mundo”, dice Cappellini, quien lo considera un “pequeño aporte”. “Si no me equivoco, estamos número uno en Tripadvisor”.

Pero no será ahí que habrá que buscar la opinión de Patti Smith sobre los vinos uruguayos. Cappellini halló a la artista cansada por la gira pero “súper sencilla”, y le dio a probar un poco de cada terroir, una excursión bien organizada: un albariño, un corte de chardonnay y petit manseng, un tannat viognier de una bodega del Este y “algunos vinos bastante extraños de una bodega chiquita de Canelones: Los Nadies”.

Montevideo Wine Experience (Piedras 300 esquina Colón) abre todos los días de 13.00 a 23.00. Degustaciones a partir de $ 700, de varios rangos y tipos de vino. Copa desde $ 120 hasta $ 900. La botella más económica está por encima de $ 400.