Cuando Eugenio Barba vio Salsipuedes, pieza escrita en 1979 y estrenada en 1985 en la que Alberto Restuccia escenificaba el exterminio charrúa, la reconoció como teatro antropológico. Eso cuenta el autor y director de aquella exitosa puesta en la Alianza Francesa. La semana que viene Restuccia arremete con Asesinato de un presidente uruguayo, una obra estrenada diez años más tarde, pero a la que también inscribe en esa corriente que no sólo el Odin Teatret de Barba sigue practicando.

De origen italiano, aunque radicado en Dinamarca, Barba rastrea en la observación de las procesiones religiosas y su empecinada liturgia, en las calles de pueblo, un posible origen de la antropología teatral. Restuccia alimenta esta zona de su dramaturgia con episodios de la historia local que habilitan un despliegue dramático ineludible con pasajes de humor.

“El asesinato de Juan Idiarte Borda, en 1897, fue el único de un presidente en ejercicio del poder. Los otros, Berro y Venancio Flores, fueron cuando ya habían abandonado el gobierno. Además, en este magnicidio estuvo involucrado, como autor intelectual, ¡nada menos que una figura como Don José Batlle y Ordóñez! Los masones también estuvieron mezclados en este magnicidio”, recalca Restuccia.

Las crónicas consignan que en aquellos tiempos agitados, con Aparicio Saravia liderando desde hacía meses una revuelta blanca, el impopular mandatario caminaba por la calle Sarandí al salir de misa en fecha patria; ese 25 de agosto lo acompañaba el arzobispo y una multitud los rodeaba cuando alguien le disparó en el corazón. De este modo lo imagina Jorge Luis Borges en “Avelino Arredondo” (un cuento que lleva el nombre del ejecutor, contenido en El libro de arena): “Sacó el revólver e hizo fuego. Idiarte Borda dio unos pasos, cayó de bruces y dijo claramente: Estoy muerto. Arredondo se entregó a las autoridades. Después declararía: –Soy colorado y lo digo con todo orgullo. He dado muerte al Presidente, que traicionaba y mancillaba a nuestro partido. Rompí con los amigos y con la novia, para no complicarlos; no miré diarios para que nadie pueda decir que me han incitado. Este acto de justicia me pertenece. Ahora, que me juzguen. Así habrán ocurrido los hechos, aunque de un modo más complejo; así puedo soñar que ocurrieron”.

Lo concreto es que el herido fue trasladado al Cabildo pero no se le realizó autopsia y asumió su cargo, con la celeridad del caso, el vicepresidente Lindolfo Cuestas, quien terminaría sellando la paz.

En aquel debut de 1995, en Casa del Teatro, los actores fueron Luis Bebe Cerminara, socio fundador de Teatro Uno –a quien está dedicada esta nueva versión– y Tabaré Rivero. Inicialmente la idea era llevar ahora la obra a La Máscara, viejo espacio donde funcionó además el Sindicato Único de la Aguja, y el teatro en el que Restuccia se formó con Atilio Costa. Pero un asunto de fechas llevó a que el estreno sea en La Cretina, uno de los sitios alternativos que la ciudad ganó en los últimos meses.

“Las modificaciones que hice para esta nueva puesta se basan en que surgieron nuevos documentos”, dice el director y, desde octubre pasado, ciudadano ilustre de Montevideo. “Es que Batlle y Ordóñez se vinculó con el asesino de Idiarte Borda, consiguió que le dieran sólo cinco años de prisión, lo fue a visitar a la cárcel y, ¡cuando salió le consiguió un empleo público! ¡Bien uruguayo! Mi obra tiene mucho humor y el público se va a reír de la idiosincrasia”. Sobre las eventuales resonancias de una obra sobre un magnicidio en un año electoral, Restuccia concluye: “Resonancias podría haber si hay algún atentado”.

Asesinato de un presidente uruguayo, escrita y dirigida por Alberto Restuccia, con Dennis Fernández y David Falco. Funciones en La Cretina (Soriano 1236) a las 21.00, los días 25 y 26 de abril, 2, 3, 9, 10, 16 y 17 de mayo.