El Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay se define como un festival político. Y no sólo por un discurso sobre cine que se aparta de lo dominante, sino porque alimenta el pensamiento crítico presentando películas rupturistas, que apuestan y toman riesgos. Además, está esa hazaña que definen como “quijotesca”: la de hacer un festival de máxima calidad con mínimo presupuesto.

Para María José Santacreu, directora de la institución, “a diferencia de la mayoría de las cinematecas, Cinemateca Uruguaya tiene una postura respecto del cine actual”. Así, frente a una amplia oferta, selecciona y define: “Este es el cine que hay que ver”.

Esa postura se refleja claramente en la 37ª edición del festival, que se extenderá del 17 al 28 de abril. Si bien se destacan films como Synonymes (2019), del israelí Nadav Lapid, reciente ganadora del Oso de Oro en Berlín, Santacreu alienta a que también se arriesgue por películas que llegan sin tanto ruido. “Hay más de 130 largometrajes, y parte del entusiasmo que genera el festival es que cada uno agarre el catálogo y se arme su propio recorrido”, dice.

Hay películas de 14 horas, como La flor, de Mariano Llinás, multipremiada a nivel mundial y tapa en prestigiosos medios internacionales, pero también otras más pequeñas, “tanto en duración como en aspiraciones”, que la directora considera singularmente valiosas.

En varias salas

Esta será la primera edición del festival en las flamantes salas del Complejo Cinemateca, que acercó a la institución a un nuevo público, con una mayor comodidad y una significativa mejora en cuanto a la calidad de proyección. Además, se sumarán las salas B y Hugo Balzo del SODRE, la sala Zitarrosa y Life 21, y habrá funciones gratuitas en la sala Tomás Berreta del Ministerio de Transporte y Obras Públicas.

Se puede acceder a la programación completa del festival en la página www.cinemateca.org.uy.

Grilla de lujo

La apertura será en el teatro Solís con la película brasileña Deslembro (2018), de Flavia Castro, que trata de una adolescente que regresa a Río de Janeiro luego de vivir exiliada en París junto a su familia y que, según Santacreu, “tiene mucho que ver con la situación actual de Brasil”. El cierre también estará a cargo de una realizadora, con C’est ça l’amour (2018), de Claire Burger, sobre una mujer que abandona a su esposo.

Synonymes no será el único film premiado en Berlín que integrará la programación, también dirán presente la italiana La paranza dei bambini (2019) y la china So Long, My Son (2019), de Wang Xiaoshuai.

Además, desde la organización anuncian la exhibición de las más recientes obras de “dos de los grandes creadores del cine de la última década”: la nueva película del mexicano Carlos Reygadas, Nuestro tiempo (2018), y I Do Not Care If We Go Down in History As Barbarians (2018), del rumano Radu Jude. Habrá también lugar para el último documental de Nanni Moretti: Santiago, Italia (2018).

La flor.

La flor.

12 días intensos

“Creo que en el país no hay conciencia del festival que tenemos”, opina Santacreu, y agrega que a pesar de contar con un presupuesto “ridículo”, se las arregla para alcanzar un estándar de calidad similar al de eventos internacionales que manejan cientos de miles de dólares. Desde su punto de vista, ese prestigio construido a base de buena programación lleva a que los productores quieran a sus películas en el festival, y a que todos los años desembarquen en Montevideo realizadores, actores y críticos de todas partes del mundo, que en esta edición sumarán unos 50.

“La gente volvió a las salas. Esperamos que en el festival eso pase, y todavía en mayor medida, porque realmente la programación lo merece”, resume Santacreu. Serán 12 días intensos de cine, donde considera que no da para pensar demasiado: “Hay que hacer una especie de inmersión en el festival, marcar lo que querés ver y moverte de una sala a otra, como se hizo siempre”.

Estreno local esperado

La esperada película uruguaya Los tiburones (2019), de Lucía Garibaldi, tendrá su función especial el viernes. Se trata de una obra premiada en varios festivales, y se destaca el galardón a mejor dirección que obtuvo en Sundance. Según recuerda Santacreu, ya se había elegido para el festival antes de que recibiera esa “andanada de premios”, que considera muy merecidos: “La vimos y nos encantó, así como a todas las personas que la reconocieron internacionalmente”.

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