El Centro de Máxima Contención (CMC), del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (INISA), funciona en Cufré y Bulevar Artigas. Allí están recluidos nueve adolescentes. El encierro es absoluto y las alternativas socioeducativas, escasas. Los adolescentes tienen entre 15 y 18 años.

El jueves de mañana, el director del CMC llegó al centro y tomó un vaso de jugo que había sido preparado para la cena de los adolescentes la noche anterior. Se descompuso y fue trasladado a un centro de salud privado. El jugo tenía diazepam.

Según fuentes del INISA, el jugo se prepara para los adolescentes y “se le ponen psicofármacos, para que no molesten”. Según dijeron, estos medicamentos son suministrados sin el consentimiento ni el conocimiento de los internos.

Una vez en el centro de salud, el motivo de la consulta fue “posible intoxicación por uso de benzodiazepina”. El hombre presentaba tendencia al sueño, disartria (dificultad para hablar) e hipotonía (disminución de la tensión muscular).

Según el parte médico, “a la hora de tomar jugo, comienza con hipotonía bradipsiquia [lentitud], inestabilidad y tendencia al sueño”. Al principio, se descartó una intoxicación con benzodiazepina y alcohol, y se le solicitó una tomografía de cráneo. La alcoholemia en la sangre fue indetectable y la tomografía arrojó resultados normales. Luego se le aplicó una ampolla de Flumazenil como prueba terapéutica para la probable intoxicación con benzodiazepina. El resultado de la aplicación confirmó que había ingerido el fármaco.

Se esperan las investigaciones pertinentes para saber si los adolescentes están siendo medicados por medio del jugo que consumen junto con las comidas sin indicación ni consentimiento. Tras el suicidio de un interno en diciembre –el sexto en lo que va de la actual gestión–, la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) instó, por medio del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, al cierre definitivo del CMC. Dicho centro fue reabierto en agosto de 2015, en las mismas condiciones que tiempo atrás habían motivado su cierre. El INISA respondió que no iba a cerrar el CMC, pese al pedido de la INDDHH. Los argumentos fueron de carácter financiero y sobre dificultades logísticas para trasladar el centro o realojar a los adolescentes.