Luego de varias giras por buena parte del mundo, la magnitud del éxito y el reconocimiento de los espéctaculos de Agarrate Catalina puede competir con la que alguna vez lograron los míticos Shakers entre los amantes del rock, o el grupo Opa entre los aficionados al jazz y la música experimental.

La murga de los hermanos Cardozo es local en Argentina, y sus pasaportes tienen marcas de Egipto, China, Japón, Italia, Alemania, Corea, Francia, Tailandia, Rusia, Estados Unidos, Cuba, Colombia, México y la lista continúa.

Una tarde-noche en el barrio Cordón, Yamandú, el del medio, espera a sus hermanos en El Sótano, un bar esquinero, algo lúgubre pero cálido, con parlantes por donde suena toda la discografía de la murga, y también sus proyectos con otras bandas. “Me dice Martín que viene con Tabaré y que en cinco están”, lee en su teléfono Yamandú. “Y efectivamente ahí veo por la ventana que están llegando”, comprueba, en uno de tantos pasos de comedia de ejecución perfecta, que los tres, con una energía intensa y contagiosa, saben generar con naturalidad. Momentos amables y graciosos.

Algún periodista deportivo sabrá encontrar en su disco duro futbolero una línea de tres que exprese el buen juego que ponen en práctica estos hermanos cuando se ponen a charlar sobre la vida de su murga, sus historias, y sus pasiones. A mí se me hacen parecidos al grupo Metallica cuando relanzaron su carrera con el polémico disco Load, tal vez por sus peinados raros y su vestimenta negra, pero sobre todo por su postura de cerrar filas tras una idea común que trasmiten con entusiasmo, complementando y mejorando cada idea juntos, salvando un gol, tirando un centro, o yendo a cabezear, siempre como si fuera el último minuto del partido.

¿Qué soñaban ser cuándo eran niños?

Yamandú (Y): Yo en algún momento quise ser camionero como era nuestro padre, después pasé por carpintero, profesor de Historia, y al mismo tiempo, siempre, golero de Nacional, obviamente. Todavía irrealizables.

Tabaré (T): Pero de golero de Nacional no estuviste tan lejos. El gordo Calleros, cuando salimos en [la murga] La Eterna Madrugada, lo quería federar para golero de fútbol de salón.

M: Ataja muy bien el Yama.

Y: En esos arcos, de esa dimensión…

M: Yo no me acuerdo. Lo que sí tenía claro era que quería hacer algo con las manos; me gustaba mucho dibujar, pintar, arreglar, pegar, cortar. Después, de más grande, cuando estaba en el liceo, pensé en Bellas Artes, y quería ser escenógrafo, o hacer accesorios escénicos. Jamás hice nada por ese sueño, y se frustró completamente, no tengo ningún tipo de estudios ni experiencia en eso.

Y: Pero de hecho, el logo este [el de Agarrate Catalina: la cabeza de un arlequín ahora en forma de pegotín inserto en un vaso de lata con pororó sobre la mesa del bar] lo diseñó él.Lo pintó sobre una remera que yo tenía, la única que me entraba en ese momento. Todavía no teníamos la murga; teníamos el plan, el nombre, y sólo nos habíamos reunido un par de veces.

T: Lo mío también venía por la cuestión plástica. En la escuela hacía caricaturas de los compañeros, de las maestras, de los personajes del barrio, y a todo el mundo le gustaban. Y en mi casa siempre me regalaban acuarelas, grafos, hojas y viste que la familia como que te va poniendo los patínes, te va dando manija. Me acuerdo que había hecho una carpeta para presentarla a la revista El Dedo; creo que llegué a hablar con [Antonio] Dabiezes o con alguno de los dibujantes. Creí en ese sueño, tenía 12 o 13.

M: Muchas veces en la vida te vi con carpetitas que nunca llegaron a nada [risas].

T: Una vez le llevé una a Alfonso Carbone, ¿te acordás?

M: ¡Sí! Te habías puesto una camisa especial. Teníamos todas las esperanzas-

Y: Debe haber sido muy raro para aquellos dibujantes ver a un niño que les cae con una carpeta de caricaturas.

T: Aparte había hecho especialmente una cuantas caricaturas de políticos.

¿Había alguno que te saliera muy bien?

T: Varios, pero Sanguinetti era un papa. Las cejas, facilísimo.

¿A qué tablado iban de gurises?

*Y: * Al Jardín de Las Comparsas

T: En Hugo Antuña y Anzani.

Y: A veces al Malvín. Hubo un tiempo que se armaba uno cerca de la escuela...

T: La Expo, ahí fue el primer tablado donde actuamos con Los Draculatecas, mi primera murga de niños, creo que fue en 1982.

¿Soñaban con cantar como fulano o mengano cuando veían una murga con consagrados?

T: Lo primero que yo escuché fue algo a través de nuestro abuelo Santiago, que una vez me mostró un disco de La Soberana y otro de la Misia Dura al Poder. Yo escuchaba eso y no podía creer cómo jugaban con las palabras. Los escuchábamos bajito porque estaba prohibido. Los habré escuchado en 1976; años después conocimos al Pepe Veneno [fundador de La Soberana], y después, al Canario Luna, a Roberto García. Con ellos después terminamos saliendo en murga. Eran como ídolos. Para mí era increíble ir a actuar al Jardín de las Comparsas con Los Draculatecas y cruzarte con ellos. Nosotros cantábamos entre murga y murga.

Y: vos imaginate unos niños de seis, siete, ocho años, todos vestidos con unos trajes de cartón hechos por ellos mismos…

T: Perdoname: de nylon.

Y: Bueno, lo atomizaban al dueño del tablado para que los dejara subir entre murga y murga, y estos estaban cuatro horas antes de que abriera el tablado parados ahí.

T: Hasta las doce menos cuarto, por el tema de protección al menor, pero desde la cinco de la tarde.

Y: Y hacían todo ustedes, las letras, las canciones.

T: Amenizábamos. Y teníamos al Negro Aldo, que era la estrella, un niño realmente muy cómico. Y así nos cruzábamos con todos los ídolos: el Canario, Julio Julián, Walter Venencio. Quedó una frase de esa época: “Bájense que llegó La Bohemia”.

M: De chico esa distancia me separaba mucho de las murgas “reales”. Pero mis referentes eran el Negro Aldo, Tabaré, Carini, la barra de Los Draculatecas. Tal vez –me doy cuenta ahora– porque yo veía mucho más alcanzable ese horizonte.

Hoy les comentaba que los vi en el programa Rumbo a la cancha, junto a Jorge Baillo y Walter Cucuzú Brilka, dos veteranos referentes del mundo del carnaval. Y de alguna forma, la postal de la pantalla era la de una mesa de pares, de murguistas ya no tan jóvenes. Hoy, casi 20 años después de la creación de Agarrate Catalina, ¿qué etiqueta les queda mejor en este momento?

M: Siempre fuimos un híbrido. Desde murga joven respetamos una estructura tradicional en su forma. Con una presentación en serio, una despedida, y cuplés: bastante tradicionales. Quizás la cuestión más rupturista estaba en el contenido de las letras.

Y: En el camino nos fuimos dando cuenta de que no nos sentíamos identificados con una sola etiqueta. Para nosotros el discurso del “anticarnaval”, esto dicho muy entrecomillas, de la murga del principio del 2000, no nos quedaba del todo bien, porque no habíamos sido producto de los talleres que surgieron a partir del proyecto Movida Joven. Ojo, no podría haber existido la Catalina sin ese espacio increíble, pero nosotros éramos niños y niñas que habíamos sido muy murgueros y murgueras desde muy chicos, y la elección de conectar con carriles tradiciones del género tiene que ver con el gusto de la murga que queríamos hacer y no con una estrategia.

T: Lo mío era irreparable. Cuando yo estaba en Los Draculatecas, no había ni Carnaval de las Promesas, pero yo ya estaba re metido, hasta el pescuezo. Después yo entré en Falta y Resto, escribí en Contrafarsa, y recién en el 98 fue el primer festival de Murga Joven. Y ahí nosotros ya habíamos dejado la Movida Joven. Habíamos participado en ese movimiento unos años antes, pero con un grupo de teatro.

M: Los Cardozo Bros, como los hermanos Mario. Un nombre maravilloso que se nos ocurrió.

Una de las marcas de identidad del humor de Agarrate Catalina, desde su origen, es la caricatura de un murguista bohemio, roto, desprolijo y alcohólico. Ahora –sin tratarlos de viejos– ustedes ya están más veteranos, como aquellos murguistas en los que se inspiraron…

M: Pero nosotros nunca tuvimos un discurso contra el murguista clásico. Imaginate que cuando se armó la Catalina la mitad de los integrantes habían pasado por La Clarinada o por La Eterna Madrugada. Por lo tanto ya habían salido con Venencio, Roberto García, el Nano, Silvera…

¿Ahora se sienten más cerca de esos personajes?

Y: Sí, claro.

T: Por ejemplo, cuando yo conocí al Canario Luna, él tenía la edad que tengo yo ahora, y canto cien veces menos, ¿no?

M: La caricatura fue siempre desde adentro. Como reconciéndonos parte de eso. Nunca hicimos un burla de eso. Nunca fuimos antagónicos al dicurso.

Pero de algún modo se presentaban como algo diferente, o nuevo.

Y: Pasa que cuando la murga pasa por nuestros cuerpos, por nuestra entidad colectiva, sale filtrada por una cantidad de cosas: por el rock que ha estado presente siempre en nuestra vidas, por lo que hemos leído, por las murgas de las que estuvimos cerca. La sintensis que salía de eso se diferenciaba un poco por una cuestión generacional, pero siempre estuvimos cerca, desde nuestra poética estábamos bastante cercano a algo clásico, tal vez más viejo que lo propio de nuestra edad, cierta conexión con esos personajes de murga que vendría a ocupar el lugar de nuestros abuelos.

A ustedes se los nota muy unidos, pero el conjunto tiene unos cuantos años de giras, actuaciones, tiempo de producción y elaboración de grandes espectáculos. Como en cualquier grupo humano, supongo que el de ustedes también debe haber experimentado algún momento cercano a una crisis. De “yo me voy de acá, se van todos al carajo”.

Y: Desde el inicio del camino de la Catalina hasta acá pasó que fuimos sumando una cantidad de compañeros y somos una troupe de 30 personas, y por la murga seguro pasaron cerca de 50. Si bien hay un grupo fuerte sólido y numeroso que se ha mantenido, hay compañeras y compañeros que se han bajado, con mayor o menor dolor, no han encontrado un lugar acá, y con un duelo lógico de los que se van y también del resto del grupo.

M: También decisiones parecidas a esas, tal vez un grado más abajo, fueron las de muchos años de nuestra historia cuando decidimos no salir en carnaval, que es nuestro lugar natural. Fueron pequeños duelos, y decisiones muy difíciles, y por distintos motivos.

Y: En 2008, después de varios primeros premios y de muchas giras, se nos van cinco personas muy importantes para la murga, fundadores.

M: Nos pasó de decir: “Bueno, ¿y ahora?”.

Y: Veníamos con la copa, los aplausos, los mimos, pero con Tabaré estabamos emocionalmente muy desgastados. Y si no hubiéramos decidido no salir en carnaval el año siguiente, hubieramos hecho eso de “se van todos a cagar, no salimos más, no hacemos nada”. Entonces nos retiramos de la carrera loca, maravillosa pero enloquecedora, nos salimos de ahí y estuvimos un año haciendo otras cosas fuera del concurso, yendo para el interior.

M: Nuestras vidas fueron mutando, aparecieron hijos, proyectos personales, un montón de cosas que por momentos dejaban en jaque el proyecto de la murga. Y eso de la mano de que siempre nos hemos puesto la exigencia de que tiene haber un espectaculo muy digno sobre el escenario, y si no podemos, entonces nos dedicamos a hacer otra cosa ese año. Tiene que estar bueno lo que tenemos entre manos.

Desde hace un buen tiempo, el concurso que organiza DAECPU es tildado, por parte incluso de quienes participan en él, de desprolijo, poco justo, y se le señalan muchos aspectos de funcionamiento que deberían cambiar. ¿Cómo juega este elemento en la ecuación que los decide a salir o no salir en carnaval cada febrero?

Y: Es una situación bastante particular que define al carnaval uruguayo. Es un gran encuentro artístico, un gran festival de teatro, que tiene un concurso en el medio pero un concurso que no es optativo. Vos no podés elegir participar en el concurso y no en la fiesta, o en la fiesta y no en el concurso. Muchas veces, si hubiéramos podido elegir participar sólo en la fiesta, lo hubiéramos hecho.

M: Todos los años que no salimos hubiésemos salido en carnaval sin concursar.

Y: Por otro lado, como es parte de lo que queremos, de los nos gusta, disfrutamos del concurso como juego, hasta que deja de ser un juego; después, la verdad no es una cosa que nosotros disfrutemos, y sufrimos los daños más colaterales que deja, lo más mezquino, lo hostil del micromundo del cual nosotros también somos parte, de esa lógica carnavalera, del empeño en la denostación de lo que tenés enfrente, con esa carrera loca por el concurso, por la zancadilla, el palo en la rueda. Pero lo cierto es que el reglamento no permite salir en carnaval sin concursar.

M: En muchas asambleas internas de la murga planteamos la posibilidad de plantarnos y ponernos activos a nivel político, ir a DAECPU, tratar de cambiar las cosas, armar algo entre los jóvenes. Pero nos dimos cuenta de que a duras penas nos podíamos organizar nosotros, de que ibamos a gastar muchísimo tiempo en una cuestión burocrática y política e ibamos a malgastar tiempo que precisamos para hacer arte y escribir lo que nos gusta. Decidimos que nuestra respuesta para el cambio es a través de nuestro arte.

Y: Lo que tenemos para decir, nuestro manifiesto, está en nuestros espectáculos, en el escenario. Jugamos el juego, respetamos las reglas, pero no son los motores que nos mueven.

En este año electoral muchos políticos advierten que el país se juega su destino entre dos modelos antagónicos y le dicen al votante que debe decidir por uno. El espectáculo que está presentando la Catalina tiene una idea central que se podría resumir en lo que dicen poco antes de la despedida: “Yo me bajo de esta lógica binaria... que separa a tus hermanos de los míos, del absurdo de esta línea divisoria, ya no quiero ser soldado de una idea, ni rebaño de la izquiera o la derecha, me resisto a etiquetar a las personas y me cago en la locura de esta brecha”. ¿Cómo piensan que dialogan estas dos expresiones, una desde la politica y otra desde el arte?

T: Nosotros no planteamos una hipótesis de reconciliación de partes irreconciliables. Ni una hipotesis de negación de la grieta, ni siquiera es un intento naíf de tender un puente entre ambas posturas. Lo que nosotros tratamos de expresar no era una apología de un pensamiento único, más bien todo lo contrario. Decimos en el espectáculo: no existe una grieta binaria, existe una pluraridad infinita de multigrietas que dividen. Ni siquieran estamos en contra de eso, estamos a favor del pensamiento múltiple. Nos parece un pensamiento muy maniqueo el que está imperando en la nueva humanidad, de que todo lo que vos digas está mal porque sos mi enemigo, y todo lo que digo yo, aunque sea exactamente lo mismo que dijo mi enemigo, está bien porque vos sos mi amigo y chau, porque vos tenés la camiseta de Peñarol y yo la de Nacional.

Y: En esa lógica maniquea, además, uno siempre se ubica en el bien. Yo además pienso que la grieta es una instalación real de un concepto que es ficcional. Los seres humanos no estamos definidos necesariamente por lo que votemos a ser enemigos a muerte. Yo abro la ventana, veo una vecina que es tan crack y que habla conmigo en el súper y no puedo creer que vaya a votar lo que va a votar y me dan ganas de convencerla de que vote la banderita que tengo yo. Lo que planteamos en el espectáculo es que al tamaño peatón, vecina, vecino, a esa escala, el odio y el barrabravismo ideológico no sólo es inútil, sino que es altamente peligroso y tóxico si pensamos hacia adelante. Y lo digo desde el mismo lugar de siempre, del lugar en el que quiero seguir estando, cuando además fuimos catalogados e inmolados como la murga tupamara. Siento que quienes estamos en este lugar del mundo y se proclaman como aquellos que defienden los derechos de todos nos comemos un gol muy bobo si a tamaño vecino hacemos bajar la cortina del odio. Todo lo que crezca a la sombra del odio, de dos tribunas enfrentadas que se tiran piedra porque sí sin escucharse... estamos fritos.

T: Es inviable la convivencia bajo estos cánones.

Y: Y las alarmas de nuestros dos vecinos, Argentina y Brasil, están sonando cada vez más fuertes, y entonces ¿cómo no intentar aportar unas miguitas?

T: Fue un discurso incómodo, dicho en un momento inoportuno, dicho esto por otra gente. Y sumado a esto, lo propio del concurso. Es la primera vez que me bajo de un escenario y me dicen “facho”. Nunca me había pasado. Acá el problema fue que esto estaba enmarcado en un concurso [el espectáculo se presentó por primera vez en febrero]. En Argentina no recibíamos ni un sola crítica en este sentido. Es increíble la lógica del concurso, porque en los barrios la respuesta fue mucho más parecida a lo que esperábamos. Hay una frase que me gusta mucho: cuando alguien revuelve la olla sólo para demostrar que es el dueño de la cuchara. Esa intención nunca estuvo. Nosotros no queremos ser talibanes de nada.

M: A mí mucha gente me dijo “no era el momento”. Entonces ¿qué hacemos, lo escondemos?

¿De qué está hecha La Catalina?

Y: El tango siempre nos interesó mucho, también desde el humor. Discépolo, esa mirada corrosiva.

T: Es el coloque emocional de esta latitud. Y también estamos atravesados por el rock and roll, y por un montón de compositores uruguayos. Si te fijás en las músicas que usamos: Jorge Galemire, No Te Va Gustar, Ana Prada, un par de tangos, y todos los años han sido así. Agarrás cualquier retirada y encontrás música de Ruben Olivera, Zitarrosa, Cabrera, Darnauchans, Buitres, El Sabalero...

Y: System of a Down, Metallica. Y también tenemos mucha influencia de escritores, la prosa y la narrativa siempre nos interesan mucho. La lectura en mi caso es una necesidad, como escuchar música o comer.

T: Yo pienso en autores como Fontanarrosa, Wimpi, Juceca, Viglietti, Numa Moraes, el Bocha Benavides.

Y: Yo siento que la murga hoy está hecha de eso pero además de gente que está cada vez más abierta al experimento. Hemos cantando con el grupo de heavy metal A.N.I.M.A.L, con grupos de cumbia, tango, música clásica.

M: Nos gusta acostumbrar a la gente a que no se pueda acostumbrar a lo que va a hacer ña Catalina, o si te acostumbrás, jodete, porque vamos a cambiar.

Defensores de causas perdidas, de Agarrate Catalina. Martes 23 y miércoles 24 a las 21.30 en el Auditorio Nacional del SODRE (Mercedes y Andes). Entradas desde $ 450 a $ 1.300 en Abitab, Redpagos, Tiendas Antel y boletería. El disco en vivo del espectáculo fue editado la semana pasada por Montevideo Music Group.