¿Es posible trabajar por fuera del mercado? Esto intentaron responder algunos panelistas en un encuentro organizado por el colectivo + Igualdad el viernes 16 en la sede de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua. Uno de ellos, Jaime Saavedra, responsable de la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado (Dinali), habló sobre la experiencia del polo industrial de la Unidad 4 Santiago Vázquez (ex Comcar) y argumentó, a partir de este ejemplo, que para poder generar instancias de trabajo para aquellas personas que el mercado ha expulsado es necesario el involucramiento del Estado y una mirada “humanista y no punitivista”. “Tenemos que hacer un esfuerzo por profesionalizar la gestión de las cárceles en un sentido humanista”, dijo Saavedra.

El titular de la Dinali también realizó una serie de recomendaciones sobre el camino que debería emprender el Estado para que las empresas públicas y privadas generen empleo para la población penitenciaria y para quienes salen de las cárceles. Resaltó la importancia que tiene el trabajo para todas las personas pero, sobre todo, para aquellas que se encuentran privadas de libertad, porque el trabajo “dignifica y califica”. “Cada unidad penitenciaria es una bolsa gigantesca de angustia y el trabajo permite canalizarla”, dijo.

Saavedra afirmó que se debe generar un “liderazgo sostenido” para que el trabajo llegue a las cárceles. Explicó que cuando desde estos dispositivos “salen a buscar” empresas privadas y públicas que pueden intervenir y generar puestos de trabajo dentro de las unidades penitenciarias, las empresas “responden”. En su opinión, este es un vínculo que hay que “cultivar” de manera sostenida en el tiempo, y por eso propuso la creación de una unidad específica que se encargue de esto.

Además, dijo que es necesario fijar metas para medir el avance de estos vínculos laborales y la cantidad de empresas que se van sumando año a año: “Supongamos que tenemos ocho empresas privadas instaladas dando ocupación a 100 personas, propongamos en el próximo año llegar a 16 y que contraten a 200 personas”. Saavedra afirmó que estos trabajos deben ser pagos según el laudo correspondiente a la actividad, y que quienes accedan a estos puestos laborales deberían estar bancarizados y sindicalizados.

“Los empresarios privados hacen muchísima plata con la privación de libertad y sus alrededores: construyen cárceles, venden autos, venden chalecos, venden botas, venden comida, venden teléfonos. Convoquémoslos a que den trabajo”, opinó Saavedra. También afirmó que el Instituto Nacional de Rehabilitación “debería ser un cliente preferencial de UTE y ANCAP”, por la cantidad de nafta y energía que gasta. El director de la Dinali propuso que se haga un “repaso” por todas las empresas estatales para rever este tipo de vínculos. Saavedra habló sobre los esfuerzos que el gobierno ha hecho “desde hace años y con mucho éxito” para atraer inversiones privadas al Uruguay, y dijo que esto mismo se podría hacer con las cárceles y el mundo que las rodea: implementar medidas fiscales para que empresas privadas y públicas ingresen a las unidades.

También propuso la creación de un fondo para créditos. Esto serviría, dijo, para apoyar de manera financiera los emprendimientos tanto de los privados de libertad como de los recientemente liberados. Saavedra contó que existieron experiencias similares cuando la Dinali era el Patronato del Liberado, y que allí comprobaron que “el pobre devuelve toda la plata que se le presta, con una tasa mucho más alta de lo que devuelve la gente en el sistema tradicional”.

Para el director, el trabajo es el componente fundamental del “discurso de transformación” en materia de seguridad. “Con pavor advierto que la izquierda, o los que están más del lado humanista, se ha sumado a un discurso que hace foco en la represión”, señaló, y agregó que “no es otra cosa lo que se ha hecho, con esmero especial, en los gobiernos de izquierda”. Dijo que “el Ministerio del Interior nunca tuvo más presupuesto que con los gobiernos de izquierda, nunca hubo más cárceles, nunca hubo más presos, nunca hubo penas más duras, y sin embargo el problema no ha parado de crecer”.

Saavedra afirmó que la izquierda dejó de hacer “las cosas que la caracterizaban” y que hoy no se hacen ni se dicen “por temor a perder votos”. Dijo que “hay que salir a explicar, a convencer y a seducir, a mostrar con ejemplos concretos que hay otros caminos posibles”.

¿Qué tipo de trabajos se hace en las cárceles hoy?

Saavedra explicó que hay cuatro actividades principales relacionadas con el mundo del trabajo dentro de las unidades penitenciarias. La primera es la artesanía, y en las cárceles hay artesanos que producen su arte “a lo largo de todo el país y en todas las unidades penitenciarias”. En esta actividad existe algún grado de comercialización, aunque muy escaso, dijo, y mencionó como ejemplo el caso de un grupo de peruanos que hace trabajos en telar en la Unidad 7 Canelones.

Por otro lado, el director de la Dinali explicó que dentro de las cárceles también hay “emprendedores”, y dijo que “hay que llamarlos así”: “No es buscavidas en Punta de Rieles y emprendedores en el World Trade Center”. Para ilustrar esto puso varios ejemplos; el primero, un caso “paradigmático” de la cárcel de Punta de Rieles: la bloquera. También habló de los talleres mecánicos, las huertas orgánicas y la producción de ladrillos, entre otros.

Además, explicó que hay mucha gente que trabaja para el Estado, ya sea haciendo limpieza, cortando el pasto o arreglando unidades penitenciarias. “A alguna gente se le paga y a otra no”, dijo. A las personas a las cuales se les paga les corresponde medio salario mínimo nacional, a lo que se le suele llamar “peculio”. Saavedra criticó que hoy en día hay sólo 1.000 peculios para repartir entre los 11.000 presos, y relativizó qué tan “voluntario” es el trabajo que se hace sin remuneración.

Por último, habló sobre los casos aislados de personas que desde dentro de las unidades penitenciarias trabajan para empresas privadas, pero aclaró que “no son muchas”. Para Saavedra estas experiencias “son realizables y absolutamente necesarias”.