“A partir del ideario artiguista se define una concepción del hombre, una concepción de la economía social y una concepción de la vida en comunidad”, rezan los principios fundacionales de Cabildo Abierto (CA), el partido que irrumpió en el escenario político en las últimas elecciones nacionales y se posicionó como un actor de peso tras obtener 11% de los votos en octubre, lo que se tradujo en tres bancas en la Cámara de Senadores y 11 en la de Representantes. Asimismo, aportó este caudal electoral para la coalición multicolor que llevó a Luis Lacalle Pou a la presidencia de la República y, negociaciones mediante, ocupó dos ministerios: Vivienda y Salud Pública.

Los logros políticos son grandes para un partido con poco más de un año –su fecha oficial de fundación es el 10 de marzo de 2019– y cuyo “encanto” para los votantes está, podría decirse, en las mezclas ideológicas. Según una encuesta realizada por Cifra antes de las elecciones de octubre, 24% de los votantes de CA había votado al Frente Amplio (FA) en 2014, así como 38% lo había hecho por el Partido Nacional (PN) y 21% por el Partido Colorado (PC). El impacto que tuvo la aparición de CA se hizo evidente cuando los tres grandes partidos del sistema político uruguayo votaron por debajo de sus resultados de 2014.

Además de la confluencia de personas desencantadas tanto con el FA como con los partidos tradicionales, hay una llegada de personas “que no tenían militancia partidaria, pero que sí tenían participación gremial”, dijo a la diaria Marcos Methol, uno de los fundadores del partido y actual encargado de Comunicación. La fuerte influencia católica también atrajo a militantes “con cercanía a movimientos cristianos y de fe”, sobre todo a aquellos que se movían en barrios periféricos de Montevideo, así como también a una base importante “de policías y militares retirados, gente joven que se empezó a involucrar con todo este tema de la reforma a la Caja Militar. Había un componente, en el origen, de gente militar”.

Según el politólogo Adolfo Garcé CA “es un partido policlasista”, como la mayoría de las colectividades políticas en Uruguay; sin embargo, su atracción principal es que tiene “un discurso nacionalista”, con componentes “antiglobalización” y una fuerte reivindicación del artiguismo. Garcé sostuvo que el discurso cabildante tiene esos puntos en común con el del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, y posteriormente con el del Movimiento de Participación Popular, lo que explicaría la llegada de CA a los sectores más populares. De todas formas, el estatismo de CA responde a una concepción militar “de la Patria y el rol del Estado”, según Garcé.

El proteccionismo del que hace gala CA, en comparación con otras posiciones dentro de la coalición, responde en parte a los reclamos realizados por los productores rurales en el marco del movimiento Un Solo Uruguay, con el que el partido se mostró afín, que se vincula tanto con Marcos Methol –hijo del pensador y filósofo Alberto Methol Ferré– como con Hugo Manini Ríos, ex presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz. Methol y Manini estrecharon lazos al pertenecer ambos a la Sociedad Rodoniana, al igual que el actual senador y presidente de CA, Guillermo Domenech. Esta organización fue fundada en 2009 para promover las ideas de José Enrique Rodó y profundizar en el estudio de su obra. Rodó, cuya filosofía, influenciada por el positivismo, dio a luz una obra ecléctica, también tuvo una pata política: fue diputado del PC durante tres períodos y supo ser cercano a José Batlle y Ordóñez, pero las discrepancias con la idea del ex presidente de instalar un colegiado terminaron por alejarlos.

El origen

Methol es el que tiene el derrotero más particular; se autodefine como “herrerista”, pero reconoce que también está “influenciado por otras corrientes de pensamiento, por ejemplo el riverismo”. En las elecciones de 2009 acompañó a su padre en su apoyo a la candidatura de José Mujica, y cinco años después, en 2014, militó en el sector del ex vicepresidente Raúl Sendic, “cuando intentó ser una convergencia entre trabajadores y empresarios, generar una propuesta más desarrollista”. Aun así, sostiene que “de 2012 para acá el FA entró en una caída libre que no se pudo frenar en cuanto a su base de pensamiento, en cuanto a una no relación entre lo que eran sus valores y lo que se estaba haciendo”.

Según Methol, algo que lo alejó de esa fuerza política fue el enfoque en la agenda de derechos, “que no es la que estaba necesitando el país para generar un cambio estructural” y que chocaba con su formación católica. “Cuando no se pudo hacer la reforma de la educación, cuando no se pudo avanzar en las obras de infraestructura se apeló a esta agenda como una forma de llenar el ojo; eso se lo he escuchado a [Eduardo] Bonomi y a otra gente del mismo FA”.

Fue en setiembre de 2018 que Methol, Domenech y Hugo Manini Ríos comenzaron a concebir la idea del Movimiento Social Artiguista (MSA), que en sus inicios “no se concibió como una estructura partidaria, sino que era algo que nacía como un movimiento, eran espacios dispersos que se empezaron a juntar”. Más tarde, dadas las adhesiones que tuvo el MSA, se trazó su primer objetivo: “empezar a juntar firmas para formalizarse como partido”. En esa instancia “se fue generando un diálogo entre vecinos y una comunicación sobre cuáles eran las bases que terminaron siendo los principios del partido”. Al momento de registrarlo la Corte Electoral les solicitó cambiar el nombre, por lo que eligieron CA, “una institución que viene de la época de España, del virreinato, y que Artigas tomó”.

Si bien carecían de una cara visible, la recorrida por los barrios en la recolección de firmas y la campaña por redes sociales atrajo a militantes al movimiento, sobre todo en el interior del país. Fueron meses vertiginosos, según Methol: “Todo se fue precipitando, por la reacción que tuvo la gran mayoría de la población. Se fue generando un clamor que a nosotros nos pareció importante acompañar, y se abrió un nuevo espacio político”.

El otro protagonista de esta historia, Domenech, conoció a Hugo Manini Ríos por “un amigo en común”, que los conectó porque Manini necesitaba un escribano. “Entonces le hice unos certificados notariales y comenzó una relación que era enteramente profesional”, contó a la diaria. “Esa relación se transformó en una amistad. Hugo es un individuo de una cultura impresionante, y me resultaba muy enriquecedor hablar con una persona así. Además, si bien no somos católicos prácticos tenemos una formación católica, una concepción cristiana de la vida”. Así fue que Domenech conoció al hermano menor de Hugo, Guido.

El senador defiende a capa y espada los valores cristianos, porque “hasta los que no son cristianos forman parte de esta sociedad, que se formó con base en la filosofía griega, el aporte del derecho romano y los principios morales del cristianismo; aun la gente que tiene aversión a la iglesia católica forma parte de una sociedad que está conformada por los valores cristianos”. Estos valores están presentes en la plataforma de CA, por ejemplo en la concepción de la familia como “la base de la sociedad”, por lo que “resulta imperioso revertir la tendencia a la baja de los nacimientos”, advirtió Domenech.

“A través de los años se generó una vinculación”, continuó, una relación que llegó hasta 2018: “Veíamos algunos temas, como la droga, muy vinculado al tema de la indigencia, y la gente que vive en la calle; también las enfermedades mentales, de las que nadie habla, pero la sola mención de la elevadísima tasa de suicidios que hay en Uruguay muestra que la depresión en nuestro país hace estragos”.

Fue a raíz de esto, según el presidente del partido, que se habló “de generar un movimiento con gente que conocemos de la iglesia y la actividad política”, pero no como un espacio electoral, debido a las diferencias partidarias que había entre ellos –los Manini son colorados, Methol había sido parte del FA y Domenech era votante nacionalista–. Igualmente, todos coincidían en esa concepción cristiana. “Artigas era un individuo que tenía la misma formación y la misma cosmovisión que nosotros. No era un católico práctico, pero era un individuo creyente formado con los franciscanos, tenía la preocupación tradicional que ha tenido la iglesia por los desvalidos”.

La historia después de los primeros meses es conocida: CA finalmente se inscribió en la Corte y, coincidentemente, Guido Manini Ríos comenzó a tener más relevancia pública a raíz de su remoción como comandante en jefe del Ejército por parte del presidente Tabaré Vázquez. “Es en marzo, cuando relevan a Manini, que nos convencimos de que era momento de proponerle que fuera nuestro candidato”, indicó Methol.

Una familia política

Tras su salto a la arena política, el general Manini Ríos fue catalogado de outsider. Sin embargo, tiene un linaje puramente político. Su abuelo, Pedro Manini Ríos, fue una de las figuras políticas más destacadas de principios del siglo XX. Inicialmente partidario de Batlle y Ordóñez, ocupó lugares importantes en su gabinete y fue director del diario El Día, pero cuando el líder colorado puso sobre la mesa la propuesta de sustituir la figura del presidente por un colegiado, al igual que sucedió con Rodó, la alianza se rompió.

Pedro Manini, entonces, fundó junto con otros una nueva corriente dentro del PC a la que bautizó Riverismo, en una evocación de los valores más tradicionales y conservadores del partido. En 1917 fundó el diario La Mañana, y en 1933 y 1934 fue ministro de Hacienda de la dictadura de Gabriel Terra.

Pedro tuvo dos hijos: Carlos y Alberto. El primero heredó el medio fundado por su padre, y además integró los gabinetes de Óscar Gestido y –luego de la muerte de este– de Jorge Pacheco Areco. En 1971 fue designado embajador en Brasil, cargo que ocupó hasta 1977. Tras la apertura democrática, en 1985, Julio María Sanguinetti lo designó ministro del Interior. Siendo el titular de la cartera, ordenó reprimir una manifestación de estudiantes del IPA, lo que terminó con el arresto de un diputado frenteamplista. A raíz de esto fue interpelado en el Parlamento, pero mantuvo su cargo con la bendición del entonces presidente, Sanguinetti.

De los hijos de Alberto, Hugo y Guido se dedicaron a la actividad pública. El primero es el fundador de la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), una agrupación de extrema derecha de fines de los 60. El segundo, muy pequeño en ese momento, optó por la carrera militar en 1975, y se graduó con el grado de alférez en 1978. Así, comenzó una carrera militar que lo llevó a ocupar cargos de gestión: fue director del Hospital Militar y, años más tarde, comandante en jefe del Ejército.

Entre 2018 y 2019 se sucedieron los hechos que terminarían con la destitución del último eslabón del linaje Manini Ríos y su posterior pase a la política. Su aparentemente deliberado ocultamiento de las confesiones de José Nino Gavazzo en los tribunales de honor militares en las que este admitió haber tirado al río Negro el cuerpo del tupamaro Roberto Gomensoro en 1973 provocó una crisis institucional en Presidencia cuando el periodista Leonardo Haberkorn sacó esa información a la luz. A raíz de esto, tanto Manini como el entonces ministro de Defensa, Jorge Menéndez, el subsecretario de la cartera, Daniel Montiel, y los generales que participaron en el tribunal fueron removidos de sus cargos.

El candidato

La propuesta fue hecha de manera pública, mediante una conferencia en el hotel Ibis. Tras unos días, Manini aceptó la candidatura. “Cuando se dio el relevo de Manini el tema estaba muy vinculado al caso Gavazzo. No era un tema para nosotros central ni mucho menos, nosotros estábamos pensando en la plataforma”, contó Methol, aunque reconoció: “A través de ese asunto también se le fue dando difusión a lo nuestro”.

“En ese momento consideramos que Manini era la persona indicada. No sé cuál hubiera sido el destino de nuestro movimiento si hubiera tomado otra decisión”, añadió. Para Methol, el hecho de provenir de una familia política le dio a Manini “un componente de arraigo muy fuerte que lo hace a él un político. Incluso cuando no estaba en la política partidaria él era un político”. La figura del ex comandante en jefe del Ejército “fue fundamental, porque un gran porcentaje de los votos del movimiento responden a Manini”, aunque igualmente “el contorno que le dio CA fue fundamental, un poco por las bases, un poco por el gran trabajo que hubo y porque muchos voluntarios fueron abriendo sus cabildos”. Para Methol Manini adquirió un perfil “como gestor, como estratega y conductor del movimiento muy importante. Esto generó una sinergia en la cual la gente del partido comenzó a brillar con luz propia”.

“Yo vi que era un individuo que podía generar un movimiento importante en el país”, señaló Domenech, que dice creer que no sólo él vio eso, “lo vio gente con otras miradas, y fue la gente que lo empujó a Guido a interesarse por la actividad política”. Manini Ríos, según Domenech, “reúne carisma, inteligencia, perseverancia, templanza, lo que lo hace un individuo excepcional”. El programa de CA “era un programa pensado por personas que ideológicamente tenemos la misma sintonía que Guido, y a él le cayó como anillo al dedo porque no decíamos nada que a él le pudiera significar una discrepancia”, afirmó.

Así fue que Manini Ríos arremetió en la política de la mano de CA, que hasta entonces había pasado por debajo del radar de los medios de comunicación, y comenzó a adquirir cada vez mayor relevancia. Las polémicas declaraciones de algunos dirigentes, así como la aparición de personas vinculadas a grupos neonazis o con simbología del estilo provocaron que CA fuera catalogado como un partido de extrema derecha.

Para Domenech CA “es tan atípico en la política uruguaya que la gente tiene la necesidad imperiosa de ubicarlo en un casillero. Hay que poner algún mote y parece que no hubiera otras opciones válidas superadoras de esas dicotomías”. Esto genera “la necesidad de caricaturizarlo”, pero “creo que con el tiempo la gente se ha dado cuenta de que no somos de extrema derecha”, agrega. Sin embargo, la reaparición de La Mañana como un medio vinculado a CA trajo otras dudas.

El renacer de La Mañana

Pedro Manini Ríos fundó La Mañana en 1917, poco después de romper con Batlle y Ordóñez. “En esa época cada fracción política-partidaria tenía su periódico de referencia”, explicó el historiador Gabriel Bucheli a la diaria. Años más tarde Carlos y Alberto, sus hijos, se hicieron cargo del diario.

Carlos tomó las riendas del medio de prensa, mientras que Alberto se volvió director de un suplemento llamado Verde, que era especialmente para el interior del país y tenía “un discurso de proximidad al campo, y en los 60 empezó con la prédica contra el comunismo”, explicó Bucheli. “Todo el diario La Mañana lo hacía, pero especialmente el suplemento para el interior”.

Fue entonces cuando La Mañana comenzó a tirar su discurso cada vez más hacia la derecha, hasta que en diciembre de 1970 Hugo Manini Ríos comenzó a usar la página central del suplemento que dirigía su padre para la prédica de los “valores” de la JUP. “La Mañana de diciembre de 1970 hasta mayo de 1972 es el vocero oficial de la JUP, concretamente esa página del suplemento”, dijo Bucheli. En 1972 hubo una ruptura de la familia Manini con La Mañana, y la JUP fundó un semanario llamado Nuevo Amanecer.

La Mañana se mantuvo a lo largo de los años, con altibajos en la década de 1990, hasta cerrar en el año 2000.

“Por el año 2009 o 2010 fue a remate lo poco que tenía La Mañana, y Hugo Manini lo compró”, contó Methol, quien también se dedica a escribir y editar el medio, hoy reconvertido en semanario. “Él ya no tenía que ver con el viejo diario desde la década del 70, y ahí me dijo para relanzar La Mañana, pero por distintos motivos eso se fue retrasando”. A fines de 2018, cuando Methol terminó un trabajo para la Universidad de Montevideo, fue que el mayor de los Manini Ríos le dijo que era un buen momento para relanzar el medio.

“Retomamos La Mañana con el espíritu fundacional de Pedro Manini Ríos, que durante su trayectoria siempre puso el énfasis en el tema del trabajo vinculado al campo, a la producción, y eso es un énfasis que mantiene La Mañana”, señaló Methol, que explicó que formalmente no es un medio partidario, pero que “sí tiene la misma filosofía que CA”, puesto que allí “de alguna manera confluyen la visión de Pedro Manini, de Methol Ferré y del artiguismo social”.

Con relación a la postura que adoptó La Mañana en la década de 1970, Methol considera que “parte de la historia fue toda esa bipolaridad y tensión que fue la Guerra Fría, que de alguna manera terminó reflejándose en los medios de prensa y en los partidos políticos, y era muy difícil salirse de eso”. “Creo que cuando uno ve hacia atrás no hay que hacerlo desde la óptica de la actualidad. Hoy La Mañana está en el 2020, lo vemos desde la óptica actual, con los principios fundacionales de La Mañana, pero desde una época distinta”, añadió.

Si bien se ha adaptado a los nuevos tiempos, La Mañana tuvo prácticas que se creían olvidadas en los medios uruguayos. En enero de este año el semanario se vio envuelto en un intercambio con el diario El Observador, por considerar que el matutino tenía un ensañamiento especial con el medio. Según Methol, El Observador “desde hace bastante tiempo parece tener una atención especial sobre lo que hace o deja de hacer Manini, y desde el surgimiento de CA ha mostrado una cara no muy agradable”. Agregó: “Vimos una serie de notas que insistían una y otra vez en vincular a CA y a La Mañana en cosas que no tienen nada que ver”.

El 23 de enero de 2020 La Mañana publicó una columna editorial titulada “Un periódico con dos caras”, en la que acusaba a El Observador de adolecer de “un prejuiciado enfoque sesentista, en clave de ‘prensa amarilla’, donde las reiteradas fake news se tutean con la maledicencia y los prejuicios obsesivos” y se enumeraban las “contradicciones” en las que incurrió el periódico, como el “divorcio entre su dirección y su redacción”.

“La victimización y el poner a la prensa como enemiga no es una estrategia nueva”, escribieron los periodistas de El Observador en su respuesta al editorial del semanario, publicada el mismo día. Y es que ninguno de los ingredientes en la receta de CA –o de La Mañana– es especialmente nuevo.

Juego a dos puntas

El aporte que realizó CA a la “coalición multicolor” fue necesario para el triunfo en la segunda vuelta electoral de las últimas elecciones nacionales. Sin embargo, como parte del gobierno, Manini Ríos ha optado por un doble juego que, según el politólogo Daniel Chasquetti, “debe ser bastante incómodo para Lacalle Pou”, puesto que “lo necesita, pero por otro lado no es un socio muy leal”. Es que si bien CA mantiene sus ministerios y la influencia en el Poder Ejecutivo, desde el Parlamento Manini “tiene su propia estrategia a largo plazo”.

“También esto obedece a las características de la coalición, que no es horizontal, es radial, y no tiene ningún ámbito horizontal donde todos se sienten a la mesa”, cuyos integrantes “intentan cooperar, pero no hay ningún ámbito donde puedan avanzar para dirimir diferencias”, indicó el politólogo. El hecho de que cada miembro de la coalición negocie con el presidente de la República “facilita este tipo de estrategias, que son unilaterales: si va bien, él va a intentar reclamar el crédito por los logros del gobierno; si le va mal, va a tomar distancia”.

Esta estrategia electoralista se puede ver en los videos que difunde el propio Manini por redes sociales, como el que publicó en su momento para manifestarse en contra del aumento de tarifas públicas previsto por el gobierno nacional; para Chasquetti “es como que emite su opinión sin importar lo que piensen los demás miembros de la coalición, tiene su propia línea”, lo que lo convierte en “un problema a futuro, porque si no le va bien al gobierno puede ser un problema bastante severo”.

La última jugada de Manini fue la del lunes, cuando presentó un proyecto de ley para “crear un Fondo Nacional de Emergencia Sanitaria Covid-19” paralelo al que envió el gobierno el miércoles a la Cámara de Senadores con la firma de todos los ministros, incluidos los de CA. Para Chasquetti “Manini presentó su propio proyecto con el fin de marcar posición”; “por más que ahora luce fuerte, [el gobierno] estructuralmente es débil, porque son cinco partidos y el partido del presidente es pequeño”, por lo que el daño que puede hacer esta estrategia del líder cabildante es incierto, lo que continúa dándole a CA –a más de un año de su fundación– un halo enigmático.