“Apoyás a pequeños productores, consumís local y cuidás el ambiente” son los pilares de la casa. Pero por más que se hayan promovido las bondades de una buena dieta, en los dos días siguientes a que se decidiera la cuarentena las ventas de Ecomercado (Benito Blanco 704 y Solano Antuña) mermaron drásticamente: bajó 80% la asistencia a su feria techada, a lo que se sumó que la mayoría de los restaurantes a los que proveía cerraron sin poder asumir las cuentas pendientes. Esa primera semana fue difícil, pero su fortaleza estuvo en diversificar los sistemas de comercialización.

La primera vía fue retomar el contacto con quienes figuraban en la base de datos porque ocasionalmente habían hecho algún pedido. Se reactivó así un sistema de canastas y la posibilidad de que los clientes encargaran vía Whatsapp o llamada, mientras que dos compañeros se pusieron en campaña para manejar activamente las redes sociales y dar publicidad a esta modalidad.

En poco tiempo vieron que la respuesta era buena no sólo entre quienes conocían los productos, sino que empezó a contagiarse a otros barrios; a los diez días, para atender la demanda y buscando volver a establecer el punto de equilibrio del negocio, contrataron a una pequeña cooperativa de entregas en moto. A esto sumaron la camioneta, para entonces desafectada del reparto a restaurantes.

Ecomercado abre de lunes a viernes de 9.00 a 19.00 y los sábados de 9.00 a 14.00. Opera con un servicio de entrega a domicilio, sean canastas prearmadas o eligiendo. Por el Whatsapp 099967545 pasan la lista de rubros, precios, y los días que van a cada zona. También se puede llamar por teléfono, hacer el pedido y acordar una hora para pasar a buscarlo. Los pedidos a domicilio pueden ser al contado o mediante transferencia bancaria.

“Así y todo, se empezó a extender la zona y empezamos a abarcar el oeste de Montevideo”, cuenta Paul Bennet, “y se puso fuerte Malvín, Buceo, Carrasco, pero también la zona de La Blanqueada, el Prado, lo que nos llevó a tener que reorganizar los movimientos. Más allá de la pandemia y de todo lo que se contempla, las cuentas seguían llegando en tiempo y forma”.

Por otro lado, se encontraron con que en la puerta, gente en situación vulnerable demandaba ayuda. Para entonces los productores de Ecomercado, junto con otros residentes del santoral canario, acordaron hacer una donación en frutas y verduras a la Intendencia de Canelones para abastecer distintos comedores: una vez por semana pasa un camión por esa zona y se retira a tope. En paralelo, algunos vecinos de Pocitos empezaron a apadrinar ollas populares, para lo cual el mercado puso precios especiales, al costo.

“Pasó de todo: en la primera etapa había un miedo generalizado en el barrio, te hacían una escena porque faltaban huevos, por ejemplo, pero después se fue calmando. Lo que costó un montón fue que no se desarmara el equipo de laburo, porque, más allá del emprendimiento, cada uno tiene una realidad distinta en su casa. Mantener las medidas que se fueron implementando, como tapabocas, alcohol en gel y la mar en coche, no fue una inversión menor. Tuvimos un par de episodios de inseguridad de noche y decidimos cerrar más temprano, pero hasta el día de hoy el local sigue funcionando”.

Cambios

Después de ocho años de programar ferias itinerantes de productos saludables y apenas un mes después de haber consolidado un espacio en Ciudad Vieja, Casa Camino Verde, el negocio tuvo que reformularse. “¿Sabías que tenemos delivery? Y lo bueno es que podés hacer tu surtido de productos orgánicos y artesanales de la semana con una sola coordinación”. Con ese servicio Camino Verde intenta captar un flujo de clientes que recién empezaba a forjar.

“En un principio tuvimos que cerrar el mercado, apelando a la seguridad de los que asistían y de nosotros mismos, que justo habíamos estado en contacto con italianos y españoles, porque había llegado un barco. Pasada esa cuarentena, obviamente nos dimos cuenta de que brindamos un servicio de alimentación y que debíamos apelar a los clientes y vecinos que habíamos hecho. No llegamos a inaugurar el espacio y ya tuvimos que cerrarlo, así que, pasados 30 días, buscamos reinventarnos”, cuenta Fiorella Mazuco.

El primer paso fue la venta vía Instagram, ya que no habían tenido tiempo de montar una plataforma de comercio electrónico, así que en las historias destacadas ponían los productos disponibles y los precios de cada local. El mercado agrupa luego el pedido: “En lugar de coordinar cinco deliveries para pedirte desde el pan hasta la pasta, nosotros abarcamos varios rubros; además, es más sustentable. Por otro lado, tiene un costo que absorbe el cliente. Estamos logrando que pequeños productores sigan trabajando, pero no nos podíamos hacer cargo del delivery (aparte te llaman hasta de Colón). Empezamos con este sistema, proyectándonos al e-commerce”.

Camino Verde toma pedidos al 099383617 hasta los miércoles al mediodía para panificados con harinas orgánicas y masa madre, pastelería, productos de la alacena, vegetales orgánicos, productos del boticario, para celíacos, pastas artesanales, plantas, plantines y flores. Las entregas son los jueves. También ofrecen una caja banquetera con comida de Sanjo para dos personas por $ 1.200 o para cuatro por $ 2.200, que entregan los viernes. Trae desde tortillas de maíz hasta kimchi, arancini y ensaladitas.

Hace dos semanas volvieron a abrir las puertas, bajo las normativas vigentes, y de a poco la gente se va acercando a la calle Sarandí. “Muchos productores están remándola a morir, incluso nosotros, que abrimos este lugar pero no somos una megaempresa y tenemos la capacidad de estar abiertos dos meses más, no tenemos más espalda. La covid-19 nos descolocó y obviamente, si los productores no venden, no pueden pagarnos los alquileres de los espacios”.

Con los pedidos venían “súper bien”, pero ahora las canastas bajaron, lo que Mazuco lee como un regreso a la compra presencial, a la rutina y, quizás también, a los supermercados. La emprendedora alienta a abandonar las grandes superficies e ir en busca de productos directos, de apoyar al pequeño empresario, a quien más percibe que afectó la crisis.