En un año que ha resultado difícil para emprender cualquier aventura editorial, a comienzos de 2020 Banda Oriental volvió a publicar la voluminosa Historia de los Orientales, de Carlos Machado (1937-2019). Esta obra, editada por primera vez en 1973, se transformó rápidamente en best seller. Llegó a vender más de 10.000 ejemplares en pocos meses.

Historia de los orientales analiza el largo período transcurrido entre la Colonia y el inicio de la presidencia de Juan María Bordaberry (1971). La dictadura cívico-militar, iniciada en 1973, prohibió la circulación de ese trabajo de casi 700 páginas, escrito por quien entonces era un joven profesor de Historia y activo militante del Partido Socialista (PS).

La obra de Machado fue recibida con cierto recelo por parte de la academia. En efecto, algunos historiadores profesionales cuestionaron el activismo político y cierta falta de rigor metodológico del autor, visible, por ejemplo, en la ausencia de fuentes bibliográficas en la primera edición del libro. Ya en la segunda tirada Machado enmendó esa omisión; según relató en varias entrevistas posteriores, en primera instancia no había incluido la bibliografía para no caer en “pendanterías”, ya que ese trabajo era el resultado de una suma de artículos que había publicado en medios de prensa afines al PS y que se transformó en libro una vez que el entonces director de Banda Oriental, Heber Raviolo, le dijo: “Carlitos, ahí tenés un libro”.

Un clásico

Historia de los orientales vuelve a ser publicado, ahora con el apoyo de la Cámara de Senadores, que el año pasado también resolvió impulsar la reedición de Tomás Berreta: apología de la acción, publicado en 1946 por Daniel Vidart [1920-2019], otro erudito nacido en el siglo XX uruguayo, en el marco de la conmemoración del 90º aniversario de la fundación de la biblioteca del Palacio Legislativo.

La presentación de la nueva edición de Historia de los orientales se llevó a cabo el martes 16 vía Zoom. Frente a un monitor ubicado en la sede de la Fundación Vivian Trías se encontraban José Díaz, histórico dirigente socialista y actual presidente de esa institución, y el profesor de Historia Gabriel Quirici, que fue alumno en los cursos que Carlos Machado dictó allí mismo durante unos cuantos años, a partir de 1996. En tanto, bastante alejados de ese sitio, en Rincón del Cerro estaban, distendidos y con ganas de hablar, los actuales senadores Lucía Topolansky y José Mujica. Otras 80 personas, en diferentes lugares, siguieron expectantes la presentación.

Topolansky opinó que es necesario volver a publicar Historia de los orientales porque era un libro muy difícil de encontrar en librerías, a pesar de que es una herramienta importante para la formación de “los botijas jóvenes, que deben tener la cabeza organizada”. “Es una oportunidad de proyectar su obra para que el legado de Carlos se divulgue”, afirmó.

Quirici, por su parte, sostuvo que Historia de los orientales “trasciende lo partidario”, “es el clásico de la historiografía alternativa, que nos permite dar un salto más para mirar la historia uruguaya en la evolución política”.

José Díaz coincidió en definir a Machado como “figura fundamental en la historiografía nacional, el historiador alternativo”. Afirmó que “si rescatamos a Machado para la cultura nacional, habremos dejado una obra importante”. Asimismo, destacó la labor pedagógica que llevó adelante Machado tanto en las aulas de instituciones de enseñanza media y terciaria como en espacios no formales, en Uruguay y también en Argentina, donde se exilió en 1974 y vivió hasta el final de sus días. “En la Fundación Vivian Trías cumplió un papel fundamental en la formación de nuevas generaciones que se acercaron al pensamiento nacional, popular y revolucionario. Cumplió un papel de gran educador”, definió.

Por su parte, Mujica subrayó el aporte “revisionista” que aportó Historia de los orientales en la antesala de la última dictadura cívico-militar, en un contexto en que, de modo predominante, en el Río de la Plata se había difundido la “historia oficial, mitrista, típicamente, a la que se plegó una parte de la nomenclatura nacional. Pero, subterráneamente, desde el primer momento hubo una corriente, no necesariamente encadenada, un conjunto de individualidades que fueron suscribiendo escalones de disonancia permanente y aportando desde los más variados orígenes. Eso pasó en la historia argentina y también en la nuestra”. Dentro de esta corriente, Mujica destacó al argentino Jorge Abelardo Ramos, quien mantuvo una relación estrecha con Machado.

Mujica ponderó la capacidad del autor homenajeado para estudiar una copiosa documentación histórica y aportar un estudio crítico al respecto. “El papel que va a cumplir la Historia de los orientales es el de resumir brillantemente un conjunto de información que estaba dispersa, y el de apostar intelectualmente a reivindicar lo que puede ser un nacionalismo popular, tan alejado del nacionalismo de las grandes potencias, que también transcurre en nuestra historia y toma partido claramente”, agregó. Este libro, afirmó Mujica, “va a cumplir, para mi generación, el poder armar la cabeza de una visión histórica más global, en la que no se disimula el imperialismo, no se disimulan las barbaridades de nuestra historia, y tampoco se oculta la cantidad de luchadores, a veces heroicos analfabetos, como los que sobrevivieron de los tenientes de Artigas, los olvidados que acompañaron el esfuerzo revolucionario tanto acá como enfrente [por la actual Argentina]”, añadió.

Mujica también valoró la capacidad narrativa de Machado, que permitió que sus trabajos fueran bien recibidos por los lectores. “Hay un estilo de escribir historia que es admirable, porque tiene esa belleza de quien no aburre: no sólo es bueno por el contenido, es hermoso por la forma. Por eso yo lo recomiendo a la gente joven, porque muchos libros de historia aburren. Ese estilo, esas frases cortas, lapidarias, con la puntuación, tienen también un poco el estilo de Jorge Abelardo Ramos; son libros que se leen con soltura y para mí han cumplido un papel formidable en ayudarnos a armar la cabeza”, dijo. “Debemos tener un agradecimiento al esfuerzo intelectual que ha representado, porque no es sólo un acumulador de datos, es un organizador de los datos en la película de la historia, que es una cosa distinta”, resumió.

Quirici coincidió con el ex presidente al valorar la mirada amplia de Machado a la hora de construir la Historia de los orientales. “Hay una modernidad en narrar la historia en clave regional”, dijo. “Hoy la investigación en historia ha avanzado muchísimo en historiografía regional, pero en aquel momento, con esas herramientas y con su búsqueda de pensar más allá de lo local, Machado abrió muchas puertas para el pensamiento”, agregó.

Asimismo, Quirici destacó la “mirada nacionalista” de Machado, especialmente cuando analiza el batllismo. “Es muy interesante que en vez de empezar con [José] Batlle y Ordóñez, Machado lo haga con Aparicio Saravia, algo que no se encontraba en los libros tradicionales de historia. La historia de Machado es plural y nacional, en el sentido más lindo de la palabra. El capítulo de Batlle y Ordóñez es muy interesante, con una versión más crítica”.

El eterno retorno

Topolansky y Mujica, ambos contemporáneos de Machado, insistieron en la necesidad de recurrir al trabajo que aportaron los intelectuales de una época “fermental”, como definieron a los 60 y principios de los 70, en la formación política de los actuales jóvenes.

“[A Machado] no sólo hay que recordarlo, hay que revivirlo en nuestro intelecto, donde se quiere hacer una mezcla de categorías y donde hay cosas que parece que no han existido o que se olvidaron. Y sin embargo, en forma distinta, siempre aparece la mano de los imperios, por acá y por allá, en la construcción y en los padecimientos de nuestra historia, porque nuestras independencias se dan al tiempo que se está organizando el mercado mundial. Entonces parece que cada puerto importante terminó organizando un país, porque era más importante vivir y mirar hacia el mundo que vivir entre nosotros. Y algunas de las calamidades de hoy son consecuencias de ese proceso, y desafíos de esa historia que está para adelante”, dijo Mujica.

En tanto, Topolanski afirmó que Historia de los orientales “es fundamental para conocer la historia del país, que muchas veces no se conoce y que es algo que vemos en el Parlamento”. La actual senadora opinó que “la izquierda uruguaya está flaca de pensadores, y hay que tomar de las propias raíces”.

Para Mujica, la historia “revive en cada uno de nosotros” y “nos hace más soberanamente humildes, porque nos hace dar cuenta de la enorme complejidad de la vida humana”. “Tenemos que agradecerle a Machado que haya gastado buena parte de su vida en la investigación, por el enorme trabajo metodológico. Hay mucho sudor, mucho laburo. Cada tanto, voy a él. La historia no termina nunca ni está terminada. Cambia la visión que tenemos sobre la realidad, y herramientas como Historia de los orientales son insustituibles. Debemos agradecerle a Machado por haber vivido”, concluyó.