Lluvia de jaulas es el quinto largometraje del director argentino César González, encargado de construir una mirada tan fuerte como particular de y sobre los márgenes de su país. En esta película, a diferencia de las anteriores, que consolidaban relatos de ficción con narrativas más convencionales, González presenta un ensayo filmado que desea y hasta necesita reflexionar sobre la villa.

En ese ensayo, la figura simbólica de la villa se transforma en un espacio de reflexión y es dotada por el director de un análisis que intenta explicar cómo es vista, cómo se relaciona con el espacio exterior a ella. El simple hecho de que se entienda ese límite cultural, territorial, con esta palabra en el lenguaje “exterior” nos coloca claramente en un lugar que le es ajeno a la ciudad, un lugar que el resto de la urbe, desde el lenguaje, está dispuesto a no reconocer, a ignorar, a tenerle miedo.

No sólo se trata de colocar una cámara dentro de ese espacio para contar una historia, sino también de explorar qué pasa, cómo se ve a un joven que sale de la villa y va hacia el centro de Buenos Aires cargando con ese espacio en su cuerpo, en su idiosincrasia.

Villa dentro del cine

César González creció en la villa Carlos Gardel, editó una revista a los 20 años, a los 21 publicó un libro de poesía, a los 23 dirigió un programa de televisión y a los 25 estrenó su primer largometraje. Sin embargo por la única razón que lo conocen algunos medios es por haber estado preso a los 16 años por robo, porque, como relata Julio Leiva en el reportaje que le hizo en su programa La máquina de escribir voces (en vorterix.com), “parece que es más noticia un pibe que roba que un pibe que escribe”.

Lluvia de jaulas está producida por Pensar con la Mano, una productora independiente integrada por los realizadores Luciana Piantanida, Andrea Testa y Francisco Márquez. Su objetivo es un cine que permita la reflexión, y enfoca su producción a discutir aquello que está roto desde una perspectiva humana: el dolor de los pobres, el hastío de las madres que deciden interrumpir el embarazo en un hospital del conurbano.

En su presentación los realizadores aseguran: “‘Ya es hora de que el pensar vuelva a ser lo que es en realidad: peligroso para el que piensa y transformador de lo real. Unos piensan, otros actúan, dicen. Pero la verdadera condición del hombre es pensar con sus manos’. Estas palabras que Jean-Luc Godard dice en Historia(s) del cine dieron nombre a esta aventura cinematográfica que pretende impulsar un cine comprometido críticamente con la realidad de su tiempo, que indague sobre formas estéticas que puedan interpelarlo, que se proponga desarrollar pensamiento activo junto a su público. Nos consideramos trabajadores de este arte. No confiamos ciegamente en el talento, sino que creemos que es el esfuerzo, el compromiso y la convicción en lo que uno hace lo que produce los mejores resultados. Creemos que el cine es un trabajo en equipo y apostamos a la formación de grupos capaces en sus técnicas específicas, pero que, más allá de eso, amen la película que están haciendo y disfruten del proyecto”.

En la página de la productora se puede acceder a parte de su material online. Y todo el trabajo de González puede verse en su canal de Youtube, que lleva su nombre. Allí se pueden ver, entre otros proyectos, sus primeros cuatro largometrajes: Diagnóstico esperanza (2013), Guachines (2014), ¿Qué puede un cuerpo? (2014) y Atenas (2019). En Vimeo, en el canal de la productora puede alquilarse Lluvia de aulas por un dólar.

El de González no es cine sobre la villa, es villa dentro del cine, y eso desde todo punto de vista consolida la esperanza, la resiliencia de batallar incansablemente hasta lograr salir de ese oscuro lugar en que la sociedad lo quiere definir. Estos largometrajes son el triunfo de un relato que lucha por no ser olvidado, un espacio que lucha por tener su propio relato y no quedarse con el que otros tienen para darle.