Pocos minutos después de las dos de la mañana, Ramiro Pallares, presidente del jurado del Concurso Oficial de Carnaval, comienza la lectura de los fallos. En los clubes su imagen aparece en celulares, computadoras y pantallas gigantes colgadas en las paredes ante la mirada atenta y nerviosa de los conjuntos y sus hinchadas.

El orden es el mismo del año pasado: revistas, humoristas, sociedad de negros y lubolos, parodistas y murgas. Hay variantes en la integración del jurado y en el sistema de puntuación. La noche de los fallos puso en vilo a Montevideo.

Revistas

En el Club Caparcona la gente se amontona en el piso y en sillas frente a una pantalla gigante. La parrilla está prendida, un hombre va sacando hamburguesas y las coloca sobre los panes en los que una mujer ya puso lechuga, tomate y mayonesa. Hay personas haciendo videollamadas, charlando, comiéndose las uñas, moviéndose de un lado a otro con nerviosismo.

Fernando Olita, uno de los directores responsables del conjunto, dice a la diaria: “Es una felicidad inmensa después de un año de laburo estar juntos en familia festejando, ese es el premio mayor. En Tabú hay mucho respeto y amor. Lo disfruto, elijo estar en este lugar, hacer esto con estas personas, es más la ganancia humana que la ganancia económica. Eso es lo más importante de esto. Mostramos lo que queremos mostrar y hacemos lo que queremos hacer”.

Al fondo del salón está la combi que el conjunto utiliza en su espectáculo Amapola y un arcoíris de escenografía. Del techo y las paredes cuelgan banderas de la diversidad y plumas fucsias, rosadas y blancas. Hay niñas y niños, gente tomando mate y gente tomando alcohol. El clima es de expectación, la categoría está reñida y por los comentarios previos el primer premio puede ser de Tabú o de La Compañía.

Cuando Pallares anuncia el puntaje final de La Compañía se escucha en el salón un “¡pah!” resignado. Le llega el turno a Tabú y los aplausos y gritos de aliento tapan el sonido de la tele durante unos segundos. Los números dan arriba para Tabú en algunos rubros y para La Compañía en otros, la definición está reñida. Queda arriba en la primera rueda, abajo en la segunda, todo se define en la Liguilla. Hay gente llorando.

—No llegamos —predice una voz desde el piso.

Una mujer va anotando los puntos en una planilla impresa. Pallares anuncia el recuento final, Tabú queda nueve puntos debajo de su competidora. Se oyen aplausos, vitoreos. —¡Olé, olé, olé, olé, Tabú, Tabú!

Festejos de la revista La Compañía, el 26 de febrero, en el Club Victoria.

Festejos de la revista La Compañía, el 26 de febrero, en el Club Victoria.

Foto: Alessandro Maradei

Algunas personas aseguran que “las cagaron”, otras se dan ánimos entre ellas, se abrazan y festejan por lo logrado este Carnaval.

En el Club Victoria, la proa de Joaquín Requena e Itapebí se viste de fiesta, como en tantas noches de carnaval. Hay mesas con gente de La Compañía, por otro lado la barra de la Gran Siete, y también hay un festejo de cumpleaños. Adentro, la cantina revienta, relojeando la hora en que arranquen a dar los puntajes.

Una pareja en la vereda abre el baúl de su camioneta y de la conservadora saca un par de refrescos. No son hinchas de la revista. Solo cumplen con su ritual de cada noche de fallos: recorrer clubes por Montevideo hasta el amanecer, y esta es su primera parada en la hoja de ruta.

“Simplemente Montevideo” se llama el espectáculo que le vuelve a dar al conjunto de “Jean Claude” Pérez el primer premio después de doce años y hace estallar a Jacinto Vera en el momento que sale el fallo. Abrazos, lágrimas, saltos, y un tímido “dale campeón” que surge entre tanta emoción.

“Siento una mezcla de todo. Euforia, mucha gratitud”, cuenta a la diaria Alexis Reyes, en un breve impasse de los festejos. Sobre la propuesta de este año, quien fuera más tarde nominado a mejor bailarín del carnaval, asegura: “Fue tremendo el feedback en los barrios. Ver a la gente movilizada con el tema que nos tocó abordar fue increíble”.

A unos metros está Cristina Cabrera, la principal actriz de La Compañía, quien no para de recibir saludos y felicitaciones. La artista no esconde su “sorpresa y alegría”, reconociendo a su vez que: “Ver a toda esta gente feliz me llena el corazón”.

Humoristas

Sociedad Anónima espera los fallos en el Centro de Protección de Choferes.

—Ssssh, eh, eh, empieza.

Hay gente dentro del salón, donde la parrilla ya está encendida, sentada alrededor de una mesa larga de madera; también hay gente afuera, mirando los fallos en un celular. Pallares va dando los puntajes y la gente menea la cabeza con resignación, las caras se tiñen de preocupación.

En un momento Sociedad Anónima queda más arriba en un rubro y se oye un grito de festejo que rápidamente es ahogado por pedidos de calma, de silencio. Pallares avanza rápido y al finalizar el recuento de puntos el conjunto maragato queda segundo, detrás de Los Choby's. Se oyen aplausos.

—Nos mataron en la primera rueda.

Entre algunas lágrimas y muchos abrazos, alguien pone una cumbia muy alta y el ambiente se transforma, la gente, despacito, baila, aunque la tristeza se siente.

Carlos Barceló, director responsable del conjunto, termina de abrazar a sus compañeros y compañeras y dice a la diaria: “El proceso fue precioso, dijimos cosas que sentíamos, construimos el mensaje que queríamos decir. El grupo artístico y humano está sano y queremos seguir haciéndolo”.

Sin embargo, Barceló nota diferencias en el concurso por ser del interior: “Nos queda clarísimo que Montevideo queda lejos, no queda a 93 km de San José, queda más lejos, tan lejos que pueden verte y decir 'esta no es una propuesta auténtica construida con calidad artística y técnica, esto son rudimentos de este canario'. Yo lo siento así desde hace muchos años. Somos el grupo más premiado de la categoría de la historia, somos el campeón del siglo de carnaval, no obstante yo me doy cuenta a la hora de ser puntuado que rubros que tienen un preciosismo técnico son menospreciados por algunos jurados”.

Para él, “carnaval tiene que ser un resguardo de la libertad de expresión para el contenido y para la forma que quieras elegir, un hegemón cultural no puede existir para adoctrinar, es peligroso que pase en las expresiones populares como carnaval. Es saludable que cada uno diga lo que siente”. En los tablados el conjunto pasó “de fiesta, disfrutamos mucho. Decimos y se siente, repercute, eso te templa y hace que celebremos que el año que viene podamos estar por haber pasado a la Liguilla”.

Mientras tanto, en el Club Amanecer, el panorama es muy particular. En la puerta unos cinco gurises sentados en el piso charlan tranquilamente, sin importar que en la cantina, al fondo, está por conocerse el ganador de la categoría en 2023.

Adentro no hay más de treinta personas. Apenas una pequeña tele prendida y el fuego empezando a formar las primeras brasas. Sale el fallo y confirma el tricampeonato de los humoristas del “Bicho” Yuane y Leo Pacella, pero… ¿dónde están los componentes?

—Están viniendo de San Carlos. Tenían gira por Maldonado— asegura una voz desde el mostrador.

La transmisión televisiva lo confirma. Los Choby’s esperan el resultado en el camino de vuelta a Montevideo, cerca de Jaureguiberry. “Es histórico festejar un primer premio en el medio de la ruta”, le dice uno de los integrantes al móvil de Tenfield.

Los canales de aire llegan a los pocos minutos, para buscar un testimonio que no podrán recabar. Más tarde, cuando la bañadera aterrice en el club, habrá fiesta hasta altas horas, con la actuación de Mariano Bermúdez incluida.

Sociedad de negros y lubolos

En el club Universal la comparsa Sarabanda recibe los fallos, reñidos en esta categoría. La comparsa de la familia Pintos, que antes del inicio de este Carnaval sufrió la pérdida de César Pintos, creador y codirector del conjunto, pelea el primer premio con C1080. El resultado deja a Cuareim por encima por una diferencia de catorce puntos (1040 a 1026).

Afuera del club algunas personas fuman y charlan.

—No perdimos, nos ganaron.

En la peatonal Curuguaty la escenografía es la de siempre. Las banderas colgadas con los tradicionales colores verde, blanco y anaranjado, y el mural donde ahora luce la imponente imagen de “Cachila”. Parte de la comparsa C1080 está volviendo del desfile de llamadas de Treinta y Tres, pero en la puerta de la casa de los Silva igual hay un montón de gente del barrio que acompaña a la espera del resultado final.

Agolpada cerca de la pantalla que transmite el punto a punto, Cuareim vibra con los últimos momentos del fallo de negros y lubolos. Confirmado el nuevo logro, explota la cuadra y desata la celebración, con plena, baile, y la inevitable salida de los tambores por Carlos Gardel, que se dará ya cuando el alba empiece a asomar. Con este título la compras logra el bicampeonato y llega a su séptimo galardón en el concurso.

—Vamos a cantar el himno— pide una de las bailarinas.

Y ahí sale de manera improvisada la clásica canción con la que C1080 se baja del Teatro de Verano desde 1999. “Yo esto nunca lo gané, ¿Qué querés que te diga? Es una felicidad enorme”, le dice a la diaria Darío Píriz, con su pequeña hija en brazos, a unos metros del tumulto.

Festejos de la comparsa C1080, el 26 de febrero, en Barrio Sur.

Festejos de la comparsa C1080, el 26 de febrero, en Barrio Sur.

Foto: Alessandro Maradei

Mathías Silva, jefe de cuerda y uno de los directores del conjunto, pide la palabra, y desde arriba de un banquito, micrófono en mano, agradece a todos por el apoyo. Fin del discurso, aplauso cerrado y se reanuda la fiesta.

Muy emocionada, Daniely Benítez, que es una de las solistas del conjunto, expresa: “A mí que vengo de Venezuela, Cuareim me ha sabido acoger como lo que es, una familia de tradiciones, donde el candombe forma parte de la esencia. Y han sabido acompañarme y enseñarme. Compartir con esta gente el primer premio es algo que me supera”. Sobre el espectáculo “Madraza”, que llevó a la comparsa a ganar la categoría, la cantante lo resume en tres palabras: “Amor, solidaridad y compromiso”.

Festejos de la comparsa C1080, el 26 de febrero, en el Barrio Sur.

Festejos de la comparsa C1080, el 26 de febrero, en el Barrio Sur.

Foto: Alessandro Maradei

Parodistas

Zíngaros quiere festejar el bicampeonato. El conjunto espera, junto a cientos de personas allegadas, familiares, amistades e hinchas, en otra zona del Centro de Protección de Choferes. La gente está apretada en el patio, oscuro salvo por la pantalla gigante y la luz de la cámara de Tenfield. Las caras muestran preocupación.

Pallares anuncia que es el turno de Zíngaros y se escuchan gritos desaforados e intentos de que esos gritos se ahoguen. El puntaje de la primera rueda favorece al conjunto y algunas personas ya festejan, pero, de nuevo, las callan, todavía falta. La dinámica se repite en la segunda rueda. Comienza el repaso de puntajes de la Liguilla y se empiezan a ver brazos cruzados, niñas y niños nerviosos. Más gritos, más “ssssh”. Gastón Sosa, el director responsable, pide tranquilidad.

La pantalla no tiene tanta nitidez, así que algunas personas optan por agarrar su celular. Alguien grita “nooooo” al ver los resultados: 1004 puntos, once menos que Los Muchachos. El mar de gente comienza a aplaudir.

Sosa se para a cierta altura sobre un banco, agarra un micrófono y habla:

—Vamos a volver. Gracias por estar acá, esto no termina nunca, gracias por un año más. Vamos los Zíngaros.

Y a coro le responden:

—Zí, Zí, Zíngaros, Zí, Zí, Zíngaros.

En el Montevideo Basketball Club la cancha auxiliar se muestra abarrotada desde temprano. Mesas, decoración, música. Un gentío que ya se anuncia al ver desde lejos la gran cantidad de autos estacionados por la calle Porongos.

Cuando el tercer primer premio en la historia del conjunto ya es un hecho, la locura generalizada se adueña del recinto. Eufórico festejo de cientos de personas que hacen prácticamente imposible llegar a los y las integrantes del grupo de parodistas, que se pierden por la zona de abajo de unos de los tableros.

Suena fuerte la bajada de Los Muchachos, que al ritmo de “Toro Mata”, interpreta desde hace años Damián Lezcano. El “Vela” Yern da una nota a la televisión en el único metro cuadrado que parece tener calma en esos momentos.

Los Muchachos, primer lugar en Parodistas, el 26 de febrero en el Club Montevideo.

Los Muchachos, primer lugar en Parodistas, el 26 de febrero en el Club Montevideo.

Foto: Alessandro Maradei

Cerca de él, Denisse Cazaux, con lágrimas en los ojos, le cuenta a la diaria que se siente “muy emocionada. No puedo creerlo. Estoy muy feliz. Son muchas horas de laburo que dieron su fruto. Y con el plus de que sea con mis amigas, lo hace más importante”.

Misma emoción muestra Tabaré Martínez, uno de los más antiguos del conjunto: “Estamos muy contentos. A nivel familiar el año pasado fue complicado. Era muy importante para mí poder ganar. Es una tremenda felicidad”.

Murgas

La enorme convocatoria que se anticipaba en el Tito Frioni para esperar los fallos junto a La Gran Muñeca se cumple tal cual. Cerca de 400 personas presentes en el club de la calle Anzani mantienen la ilusión en vilo de ver consagrarse una vez más a la murga querida.

Saben que la parada es brava. Más cuando desde entrada Asaltantes con Patente marca porcentajes altísimos en todos los rubros, confirmando su favoritismo. Pero de su sitio no se mueve nadie, ni siquiera cuando se conoce que los puntos no alcanzarán.

Se escucha con tranquilidad el fallo completo de la categoría hasta el final. Allí parte de la murga, que está sobre la esquina de la cancha de fútbol 5, se para para saludarse y comienzan los aplausos. “¡Vamo’ la Muñeca!”, grita un hincha, y pronto comienza a sonar desde adentro la música tropical. La fiesta, pese al segundo premio, sigue un rato más en el Buceo.

A las cuatro de la mañana es prácticamente imposible moverse en el patio del local de AUTE en el que Asaltantes con Patente espera los fallos. Está tan lleno que varias decenas de personas esperan afuera, sentadas en la vereda, paradas contra los árboles.

La murga está en el fondo, más allá del bloque asfixiante de cuerpos pegados, más allá del espacio cerrado, en otro patio. Se sientan en un círculo, mirándose unos a otros, íntimos en ese escenario repleto. Tras escuchar su puntaje, 2237, aplauden, se miran y esperan; todavía faltan las otras nueve murgas liguilleras.

A medida que avanza la lectura de los fallos se genera una situación de tensión constante: alguien festeja con gritos o aplausos y la murga pide silencio con ahínco. Maximiliano Pérez, director artístico de la murga, se para y dice fuerte:

—Hay que esperar hasta la última eh, hasta la última.

Hay gente que no le hace caso y los componentes de la murga se enojan cuando oyen aplausos porque La Gran Muñeca no obtuvo más puntos que ellos. Cuando Pallares llega a Nos Obligan a Salir no queda casi nadie en su silla, la gente está pegada a la murga, las cámaras y micrófonos también. Se alargan los abrazos, la expectativa va en aumento y los nervios se transforman de gritos de silencio a lágrimas anticipadas.

El bicampeonato está cada vez más cerca, pero la murga es cauta y espera, a pesar de los gritos ya desaforados de algunas personas a su alrededor.

—¿Por quién va? —¿Cuándo podemos festejar? —¿Ya está?

Ya está. Pallares anuncia oficialmente que Asaltantes con Patente es la murga ganadora del Concurso Oficial de Carnaval. En un segundo hay sillas en el aire, cuerpos que saltan, bebidas que llueven desde botellas agitadas con desenfreno.

Martín Angiolini, director escénico del conjunto, cuenta a la diaria: “Fue mucho trabajo, me saco el sombrero con el equipo y con la gente que nos recibió en cada tablado, fue maravilloso”.

—¡Dale campeóooooon, dale campeóoooon! —canta una masa indescifrable de gente feliz.

Nicolás Marrero, primo, dice: “Estoy feliz, emocionado de compartir con la familia, con amigos”, y antes de que pueda continuar Germán Medina lo agarra del cuello, le gira la cabeza y le zampa un beso en la boca.

La gente sigue gritando, llorando, aplaudiendo. Maximiliano Pérez se aleja un poco del círculo para hablar: “Ganar da una sensación de alegría y de felicidad, pero ya la traíamos porque en la calle nos recibieron increíble. Agradecer a la familia que son los que bancan todo esto. Se trata de la construcción colectiva, mucha gente trabaja para este equipo y mucha gente pierde horas de su familia para realizar este trabajo. Todos tenemos otros trabajos, todos dormimos poco, hay cansancio, pero estamos muy felices. Uno vuelve al carnaval porque es una pasión, es un medio de comunicación, es subir al escenario y decir cosas que nos parecen y que a la gente le guste tanto te hace sentir pleno, creo que uno vuelve gracias a la gente”.

En el patio delantero explota la fiesta, una banda toca cumbia en vivo y se estima que hay 5.000 personas intentando bailar. Mientras, la murga continúa en el patio trasero celebrando. Matías Bravo, sobreprimo, se sube a una silla y se tira al abrazo koala de un compañero. Se caen contra un banco pero no se sueltan, los levantan y así siguen, aferrados.

Alejandra Díaz, sobreprima y siete veces premiada como mejor voz femenina del carnaval, se suelta un minuto de los abrazos y cuenta: “Fue un carnaval sin descanso, tengo la garganta hecha paté, yo termino ahora y tengo que seguir cantando, no tengo días de descanso, pero bueno, feliz de hacer lo que amo y encima que nos vaya bien. El carnaval siempre tira, muchos años no salí y cuando volví dije ‘no me voy más’”.

Sobre su incorporación a Asaltantes, dice: “Fue mucho trabajo y mucha presión puesta por mí misma, había que defender el primer premio y era complicadazo. Trabajamos mucho, muchísimo y se ven los frutos”. Y se va a seguir celebrando.