Un componente fundamental del cómic de superhéroes ha sido desde sus comienzos el universo compartido. Que personajes de un título se crucen con los protagonistas de otro título dio origen al primer supergrupo (la Sociedad de la Justicia) y fue un elemento muy bien explotado por Stan Lee cuando, junto con sus cocreadores, refrescó el género en los años 60.

De lejos parece que nos encontramos ante un sistema binario: por un lado, los paladines y villanos de DC Comics (Superman, Batman, Wonder Woman y compañía); por el otro, los de Marvel (Spider-Man, los X-Men, los Vengadores). Sin embargo, existieron y existen otras compañías, que se llevan una porción mucho más chica de la torta de ventas y que también apostaron no solamente a la ficción superheroica sino a la creación de universos compartidos.

Uno de estos casos es el de Valiant Comics, que en los años 90 tuvo su momento de gloria y regresó al tapete en 2012 con el relanzamiento de títulos que habían tenido buena aceptación en aquella primera etapa, como X-O Manowar, Harbinger y Rai. Con historias que ignoraban la “continuidad” original y volvían a apostar a los personajes que convivían en la misma realidad, tienen relativo éxito desde entonces.

El valor de PI

La industria del cine lleva varios años enamorada de la industria del cómic, desde que descubrió el valor de sus propiedades intelectuales (PI). Los ejecutivos no tienen un enorme abanico de historias “prontas”, que además ya vienen contadas en forma de storyboards.

Tanto DC como Marvel mantienen relaciones carnales con estudios –una es propiedad de Warner y la otra de Disney–, pero otros superhéroes se paseaban libres por el mercado. Es el caso de Bloodshot, cuyos derechos fueron adquiridos por Columbia en 2012 y tres años más tarde fue incluido en un potencial universo cinematográfico junto a otras PI de Valiant.

Hubo que esperar hasta marzo de 2020 para que este violento personaje tuviera su debut bajo la dirección del también debutante David SF Wilson. El timing no pudo ser peor: su fin de semana de estreno fue el de menor recaudación total en Estados Unidos desde 1998, debido a las inminentes medidas de restricción por la pandemia del coronavirus. En su segundo fin de semana, Bloodshot (la película) fue exhibida casi exclusivamente en autocines.

Así que rápidamente tuvo su llegada a las plataformas digitales (como NS Now, entre otras), desde las que puede alquilarse para ver en la comodidad del hogar.

Motor Diesel

A la hora de hablar de Bloodshot es necesario hablar de su protagonista. La presencia de Vin Diesel en el papel del soldado devuelto a la vida gracias a la nanotecnología que le da habilidades superhumanas hace que estemos ante una película de Vin Diesel. El actor de 52 años tiene un registro pequeño, que ha sabido explotar en sagas como Rápido y furioso. Hay un público ávido de este fiel exponente del rudo de los 80, y ellos apreciarán esta nueva aventura. Por otra parte, no será esta la obra que transforme en fans a quienes no lo eran antes.

El comienzo de la película va a una velocidad trepidante, como una RoboCop (Paul Verhoeven, 1987) con aún más cocaína. En los primeros diez minutos conocemos las circunstancias que convirtieron a Ray Garrison en un luchador casi inmortal, además de asistir a otra ocasión en la que el personaje femenino muere solamente para motivar al protagonista (algo que la guionista de cómics Gail Simone definió como “meter en la heladera”, debido a una escena del cómic de Linterna Verde).

En los siguientes diez minutos conocemos al mentor de Bloodshot y al supergrupo que lo acompaña, cada uno con habilidades especiales. En otros diez minutos tenemos eso que a Murphy le había llevado tanto tiempo: recordar su pasado y hacer las paces con él. A los 40 minutos de película, parece que todo ya ocurrió.

Y si señalo estos elementos, que en una reseña común serían acusados de spoilers, es porque en ese momento empieza una película diferente. Una película que, además, nos revela que algunos de los clichés que vimos pasar tenían su lógica dentro de la trama. Siguiendo con el vocabulario del cómic, hacen una retcon (por continuidad retroactiva) y resignifican el comienzo.

Todo lo que está antes de la vuelta de tuerca podría durar menos. Y las set pieces (las grandes escenas de acción) no tienen nada que hacer contra las piruetas de Dom Toretto y sus rápidos y furiosos amigos. Pero si tu motor es Diesel o querés recordar por un rato lo que nos transmitían los héroes de acción de antaño, podés visitar a este superhéroe sin apellido famoso, pero con ganas de patear traseros villanescos.