Por nuestras costas, el boom de la comedia improvisada –no stand up, no confundir– ocurrió hace cosa de diez años. La premisa era simple: tomar de un gorro, una caja o directamente de un público que aportaba sugerencias premisas o anécdotas para que luego un elenco sobre el escenario hiciera una historia, lograra hacer reír con aquello que habían juntado entre los presentes y hasta en ocasiones se enfrentaran los comediantes en un match o desafío con puntos (la mayoría de las veces esto también en broma y la propia competencia formaba parte de la improvisación).

Popular aquí y sobre todo en Argentina, su pico tuvo lugar antes en Reino Unido y Estados Unidos, donde incluso alcanzó el formato televisivo. Con sus propias variantes pero transformándose probablemente en el mascarón de proa de este tipo de comedia, el programa Whose Line is it Anyway? alcanzó decenas de temporadas, y tuvo incluso un revival (que no vio nadie) en tiempos recientes.

Nacido en Reino Unido –pero con cultores angloparlantes de todas partes–, el formato del programa que conducía Drew Carey (respaldado por dos veteranos de la edición británica, Ryan Stiles y Colin Mochrie, más la adición excelente de Wayne Brady) es por lejos el más popular. La fórmula: media hora y media docena de involucrados capaces de hacerte llorar de risa a pura improvisación.

Con sus propias características, este formato llega ahora a Netflix, de la mano de dos comediantes jóvenes, medianamente conocidos y, por suerte, muy graciosos: Middleditch & Schwartz: Completely Improvised Comedy Specials.

Hazlos reír

Thomas Middleditch y Ben Schwarz son dos caras bastante reconocibles de la televisión actual. Probablemente sea el primero el más trascendente: fue protagonista de la estupenda serie de HBO Silicon Valley (que terminó su andadura el año pasado) e incipiente participante en blockbusters de peso como Godzilla: King of Monsters y Zombieland: Double Tap. Aunque no tan exitoso, Schwartz está lejos de ser un novato o recién llegado: formó parte del numeroso elenco de Parks and Recreation y se especializa en prestar su voz a shows animados para adultos (Bojack Horseman, la nueva encarnación de Patoaventuras, la reciente Sonic). Los orígenes de su asociación son desconocidos, ya que los integrantes del dúo acostumbran contar anécdotas diferentes en cada ocasión que se les pregunta, pero sin duda funcionan de manera muy aceitada, como queda a la vista en los tres episodios que conforman esta serie de especiales para Netflix.

La estructura, como manda el género, es básica. En un escenario con numeroso público, Middleditch y Schwarz piden que se les sugieran temas. Cualquier tipo de temas. Una vez que identifican alguna sugerencia de su agrado –que suele ser la primera: no hay demasiada elaboración aquí–, le piden al participante del público que dé detalles. Que construya un poco alrededor de lo sugerido –por qué lo sugirió; si es una anécdota, se le pide que brinde algunos detalles, aporte nombres y personalidades de algunos de los involucrados– y listo, se largan a una hora de improvisación sin más red, construyendo con los datos y la narrativa que naturalmente van elaborando un sketch humorístico. Y les sale muy bien.

Obviamente, el resultado depende en buena medida de las posibilidades que brinde la anécdota original. En los tres episodios de Netflix, dos de las anécdotas (la boda y la entrevista de trabajo online) ya eran graciosas contadas por quienes las proponían, lo que le permite al dúo de comediantes explotar aquello que ya estaba allí. En cambio, la de los exámenes finales es mucho menos fermental y, aunque ellos se van a encargar de hacerla rendir, y se nota mucho su esfuerzo por darle coherencia cómica. Pero en cualquiera de los tres casos o episodios el dúo logra momentos de gran comedia –sobre todo en los chistes que se salen de la anécdota y hasta funcionan de manera metalingüística, como cuando olvidan los nombres que les habían dado a los personajes o cuando algún personaje se va pareciendo de tal manera a alguien real que los incomoda visiblemente–, y hay una mecánica que rinde, puede suponerse, a partir de las personalidades de los comediantes. Así, Schwarz brinda los personajes más delirantes las salidas de libreto más absurdas, y le toca a Middleditch ser el sostén del relato, mantener la narrativa y no tentarse demasiado cuando el otro le tira cualquier clase de disparate.

Lo cierto que Middleditch & Schwartz se propone como algo por completo distinto al resto de la programación de Netflix y, sin ser genial, se lamenta que tan sólo se componga de tres episodios. Pero, si se quedan con ganas de más, como quien suscribe, el dúo improvisó un especial de cuarentena en el Late Show de James Corden, que pueden encontrar online en Youtube. O, si se quedan todavía con más ganas de ver improvisación, Whose Line is it Anyway? tiene decenas de programas subidos al mismo sitio y, en ese caso, les garantizo el llanto de risa.